Andrés Oppenheimer
Las revoluciones en muchos países petroleros del Medio Oriente están ocupando grandes titulares hoy en día, pero es posible que esa situación no sea eterna: hay indicios de que las Américas reemplazarán al Medio Oriente como la mayor región productora de petróleo del mundo en un futuro próximo.
Un artículo publicado en la edición actual de la revista Foreign Policy resume la situación en un titular de dos palabras: “Adiós OPEC”. Dice que la OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo), dominada por países del Medio Oriente, perderá gran parte de su poder en la década del 2020 porque “las Américas, no el Medio Oriente, será para entonces la capital mundial de la energía”.
Amy Myers Jaffe, directora del Foro de Energía del Instituto Baker, en la universidad Rice, y autora del artículo, dice que ese cambio se dará por factores tecnológicos y políticos.
Aunque los geólogos saben desde hace mucho tiempo que hay enormes depósitos de energía sin explotar en las Américas, la mayor parte de esas reservas eran difíciles de explotar porque estaban en aguas profundas, rocas o arenas. Pero las nuevas tecnologías están cambiando esa situación.
Hay más de 2 billones de barriles de petróleo provenientes de fuentes no convencionales en Estados Unidos, más otros 2.4 millones de barriles en Canadá y 2 billones en Sudamérica, comparados con 1.2 billones de barriles de reservas petroleras convencionales del Medio Oriente y Africa del Norte, dice el artículo.
Gracias a las nuevas técnicas de perforación horizontal usadas en Estados Unidos, y a otras nuevas tecnologías empleadas para extraer petróleo de las arenas bituminosas en Canadá, o en los depósitos “pre-salt” de las costas de Brasil, esas y otras reservas de las Américas pronto se convertirán en el centro de gravedad de la exportación de petróleo del mundo, afirma.
Además, la producción petrolera del Medio Oriente se verá afectada por la agitación política en esa parte del mundo.
“Medio Oriente y Africa del Norte, regiones azotadas por las revoluciones, pronto tendrán que enfrentar una verdad incómoda”, dice Myers Jaffe. “Los cambios de gobierno en la región han conducido, históricamente, a prolongadas y pronunciadas caídas de la producción petrolera”.
La producción de Libia cayó de 3.5 millones de barriles diarios en 1969, cuando el coronel Muammar Khadafy derrocó al rey Idris, a 2 millones de barriles diarios en las siguientes tres décadas, y a casi cero actualmente. Irán sufrió una enorme caída de sus exportaciones petroleras tras la revolución de 1979, y lo mismo ha ocurrido en otros países de la región, dice.
Tras leer el artículo, llamé a Mauricio Tolmasquim, el presidente de la Compañía de Investigación Energética (EPE) del gobierno de Brasil, para preguntarle cuáles son las últimas estimaciones sobre los depósitos petroleros submarinos de Brasil.
Tolmasquim me dijo que Brasil espera aumentar su producción de petróleo desde los actuales 2.3 millones de barriles diarios a 6 millones de barriles por día en el 2020.
“Casi triplicaremos nuestra producción petrolera para el 2020, y alrededor de la mitad de nuestra producción será exportada”, dijo. “Esperamos empezar a exportar una cantidad significativa de petróleo alrededor del 2015.”
¿No corre Brasil el riesgo de ser víctima de la “maldición petrolera”?, le pregunté. Casi todos los países en vías de desarrollo con enormes depósitos de petróleo, como Venezuela y Nigeria, han recibido una avalancha de dólares que condujo a una escalada inflacionaria, corrupción, populismo, autócratas, y más pobreza, el fenómeno al que los economistas llaman “la enfermedad holandesa”.
Tolmasquim me señaló que Brasil ha establecido un Fondo Petrolero, muy similar al de Noruega, que recibirá el ingreso petrolero del país, y del cual el gobierno sólo podrá usar los intereses para invertir en salud, educación y otros servicios sociales. “La idea de esa ley fue precisamente la de prevenir la enfermedad holandesa”, concluyó.
Mi opinión: El futuro boom petrolero de las Américas es una excelente noticia. Pero me preocupa la posibilidad que muchos gobiernos, en vez de seguir los pasos de Noruega, usen esos ingresos con propósitos político-electorales.
Durante una visita a Brasil a principios de este mes, me enteré de que la ley que crea el Fondo Petrolero permite que sus ingresos sean invertidos tanto dentro como fuera del país. Eso podría permitir que los gobiernos usen los fondos arbitrariamente. En Noruega, todo el dinero del fondo petrolero se invierte en el exterior, y los políticos no pueden tocar el capital del fondo, sino sólo disponer de sus dividendos.
Si las Américas se convierten en el nuevo epicentro de la producción energética mundial, eso podría ser una bendición. Pero muchos países petroleros deberían crear ya mismo fondos de inversión administrados independientemente que blinden los ingresos petroleros de la corrupción gubernamental, para no correr el riesgo de caer en fiestas petroleras que a la larga siempre producen más pobreza.
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