Diez años después del 11-S, el precio del crudo ronda los 115 dólares el barril y Estados Unidos alcanza el mayor déficit de su historia.
En la mañana del 11 de septiembre de 2001, las perspectivas de EEUU parecían tan brillantes como el cielo azul que lucía ese día sobre Manhattan. El precio del barril de Brent estaba a 28 dólares, el Gobierno Federal tenía excedente presupuestario y la economía de EEUU se recuperaba, aunque de manera imperceptible, del estallido de la burbuja tecnológica. El país más poderoso de la tierra vivía tiempos de paz.
Diez años después, el precio del crudo está en torno a los 115 dólares el barril, EEUU prevé que en 2011 el déficit de presupuesto alcance 1,58 billones de dólares (el mayor de su Historia); la situación económica sigue siendo delicada, y las fuerzas militares y los servicios de inteligencia continúan en guerra, combatiendo la insurgencia y el terrorismo islámico desde Afganistán a Pakistán y desde Níger a Yemen.
El Almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor de EEUU, ha llegado a afirmar que la deuda nacional representa la mayor amenaza para la seguridad nacional. La reciente decisión de Standard & Poor’s de rebajar la calificación crediticia a EEUU parece confirmar el declive de la superpotencia.
Aunque no exista una conexión directa que vincule los atentados del 11-S con la grave situación económica que vive EEUU, el coste ajustado a la inflación de la “guerra global contra el terror” que se inició tras los atentados supera los dos billones de dólares, el doble de lo que costó la guerra de Vietnam.
Unilateralismo
La respuesta del presidente George W. Bush al atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono fue emprender dos guerras, contra Afganistán e Irak, adoptar un firme unilateralismo a expensas de las alianzas y la legislación internacional, y promocionar de manera casi evangélica la democracia en Oriente Medio.
Las políticas de su administración resquebrajaron algunas alianzas en Europa y produjeron una caída de la posición de EEUU en el exterior.
En el lado positivo de la balanza se encuentra el hecho de que EEUU hasta ahora no ha sufrido otro ataque terrorista en su territorio. Otros países no han corrido la misma suerte. Los atentados de Bali (2002), Madrid (2004) y Londres (2005) no fueron tan mortíferos como el 11 de septiembre, pero causaron varios cientos de víctimas.
Aunque Al-Qaeda ha reducido el número de atentados, no se descartan futuras acciones terroristas del grupo. La documentación incautada en el refugio que Osama bin Laden tenía en Abbottabad, Pakistán, hace pensar que la organización podría estar planeando otro atentado espectacular, tal vez para coincidir con el aniversario.
La gran alianza geopolítica
Tras los atentados al World Trade Center, se produjo una alianza geopolítica comparable a las de 1815, 1945 ó 1989. EEUU logró una coalición contra el terrorismo que incluyó a países en su día enemigos de la superpotencia, como Rusia y China y a otros regímenes denostados por EEUU, como Irán, Cuba y Sudán.
La respuesta militar no se hizo esperar. Tras identificar a los responsables de haber perpetrado los atentados, EEUU realizó una brillante campaña improvisada para derrocar a los talibanes en Afganistán.
En cuestión de semanas, con la ayuda de los señores de la guerra, las fuerzas especiales estadounidenses y su abrumadora potencia aérea pusieron contra las cuerdas al régimen de Kabul. Aunque los líderes huyeron, la red de Al Qaeda sufrió incesantes ataques.
Sin embargo, un año después, EEUU había perdido su ventaja moral. El error de Bush fue asegurar que el cambio de régimen en Irak era sólo el primer paso para lidiar con lo que describió como un “eje del mal”, que incluía a Irán, Corea del Norte y cualquier otro adversario sospechoso de ofrecer apoyo a terroristas.
La preocupación creció con la publicación en 2002 de un nuevo plan de seguridad nacional, que abandonaba conceptos acuñados en la Guerra Fría como contención y disuasión.
Acción preventiva
La nueva versión hablaba de acción militar preventiva, cambio de régimen y un nuevo tipo de operaciones que justificaban la tortura y negaban a los sospechosos de ser terroristas los derechos previstos por la Convención de Ginebra.
