Un candidato no se inventa, tampoco se puede construir artificialmente. Puede y debe tener inteligencia, capacidad, apoyos, pero se requiere establecer, básicamente, empatía con la gente, con los electores. Hasta ahora, el ex secretario de Hacienda ha sido discreto.
Jorge Fernández MenéndezSe esperaban más cambios en el equipo de Felipe Calderón. Seguramente se darán hacia fin de año, de acuerdo a cómo se definan las candidaturas presidenciales. De todas formas, los movimientos del viernes confirman una forma de gobernar y, también, cómo se jugará la sucesión.
La salida de Ernesto Cordero de la Secretaría de Hacienda deberá mostrar, finalmente, de qué está hecho como candidato quien es, sin duda, el político más cercano a Felipe Calderón. Cordero es un político honesto, inteligente, preparado y leal, como lo calificó el Presidente el viernes. El proyecto de Calderón, desde que comenzó a vislumbrarse en la primera Legislatura de la administración de Fox, no hubiera sido posible sin el trabajo de Juan Camilo Mouriño y de Ernesto Cordero. A la muerte de Juan Camilo, Ernesto se convirtió en el ámbito de Los Pinos en “el jefe Cordero” y el Presidente le ha encargado las responsabilidades más delicadas, dentro y fuera de sus carteras en el gabinete, como parte de esa confianza explícita. Buena parte del equipo de Los Pinos apoya a Cordero en la búsqueda de la candidatura presidencial y eso constituye un respaldo invaluable para esas aspiraciones.
Sin embargo, hay un espacio, un recorrido, que Cordero debe hacer solo, es el que ha comenzado a caminar desde el viernes. Un candidato no se inventa, tampoco se puede construir artificialmente. Puede y debe tener inteligencia, capacidad, apoyos, pero se requiere establecer, básicamente, empatía con la gente, con los electores. Hasta ahora, Cordero ha sido un funcionario discreto, no es, nunca lo ha sido, un político de masas, nunca se ha presentado como candidato a una elección, realizó la campaña de Calderón, pero es muy diferente hacerlo desde el cuarto de guerra que desde las calles y ante los medios. Por lo tanto, hasta ahora, no sabemos cómo puede ser el Cordero candidato. Parte en este proceso con una ventaja y con varios escollos que superar. La ventaja es obvia: el Presidente no tiene animadversión alguna, al contrario, hacia Josefina Vázquez Mota, quien lidera las encuestas internas, pero no cabe duda que el apoyo de Los Pinos está con Cordero. Sin embargo, ahí reside también la mayor dificultad para Ernesto: es el candidato de la continuidad, como lo dijo, pero no puede ser el candidato del continuismo. Debe mostrarse y ser un hombre leal a Calderón, mas debe tener un perfil propio, distinto, que permita identificarlo con una personalidad (y generar unas expectativas) distinta a la administración actual.
Eso le falta a Cordero. La gente debe dejar de verlo como el funcionario diligente y tiene que convertirse en el candidato con una visión propia, diferente, del país, si quiere tener éxito. Eso se refleja en las encuestas. Está muy lejos de Josefina, que sí ha logrado construir un discurso propio. Por supuesto que los números, más en una elección interna como la del panismo, son reversibles, pero debe realizarse una labor muy intensa para lograrlo y entusiasmar con una visión nueva, distinta. Exactamente lo que hizo Felipe Calderón hace seis años para derrotar a Santiago Creel, quien participaba con todo el respaldo del entonces presidente Fox. Es la hora en la que Cordero tendrá que mostrar, no sólo que es un funcionario eficiente, sino un candidato competitivo.
Los otros cambios no generan sorpresa. José Ángel Córdova Villalobos ha sido, como dijo el presidente Calderón, uno de los mejores secretarios de Salud de los últimos sexenios. Cometió errores en sus primeras semanas y tuvo el sentido común para rectificar y asumir una línea de trabajo eficaz, sin protagonismos, basada en la búsqueda de acuerdos y eso le permitió sortear dificultades tan graves como la del virus de la influenza. Pero también encabezar al sector en una época de gran expansión de la oferta de la salud pública. Salvo que el panismo quiera suicidarse es sin duda el mejor candidato para Guanajuato. Llega en su lugar un funcionario joven y que no es médico, como Salomón Chertorivski. Es un muy buen administrador y creo que eso es lo que se espera de él en estos 15 meses que restan al gobierno. Lo hizo con eficiencia y sentido en el Seguro Popular y tiene lo necesario para hacerlo en la Secretaría de Salud, donde las presiones son mucho mayores. A la administración tendrá que sumar política.
José Antonio Meade era el reemplazante lógico de Cordero en Hacienda. Ha estado en el corazón de los proyectos presupuestales y las leyes de ingresos en los últimos años y, paradójicamente, en los últimos días hubo quienes se opusieron a su posible nombramiento porque no es militante del PAN. No lo es, tampoco, de algún otro partido, pero precisamente por eso se trata de un perfil idóneo para el momento: lo menos que debería querer el gobierno es que se partidizara la economía.
De la llegada de Alejandro Poiré al Cisen ya hablaremos, porque allí sí la designación creo que puede implicar un cambio de rumbo.
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