14 septiembre, 2011

De Fox a Calderón y de Peña a Eruviel

El estilo natural de Fox desdoró el puesto de más poder.

Víctor Gordoa*

La imagen de la titularidad permea en la institución, dicta uno de los grandes axiomas de la imagen pública y esta permeabilidad provoca que al darse el cambio del titular forzosamente se afecte la percepción sobre la figura entrante y sobre la institución que intentará conducir. Por favor, siga leyendo, pues para explicar esto le daré dos ejemplos.

Fox-Calderón…

La Presidencia de la República durante más de 70 años fue permeada por el estilo de gobernar de muchos presidentes priistas, Ernesto Zedillo fue el último de esa larga cadena. Como cada presidente en turno recibía un país gobernado al estilo de los priistas de entonces, plenipotenciarios, absolutistas, infalibles (“lo que usted diga, señor Presidente”), controladores y respetados (muy respetados por las buenas o las malas, a sabiendas de que el respeto no significa necesariamente querencia o aceptación), cada uno de ellos seguía gobernando como su antecesor aunque con variaciones personales de tono. Pues bien, cuando se da el gran cambio democrático en México y Vicente Fox asume la Presidencia con un gran patrimonio político detrás, producto de la esperanza provocada por el gran cambio, y también con una gran expectativa que satisfacer, producto de todas las promesas que había hecho en campaña, el nuevo titular estaba obligado a permear su imagen personal en la institución más importante del país… pero se le pasó la mano. Su estilo natural desdoró el puesto de más poder, debilitándolo, fragmentándolo, restándole sobriedad. Cuando Felipe Calderón llegó al mismo puesto, tenía todas las de ganar, pues dada la imagen personal que había dejado permeada Fox en la Presidencia, cualquier cosa que hiciera para mejorarla multiplicaría sus frutos en el terreno de la percepción ciudadana. Sin embargo, el actual Presidente decidió tomar como signo emblemático de su gobierno la guerra contra el narcotráfico, con el resultado de imagen pública que ya todos conocemos y que tiene que ver con que la gente percibe que los gobernantes del PAN no han sabido hacer las cosas bien, y no por malos, así lo dicen las investigaciones, sino porque les ha faltado experiencia.

Peña y Eruviel…

Mañana se da el relevo en la gubernatura del Estado de México, se entroniza Eruviel Ávila y sale Enrique Peña Nieto. La imagen de este último ha sido tan fuerte que desde esta gubernatura ha podido construir una sólida precandidatura a la Presidencia y, por lo tanto, en el muy probable caso de que llegue al puesto, seguramente cambiará la forma en la que sea percibida la institución por la obligada permeabilidad de su imagen personal. Paquete difícil el que le queda al nuevo gobernador mexiquense, pues contrariamente al caso de la deteriorada imagen presidencial, deberá lidiar desde el principio con la altura del listón que en el terreno de la percepción ejecutiva le deja el gobernador saliente. Durante su campaña política, Eruviel Ávila supo dramatizar su historia personal creándose la imagen de un hombre superado, cercano a las necesidades de los que menos tienen. Esa imagen, sumada a sus resultados como gobernante en Ecatepec y al efecto Peña Nieto, le dieron un triunfo contundente que ahora deberá capitalizar permeando desde el principio su imagen personal en la de la gubernatura. Para eso deberá implementar estrategias que lo ubiquen desde el inicio como un gobernante todavía mejor, falta saber cuáles serán, sólo el tiempo nos permitirá saber si podrá superar el nivel del listón que le deja Peña o le pasará como a don Vicente en la Presidencia. Como mexiquense, espero que no sea así.

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