EEUU combatió en Irak sin el apoyo de aliados tradicionales como Canadá, Francia y Alemania, sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU y sin pruebas concluyentes de que Saddam Hussein tuviera armas de destrucción masiva que fueran una amenaza inmediata.
A principios del nuevo siglo, coincidiendo con el lanzamiento de una nueva unión monetaria, los líderes europeos aprobaron planes para hacer de la UE la zona económica más competitiva del mundo. Diez años después, el diseño original de la Unión Monetaria Europea ha demostrado ser un error.
Los mecanismos de cumplimiento presupuestario se ignoraron y las economías periféricas, que crecieron al amparo de los bajos tipos de interés, han resultado ser muy poco competitivas. El contagio de los mercados de bonos amenaza ahora con extenderse a Italia.
Pese a centrarse en la lucha contra el terrorismo, EEUU tenía en cuenta las tendencias geopolíticas. En 2008, el país firmó con la India un acuerdo de cooperación nuclear civil. Esta sociedad estratégica entre Washington y Nueva Delhi no sólo ofrece un contrapeso al auge de China, sino también al de Pakistán.
En cambio, las relaciones chino-estadounidenses no representan mucho más que un acuerdo incómodo. Pekín ve a Washington (en el mejor de los casos) como ‘ni amigo ni enemigo’, mientras EEUU ha comprendido, aunque tarde, el desafío que presenta China a su dominio en el Pacífico.
Crisis del sistema financiero
En última instancia, el evento geopolítico más significativo de los últimos 10 años no ha tenido lugar en el campo de batalla, sino en el sistema financiero. La crisis bancaria global tuvo su origen en una escasa regulación, en los incentivos para que los bancos vendieran hipotecas a estadounidenses incapaces de pagarlas y en un excesivo apalancamiento del sistema.
Estas distorsiones fueron creadas, en parte, por los desequilibrios globales producidos por el hecho de que en EEUU vivieran del crédito barato.
Además, gracias a la mano de obra barata, China exportaba deflación al resto del mundo y financiaba el déficit de EEUU, reciclando su propio superávit en bonos del Tesoro. Ahora, tres años después del inicio de la crisis, EEUU y Europa ven cómo su crecimiento se ralentiza, mientras las economías asiáticas siguen creciendo.
En total, las bolsas asiáticas representan ahora 31% de la capitalización de mercado global, por delante del 25% de Europa y a un paso del 32% de EEUU. El año pasado, China superó a Alemania, convirtiéndose en el primer exportador y sus bancos ya están entre los más grandes del mundo por capitalización de mercado. Además, los países emergentes son ahora el motor de la economía global. China lidera el consumo, y se ha convertido en el primer mercado de automóviles del mundo, por delante de EEUU.
Por otra parte, el voraz apetito de materias primas de China está creando nuevas rutas comerciales, especialmente con mercados emergentes como Brasil. América Latina ha salido prácticamente indemne de la crisis.
En cuanto al legado del 11-S, Gerard Lyons, economista jefe de Standard Chartered Bank, cree que las tres palabras más importantes de la última década no han sido “guerra al terror”, sino “hecho en China”. En su opinión, si las tendencias se mantienen, las tres más importantes de esta década serán “propiedad de China”.
El despertar árabe
El despertar árabe ha echado por tierra la teoría de que Oriente Medio, a excepción de Israel, es incapaz de adoptar la democracia. Uno por uno, los dictadores de la zona, desde Zine el-Abidine Ben Ali, en Túnez, a Hosni Mubarak, en Egipto, han sido derrocados por el pueblo, que exige dignidad, libertad y trabajo. La caída de Muamar Gadafi, en Libia, se ha visto precipitada por una rebelión armada con ayuda de la OTAN, y el presidente Bashar al-Assad, de Siria, podría ser el siguiente líder derrocado por las protestas callejeras.
La cuestión es si el expresidente Bush acertó al afirmar que los regímenes autocráticos de Oriente Medio eran el germen del terrorismo islámico radical y, por tanto, representaban una clara amenaza para EEUU. Si la respuesta es sí, los errores cometidos por su administración se debieron menos a un fallo en el diagnóstico que a un problema de ejecución.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario