27 septiembre, 2011

En el infierno se puede reír

Grecia

Paris
“Nosotros vamos al café. Es lo único que nos queda” - Una maestra ateniense.

“Nosotros vamos al café. Es lo único que nos queda” - Una maestra ateniense.

Muchos griegos sienten que les están robando su futuro. Pero ¿a quién responsabilizar de esta situación? Uno escribe una carta a Angela Merkel, otro quiere que su pueblo revise sus valores. Un reportaje en Atenas, donde la gente ríe de desesperación. Extractos.


Se ríe. Aún se ven personas riéndose en los cafés. Muchos cafés están a rebosar de clientes. Ir al café es un acto de rebelión, contra esas jornadas que hacen enloquecer, contra esas mañanas en las que saben, al abrir los ojos, que se han adentrado un poco más en el túnel y empiezan a sentir cómo aumenta el pánico. Se sientan delante de un café expreso y un vaso de agua, a menudo durante horas, con la mirada fija en esta ciudad que cada vez les resulta más extraña y en este país que se les escapa. "Ustedes, los alemanes, salen al campo a coger champiñones", dice Ersi Georgiadou. "Nosotros vamos al café. Es lo único que nos queda".

Ersi Georgiadou conoce bien a los alemanes. Enseña su idioma a los griegos. Algo que ahora resulta más difícil que antes. Este año, los alumnos no tenían libros de texto al iniciar el curso. Les dieron un CD y ahora tienen que imprimir los primeros capítulos en casa o bien conseguir las fotocopias. Ersi Georgiadou se lleva las manos a la cabeza y comienza a reírse. De nuevo, un síntoma de desesperación.

Debe vivir con la idea de que, a partir de ahora, ante los ojos del mundo y de los alemanes, a los griegos se les considera unos ladrones y unos perezosos. Y la parte de la población culpable de los robos también ha robado al país su futuro. "Ya no sabemos qué nos espera la próxima semana", suspira Ersi Georgiadou. "La gente sólo piensa en el día siguiente. Sólo se habla de sobrevivir". El miércoles es el día de pago y la profesora sigue sin saber qué porcentaje de su sueldo recibirá.

La isla en la que uno de cada cinco es ciego


Por un lado, tienen un Gobierno incompetente, aterrorizado y que carece de estrategias, como piensa la mayoría de personas; por otra, ladrones y defraudadores a los que de momento no se les ha pedido ninguna explicación. Ersi Georgiadou vuelve a reírse y nos habla de la isla de Zakynthos, donde uno de cada cinco habitantes ha declarado ser ciego, lo que sería sorprendente desde el punto de vista médico, a menos que no sea algo relacionado con el lucrativo subsidio destinado a los invidentes. El Gobierno acaba de enviar a un grupo de oftalmólogos a la isla para que lo investiguen. Ersi Georgiadou confiesa que ha empezado a hacer acopio de víveres. Aceite, arroz, miel. "Pero intento mantener una actitud positiva". Algún día las cosas acabarán arreglándose. "¿En diez o quince años, quizás? ¿No cree?".

Las cosas tienen que cambiar. Unos se marchan, otros gritan a pleno pulmón para expresar su cólera, otros se suicidan. El suicidio siempre ha sido un tabú en esta sociedad en la que la Iglesia ortodoxa lo domina todo. Las cifras oficiales del suicido nunca han reflejado la realidad: la vergüenza impide a las familias confesar que uno de sus miembros se ha matado. "Nosotros, los griegos, no somos gente depresiva. Somos ruidosos y extrovertidos. Nunca se han producido muchos suicidios", asegura el psicólogo Aris Violatzis. "Hoy se registra la mayor progresión mundial".

En muchas ocasiones, el desencadenante es la situación social o económica, analiza el terapeuta. En su opinión, el Gobierno debe actuar ante esta situación. "Estas personas no se quieren morir. Lo que quieren es acabar con su dolor. Ahí es donde comienza la responsabilidad del Estado". También tiene un mensaje dirigido a los europeos: "La diabolización de Grecia atenta contra la sensatez. El pánico cunde entre los europeos y se dicen a sí mismos: sólo tenemos que quemar a una bruja para que el resto nos purifiquemos. Pero ¿es realmente la pequeña Grecia y sus diez millones de habitantes los que han provocado este cataclismo financiero? Es una caza de brujas".

La carta para Angela Merkel

Otros prefieren reconocer los fallos del país. Como Costas Bakouris, de Transparency International y antiguo empresario de éxito. "Individualmente, somos personas de gran talento. Pero colectivamente, somos un auténtico desastre", afirma al hablar de los griegos. "Tenemos que revisar nuestro valores". Pero el panorama no es totalmente negro. El turismo aumenta, las exportaciones se incrementan más de un 10%. Y en 2010, la corrupción descendió por primera vez en Grecia. "Es un comienzo".

Otras personas se niegan a creer en este rayo de esperanza. "Es una cuestión de dignidad", afirma Thanos Tzimeros. Este hombre ha hecho lo que pensaba que debía hacer. Ha escrito una carta a Angela Merkel, esa canciller alemana que tantos medios de comunicación griegos se dedican a demonizar. La carta es una acusación contra Grecia, envuelta en una petición de ayuda. En ella habla de "transacciones obscenas", de "ilegalidad orgiástica", y por supuesto del "principal infractor de las leyes", es decir, el mismo Estado griego. Thanos Tzimeros pide que los europeos no den ni un céntimo más a su país mientras los observadores de la UE no hayan constatado el cumplimiento de todas las promesas de reforma. Además, los alemanes deberán encargarse de estos controles. Thanos Tzimeros ahora quiere fundar un nuevo partido.

“Los alemanes asustan mucho”

¿Y tiene cabida el humor en el infierno? ¿Cuando el culpable está atado a la rueda y se tiran de las cuerdas, milímetro a milímetro, hasta que se oye el gran crujido que anuncia la ruptura de sus miembros? "Ahí es donde está precisamente", asegura el autor y realizador Michalis Repas. ¿De verdad? ¿Esta época se presta a la comedia? La respuesta es rápida como una bala: "Sí, a la perfección". "Perfectamente", confirma Thanasis Papathanasiou, su co-autor. Son dos realizadores de teatro y cine reconocidos, que han escrito una obra titulada con un nombre alemán, "Raus"[¡Fuera!]. Trata sobre el dueño de un burdel que hace pasar su establecimiento por un instituto cultural ante la Unión Europea y de un inspector alemán enviado a Atenas para comprobar que el dinero se ha empleado debidamente.

¿Y por qué un alemán? "Son modelos de rigor", responde uno. "Y además asustan mucho", prosigue el otro. "Raus" se sigue representando desde hace más de un año.

Los dos no se limitan a hacer reír: son dos autores politizados que con sus comedias también intentan analizar el nuevo ejemplar que sale a la conquista del mundo y que han bautizado como "el hombre codicioso". Éste acaba por devorarse a sí mismo. Michalis Repas y Thanasis Papathanasiou son europeos convencidos y no tienen ningún reparo a la hora de tratar el asunto de estos alemanes hoy tan criticados en Grecia. Su nueva obra es la adaptación de una farsa anti-nazi de Ernst Lubitsch, "Ser o no ser".

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