Presseurop
" Libia: fin de las operaciones aéreas".
Tras el acuerdo conseguido por los participantes en la conferencia de París sobre la “nueva Libia” se esconde la guerra encubierta entre Francia, Italia y Reino Unido para tener acceso a la explotación de los recursos del país, tal y como recogen los periódicos franceses, italianos y británicos.
Tras seis meses de hostilidades contra el régimen de Muamar el Gadafi, Nicolas Sarkozy y David Cameron convocaron en París a los representantes de unos sesenta países y ONG, así como a los miembros del Consejo Nacional de Transición libio, con el objetivo de poner fin a las operaciones militares y de esbozar la transición política y la reconstrucción de la “nueva Libia”. Como telón de fondo, la codicia por el maná petrolero libio.
Libération habla de una “prueba de fuego de la que se sale victorioso en Libia, la que vuelve a poner a Francia en su sitio y en consonancia con un nuevo mundo árabe”, y de una “Blitzkrieg [guerra relámpago] diplomática acompañada de una audaz apuesta militar”. Una apuesta de la que “las empresas petroleras francesas podrían obtener copiosos beneficios”, según recoge el diario.
“Eso es al menos lo que queda reflejado por escrito en el documento al que Libération ha tenido acceso. Un texto firmado por el Consejo Nacional de Transición (CNT), autoridad de transición creada por los rebeldes libios. Desde luego, era de conocimiento público que, cuando llegase el momento, el CNT tendría en mejor consideración a los países que más se habían comprometido con los insurgentes, concretamente respecto al número de contratos contantes y sonantes en el sector petrolero. Pero ese documento muestra claramente que los compromisos secretos se concedieron hace ya muchos meses”. De hecho, explica el diario, el 3 de abril, es decir, diecisiete días después de la adopción de la resolución 1973 por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el CNT firmó un carta dirigida al emir de Catar, que ha desempeñado el papel de intermediario entre Francia y el CNT, en la que se precisaba que el acuerdo sobre el petróleo cerrado con Francia, a cambio del reconocimiento del CNT como representante legítimo libio, atribuye el 35% del total del petróleo bruto a los franceses.
"Que Italia corteje ahora al CNT"
El éxito diplomático francés y su corolario energético preocupan en gran medida a Italia. Ésta entró a formar parte de la coalición gestionada por París y Londres a regañadientes, y la antigua potencia colonial teme ahora quedarse al margen del reparto del “pastel” libio. ¿Que pasará con Italia, “que era el primer socio económico de Libia y que estaba vinculada por un tratado de amistad firmado a costa de una mala alianza?” plantea La Stampa. Que será de “esta Italia que ocupa hoy en día un segundo plano, de la ENI [la concesión administrativa estatal de hidrocarburos] que tendrá que pelearse en el futuro con los franceses y los ingleses los nuevos contratos por la energía”. Bueno, que Italia “corteje al CNT para salvar sus contratos”, señala el diario.
“Fundamentalmente han sido París, seguida de Londres, quienes han querido esta ‘guerra falsa’ en Libia. Nicolas Sarkozy tratará de recoger los frutos de su compromiso, al dirigir la reconstrucción económica. La presencia de Italia en Libia se verá reducida”, aprecia Marta Dassù también desde las páginas de La Stampa. La politóloga italiana evoca la hostilidad histórica de los habitantes de Cirenaica – la región en la que se originó la rebelión – hacia los italianos, lo que limita el alcance de sus iniciativas diplomáticas.
“Italia tenía mucho que perder en esta ‘guerra falsa’ en Libia. Sin embargo, no lo ha perdido. La [reciente] visita del jefe de ENI a Bengasi confirma que todavía puede salvaguardar sus propios acuerdos energéticos”. Respecto a los europeos, “después de haber tenido posturas enfrentadas con relación a la guerra, tienen interés en promover un acuerdo entre los sucesores de Gadafi. La ilusión de una cotitularidad franco-británica del Mediterráneo ya ha fracasado en el pasado. Y los europeos fracasarán de nuevo si se limitan a pelearse por el ‘pastel’ de Libia. Su interés común, y de los libios, es no tener que echar de menos los tiempos de Gadafi. Después, quienes tengan capacidad podrán hacer negocios. Ésa es la única competencia aceptable entre las democracias del Viejo Continente”.
"Que los libios se gobiernen a sí mismos"
En el bando británico, tampoco se engañan sobre lo que está en juego en la posguerra. Tal y como subraya The Independent, ”los participantes están ahí para ver qué beneficios puede sacar”. ¿Quién va a “asegurar los contratos de la retirada de basuras, de abastecimiento de agua y de los conductos de petróleo hasta los puertos de este rico país en hidrocarburos? Para los occidentales, las oportunidades para involucrarse son numerosas, motivo por el cual tanto los libios como los árabes se muestran escépticos sobre sus intenciones humanitarias”.
Por ello, y para evitar que ”una precaria situación política desemboque en una lucha por el enriquecimiento personal”, el Financial Times sugiere “un sistema de contra-poderes creíble en el sector energético”, y “un amplio consenso constitucional, para permitir que los libios se gobiernen a sí mismos, como un pueblo libre”.
Alemania
Visión desde la barrera
El éxito de las operaciones militares en Libia pone a Alemania, que no las ha apoyado, en un apuro, puesto que ahora es el momento de discutir cómo se va a realizar la reconstrucción y los contratos que suscitará. En concreto, el ministro de Asuntos Exteriores Guido Westerwelle está en el candelero, según informa el Süddeutsche Zeitung. Tras el triunfo militar de la OTAN, atribuyó la caída del régimen de Gadafi al embargo internacional sobre Trípoli, que contaba con el apoyo de Alemania, más que a la insurrección armada. Westerwelle ha reconocido en público su error, a instancias de la canciller Angela Merkel, pero, según señala el diario bávaro, “todos los políticos, fuese cual fuese su opinión sobre la intervención de la OTAN en Libia, le han criticado. Una vez que Gadafi ha sido derrocado, el panorama ha cambiado completamente: todo el mundo manifiesta su respeto por la OTAN. El alivio por la caída de Gadafi favorece el apoyo a una guerra que nunca tuvo como objetivo la salida del dictador”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario