07 septiembre, 2011

Dios nos ampare

Dios nos ampare

Hoy, la institución del amparo funciona como industria perversa, la favorita de quien ande chueco. No permite que la justicia se abra paso, se le usa para hacerla tropezar. Sean antros, congales, casinos, taxis pirata, microbuses tolerados, la industria del amparo protege cada vez menos al ciudadano.

José Cárdenas

El pavoroso caso de Néstor (in)Félix Moreno Díaz, ex director de Operaciones de la Comisión Federal de Electricidad hizo evidente que el amparo, hecho para proteger al ciudadano contra los abusos de autoridad, es ahora el recurso favorito de las mafias para trabar la justicia.

¿Tiene algo qué decir de lo ocurrido el señor juez Juan Silva Meza, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación?

El tejemaneje de un amparo-veloz obtenido en noche de sábado permitió huir el domingo al ex funcionario. Es prueba plena de que el presidente Felipe Calderón no exagera al exigir que el Poder Judicial revise sus actuaciones, “porque si bien la mayoría de los jueces son honestos, también hay algunos que han sucumbido a la tentación de los criminales”, dice.

Me explico.

Moreno Díaz salió del Reclusorio Oriente con un amparo en la bolsa, 12 horas después de haber sido capturado en la maroma de evadir a la justicia. Está acusado de enriquecimiento ilícito por más de 33 millones de pesos. Recibió un yate de 1.8 millones de dólares, un Ferrari de 297 mil 500 dólares y un pago de 170 mil dólares en una de sus tarjetas American Express. Además, ordenó enviar 600 mil dólares a sus familiares, todo, a cambio de beneficiar a contratistas estadunidenses.

Este ex funcionario es otro prietote en el arroz de la administración pública.

Si ese “señor” no pone en riesgo la estabilidad del Estado, hace visible el calibre de los cañonazos de la transa y la podredumbre en la operación de una empresa pública mexicana que ostenta ser “de clase mundial”.

Hace 13 meses había sido denunciado en EU por el Houston Chronicle; en México, el diario Reforma hizo lo propio. Como resultado de la ventaneada, fue inhabilitado diez meses por la Secretaría de la Función Pública. Pero la PGR no hizo gran cosa por investigarlo… ¡en casi un año!

El caso de Moreno Díaz muestra el oscuro mundo donde se trafica con la Ley de Amparo. Es el maná favorito de la delincuencia de cuello blanco. Una institución desviada o de plano podrida.

El amparo fue una de las creaciones jurídicas más nobles para proteger a la persona, darle chance de explicar sin quedar inerme ante una posible injusticia.

Cuando Manuel Crescencio Rejón y Mariano Otero le dieron vida en el siglo XIX, no existían las comisiones de derechos humanos que protegieran al ciudadano, con recomendaciones y otros “recursos no jurisdiccionales” (distintos al derecho en los juzgados).

Hoy, la institución del amparo funciona como industria perversa, la favorita de quien ande chueco. No permite que la justicia se abra paso, se le usa para hacerla tropezar.

Sean antros, congales, casinos, taxis pirata, microbuses tolerados, la industria del amparo protege cada vez menos al ciudadano. Es arma predilecta de mafias, tepocatas y víboras prietas, como decía el clásico.

Así de grave.

MONJE LOCO: ¡Lástima, Margarito! En la pomposa reunión de los pomposos académicos de la UNAM, desfiló el espejo de las vanidades académicas del Instituto de Investigaciones Jurídicas. Ya hablan de formar grupos de trabajo para alcanzar otro acuerdo nacional en la estrategia contra el crimen; otra vuelta de tuerca con chanfle.Ya se sabe, ya se supo

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