17 septiembre, 2011

Complicidades

Las com­pli­ci­da­des exis­ten en el mundo polí­tico desde épocas muy remo­tas, desde que exis­ten gober­nan­tes y gober­na­dos. Las com­pli­ci­da­des se pro­du­cen por diver­sos y varia­dos moti­vos, tales como: eco­nó­mi­cas, amis­to­sas, fami­lia­res, huma­ni­ta­rias y per­so­na­les. Tam­bién se pro­du­cen com­pli­ci­da­des polí­ti­cas por: miedo, alcahue­te­ría, mal­dad, igno­ran­cia, desidia, silen­cio y/o afi­ni­da­des ideológicas.

Un gober­nante, se con­vierte en cóm­plice de otro gober­nante, cuando este último comete un abuso, injus­ti­cia grave, cri­men o atro­pe­llo con­tra los dere­chos huma­nos de las per­so­nas, o con­tra la prensa, o con­tra la cons­ti­tu­ción y las leyes de su país; y el pri­mero guarda silen­cio, y no se pro­nun­cia públi­ca­mente sobre tal situa­ción, al no con­de­nar ante el mundo, tales abu­sos y atro­pe­llos. Lo mismo es válido para las per­so­nas públi­cas influ­yen­tes y famo­sas, tales como: polí­ti­cos, depor­tis­tas, inte­lec­tua­les, artis­tas, ex gober­nan­tes, etc.

Cuando un per­so­naje de los indi­ca­dos arriba, acepta silen­cio­sa­mente estos atro­pe­llos y nos los comenta, ni cri­tica, ni denun­cia; se hace cóm­plice por omi­sión de los mis­mos. Y peor aún, si los apoya, los jus­ti­fica y/o los defiende, pasa a ser un cóm­plice activo de ese atropello.

Una com­pli­ci­dad muy común que obser­va­mos en el mundo de hoy, come­tida por gober­nan­tes supues­ta­mente demó­cra­tas, elec­tos en comi­cios libé­rri­mos, es la de hacerse la vista gorda, ante situa­cio­nes de gober­nan­tes tira­nos que abu­san de sus pue­blos y res­trin­gen las liber­ta­des de estos por la fuerza de las armas.

Una prác­tica común de algu­nos gobier­nos demo­crá­ti­cos, es la de man­te­ner rela­cio­nes inter­na­cio­na­les amis­to­sas con estos gobier­nos dic­ta­to­ria­les por el inte­rés de hacer nego­cios y com­prarle y/o ven­derle pro­duc­tos, que ayu­dan a estas dic­ta­du­ras a sobre vivir en un mundo cada vez más libre y democrático.

El pre­si­dente de Fran­cia, Nico­lás Sar­kozy, ha reco­no­cido públi­ca­mente, que esa polí­tica de man­te­ner rela­cio­nes amis­to­sas con gobier­nos dic­ta­to­ria­les, ha sido asi­dua­mente sos­te­nida por muchas nacio­nes desa­rro­lla­das, debido bási­ca­mente, a la esta­bi­li­dad polí­tica que sig­ni­fi­can esos gobier­nos dic­ta­to­ria­les. A decir por su reciente dis­curso, cuando se refe­ría a la expe­rien­cia nega­tiva con el dic­ta­dor libio Mua­mar Al Gadafi, esta polí­tica pare­ce­ría que cam­biará en el futuro.

La dic­ta­dura cas­trista comu­nista de Cuba, la cual estuvo a punto de colap­sar a fina­les de los 90, debido al ais­la­miento al cual se le some­tió en Amé­rica por varios años, pare­ciera que ha tomado vida de nuevo, debido al apoyo cóm­plice de gobier­nos socia­lis­tas de nacio­nes ibero ame­ri­ca­nas que tra­tan a dicha dic­ta­dura como si este fuese una democracia.

Argen­tina, Bra­sil, España, Chile (Miche­lle Bache­let), Boli­via, Ecua­dor, Nica­ra­gua y Vene­zuela, han sido gobier­nos cóm­pli­ces que prác­ti­ca­mente han vali­dado y reco­no­cido al gobierno cubano como legí­timo y demo­crá­tico, hacién­dolo un gran daño a la pobla­ción cubana, que desea cam­bios sus­tan­cia­les en esa nación. Las razo­nes a la vista de tal apoyo, en todos esos casos, al pare­cer serían eco­nó­mi­cas e ideológicas.

