Crisis de la deuda
Libération París
La deuda griega está ahora fuera de control. Esta perturbadora conclusión ha sido adoptada por una comisión parlamentaria, es decir, por Atenas. Asfixiada por una recesión más severa de lo esperado y minada aún más por la creciente economía sumergida, parece improbable que Grecia cumpla con sus pagos dentro de los plazos
Esta escena tiene lugar en Hydra, una isla del golfo de Salónica, a dos horas en barco del Pireo, frecuentada por la alta sociedad griega, incluido el primer ministro Yorgos Papandreu. En agosto, al final de una cena en una conocida taberna, en la que se habían congregado una docena de personas, la jefa lleva la cuenta a la mesa: 150 euros. El recibo está hecho a mano, es decir, que no queda ningún registro del mismo. ¿Pagar con tarjeta de crédito? No ha lugar, no disponen de aparato para hacerlo. Entonces, será en efectivo. No hay que ser un lince para entender que el restaurante funciona esencialmente en negro y que así evade los impuestos.
Esta taberna no es una excepción, ni mucho menos. En toda la isla, los restaurantes, y también los cafés, defraudan al fisco a la vista de todos, como las pensiones sin declarar que doblan la capacidad hotelera de Hydra. De esta manera, un establecimiento solvente ofrece siete habitaciones a 50 euros mínimo la noche, pagados al contado y sin factura. Si se calcula sobre una temporada de cuatro meses, supone un ingreso de unos 42.000 euros para el propietario (descontando los gastos) libres de impuestos. Los cafés y los empresarios no se quedan atrás. De esta manera, sólo en Hydra, se evaden al fisco varios millones de euros. Quienes pagan sus impuestos, como los hoteles oficiales, tienen la desagradable impresión de ser quienes pagan el pato en esta historia, sobre todo después de que haya aumentado la presión fiscal.
Sin embargo, las denuncias siguen siendo escasas (18.500 en 2010 frente a las 4.500 de 2009). Todos saben que la mayoría de los inspectores de Hacienda son corruptos y que harán oídos sordos a cambio de un fakelaki, un “sobre”. Si bien es cierto que se aprecia algún progreso aquí y allá, una ruptura con la tradición de dos siglos de fraude masivo, como en la isla jónica de Léucade, donde la mayor parte de las tabernas distribuyen recibos fiscales tal y como está estipulado. Pero eso sigue siendo una excepción; restaurantes, taxis, cafés, empresarios, la economía sumergida está en todas partes y sus frutos son bien visibles (coches de lujo, casas nuevas, embarcaciones de recreo, etc…).
Exigir recortes no sirve para nada
Según las estimaciones, el mercado negro todavía representa entre un 30 y un 40% de la economía griega, sin contar la Iglesia y las empresas armadoras, legalmente exentas de impuestos…
Dos años después del comienzo de la crisis, Grecia no parece haberse dado cuenta de su gravedad y de los esfuerzos que deberá realizar para evitar la quiebra: más del 160% del PIB – 360.000 millones de euros de deuda pública, un déficit en 2011 que sobrepasará la estimación del 7,5% del PIB dado que ya era de 14.690 millones de euros el 1 de julio, cuando el límite anual se había fijado en 16.680 millones… Si bien se aprueban reformas, o no se aplican o muy poco.
La misión de la “troika” (Comisión, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que acaba de aterrizar en Atenas para evaluar los progresos realizados antes de desembolsar una nueva parte de la ayuda, únicamente podrá constatar que la Grecia actual es la versión moderna del tonel de las Danaides: exigir nuevos recortes presupuestarios no sirve de nada si el Estado no está en disposición de funcionar. “Creíamos que Grecia era un país normal, nos equivocamos”, reconocen en París. “Su problema no se solucionará en uno o dos años. Hay que ayudar a construir un Estado que funcione y eso llevará su tiempo, lo que implica que, para los mercados, la mantenemos hasta entonces”.
Incapacidad ante el fraude
La reciente Comisión de Control Presupuestario, compuesta por personalidades independientes, consideró el miércoles que la deuda estaba ya “fuera de control”. Desde luego, la recesión económica explica en parte ese patinazo descontrolado: sin duda un -4,5% en 2005 frente al -3,5% esperado, es decir un -10% en tres años. Aunque muchos países han sufrido una recesión todavía más fuerte (un -10,5% en 2010 en Letonia) sin estar en la situación de Grecia.
Atenas paga sobre todo por su ausencia de Estado, tal y como lo reconoce la Comisión de Control Presupuestario: “Está claro que el problema de este país no es únicamente el volumen de su deuda pública, sino también la incapacidad de consolidar la gestión presupuestaria actual. A pesar del titánico esfuerzo de ajuste presupuestario, no se ha obtenido ningún excedente primario y, por el contrario, el déficit primario se ha incrementado”. Se señala claramente la incapacidad de luchar contra el fraude fiscal. En lugar de preocuparse por el problema de la incompetencia y de la corrupción de los servicios, el ministro de Finanzas griego, Evangélos Vénizélos, siguiendo la más pura tradición local de la negación, se contenta con publicar un comunicado en el que tilda dicho informe de “metedura de pata”.
No sorprende por tanto que en numerosos países, como Finlandia, Alemania, Austria, los Países Bajos y Eslovaquia, les tiren de las orejas por desembolsar más dinero en forma de ayuda financiera tal y como se acordó en la cumbre del 21 de julio. Porque Grecia parece un caso especial: Irlanda, por ejemplo, también bajo asistencia financiera, está en vías de recuperación acelerada. La pregunta ya está por tanto planteada: ¿Podrá Atenas evitar la quiebra?
Contrapunto
No, los griegos no son vagos
"Debemos a Grecia los inicios de la aventura europea, debemos todo a Grecia", asegura Liviu Antonesei en el diario Adevărul. "Nadie puede afirmar que los griegos merezcan este desenlace ni enviarlos al diablo; los juicios de valor globales sobre los pueblos siempre son insultantes", opina el escritor rumano, que considera que calificar de perezosos a los griegos es "innoble e injusto". "Hay viejos de 70 años cuyos asnos cargan con el equipaje de los turistas en Santorini, campesinos que trabajan arduamente para ocuparse de las viñas, vendimiadores en el valle de Lassithi [en Creta], las farmacias cierran pasada la medianoche y ningún bar apaga la luz antes de que salga el último cliente...".
El problema de los griegos no es el miedo a trabajar, sino el rigor fiscal, subraya Liviu Antonesei. De hecho, la ayuda recibida por Grecia no es "dinero sin más, sino préstamos que las generaciones venideras pagarán caro. Cuando pienso en los bienes culturales que algún acreedor ha robado me parece completamente injusto, pero así es la vida. Vendida Grecia, la civilización europea ha desaparecido".
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