He oído de una ini­cia­tiva de algu­nos ex pre­si­den­tes lati­noa­me­ri­ca­nos, que se reuni­rán con una repre­sen­ta­ción de la OEA, en el algún país de sur Amé­rica, para revi­sar lo con­cer­niente a los pro­ce­di­mien­tos para la emi­sión de La Carta Demo­crá­tica Lati­noa­mé­rica, y las razo­nes por las cua­les, ésta no se ha emi­tido aún a tan­tos paí­ses que han vio­lado reite­ra­da­mente algu­nos de estos prin­ci­pios fun­da­men­ta­les de nues­tras demo­cra­cias. Aplaudo esta ini­cia­tiva, y lamento que no se haya pro­du­cido mucho antes.

Un ejem­plo evi­dente de com­pli­ci­da­des, tam­bién se pro­duce muy a menudo con el asunto de las gue­rri­llas colom­bia­nas. Vemos como paí­ses como Argen­tina, Bra­sil, Boli­via, Cuba, Ecua­dor, Nica­ra­gua y Vene­zuela, entre otros, se nie­gan a cali­fi­car a las gue­rri­llas colom­bia­nas de las Farc y del ELN, de terro­ris­tas, debido que estos gobier­nos con­si­de­ran, que ese es un cali­fi­ca­tivo arbi­tra­rio con el que no están de acuerdo, que les dio el gobierno nor­te­ame­ri­cano, al cual estos paí­ses adver­san de dife­ren­tes for­mas y maneras.

Estas com­pli­ci­da­des con los terro­ris­tas colom­bia­nos de las Farc, se han mani­fes­tado en dife­ren­tes for­mas y mane­ras. La soli­da­ri­dad polí­tica con éstas, el sumi­nis­tro de armas, la con­tri­bu­ción eco­nó­mica, la publi­ci­dad inter­na­cio­nal, los apo­yos logís­ti­cos, tra­ta­mien­tos médi­cos, y el sumi­nis­tro de áreas geo­grá­fi­cas cómo refu­gios, son algu­nas de estas com­pli­ci­da­des. ¿Cómo se expli­can las pobla­cio­nes del mundo, que estos narco terro­ris­tas aún estén vigen­tes y acti­vos, sino es por el apoyo que reci­ben por dife­ren­tes vías?

CON­CLU­SIÓ­NES

Las com­pli­ci­da­des polí­ti­cas son muy dañi­nas para los pue­blos, dado que debido a ellas, muchos tira­nos ines­cru­pu­lo­sos, a nom­bre de nacio­na­lis­mos que no sien­ten ni prac­ti­can, las uti­li­zan para opri­mir a sus pue­blos, negar­les jus­ti­cia, corrom­perse, enri­que­cerse gro­se­ra­mente y per­pe­tuarse en el poder.

Vemos casos como el de China, donde hoy día todas las nacio­nes del mundo man­tie­nen exce­len­tes rela­cio­nes amis­to­sas con esta nación comu­nista, bási­ca­mente por intere­ses comer­cia­les y tec­no­ló­gi­cos; mien­tras que la pobla­ción de ese país, vive bajo el yugo de un gobierno dic­ta­to­rial, que les man­tiene sus liber­ta­des secues­tra­das, entre muchos otros atro­pe­llos que comete dia­ria­mente en con­tra de esa inmensa población.

Por más esta­ble que sea un gobierno dic­ta­to­rial, nin­gún gobierno demo­crá­tico debe­ría ser cóm­plice de este, ni desen­ten­derse de las vio­la­cio­nes a los dere­chos huma­nos que comete, so pena de tener que arre­pen­tirse algún día de haberlo apo­yado políticamente.

En la medida en que estos gobier­nos dic­ta­to­ria­les, o aque­llos que van por esa vía, sien­tan que un grupo impor­tante de nacio­nes les apoya y les esti­mula a seguir con sus vio­la­cio­nes, atro­pe­llos y crí­me­nes, estos jamás per­mi­ti­rán abrirse a la demo­cra­cia. Por el con­tra­rio, endu­re­cen su sis­tema dic­ta­to­rial, y son capa­ces de retar al mundo demo­crá­tico a que los tum­ben, tal como hicie­ron Sad­dam Hus­sein en Irak, o Mua­mar Al Gadafi en Libia, entre otros.

Los gobier­nos demo­crá­ti­cos, cóm­pli­ces de dic­ta­du­ras actua­les o en for­ma­ción, debe­rían revi­sar cui­da­do­sa­mente sus polí­ti­cas de rela­cio­nes inter­na­cio­na­les y comer­cia­les con estos tipos de gobier­nos, y esta­ble­cer lími­tes de carác­ter huma­ni­ta­rio, hasta donde lle­gar en sus rela­cio­nes con ellos, sin que esto sig­ni­fi­que que están de acuerdo con las polí­ti­cas de los mismos.

Autor: Guillermo A. Zurga

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