El general Pérez Molina en un mitín de campaña. | Reuters
¿Cómo resolver la violencia y el hambre a la vez?. Un ex militar señalado de torturador, un joven populista que ofrece llevar a la selección al Mundial de fútbol y un rector universitario con aspecto de honrado han ofrecido durante cuatro meses, y hasta este viernes, sus recetas para que Guatemala deje de ser uno de los países más violentos y desiguales del continente.
Hay una decena de aspirantes más, pero Otto Pérez Molina (PP), Manuel Baldizón (LIDER) y Eduardo Suguer (CREO) son los que tienen más posibilidades de pasar a una segunda vuelta. Tres candidatos de derecha que han hecho de la seguridad, aderezada con programas sociales, el centro de su discurso. Pero sobretodas las recetas una: la “mano dura” del General Otto Pérez Molina.
Nada de esto es nuevo (incluso algunos probaron con la 'supermano dura', como el candidato de ARENA Rodrígo Ávila en El Salvador) pero lo que sí es nuevo es que por primera vez en la breve historia democrática de Guatemala un candidato podrá ganar el domingo en primera vuelta. También lo es que, por primera vez, no sólo no hay ningún candidato del partido oficial, sino que tampoco hay un aspirantes de izquierda con posibilidades.
Con más de 20 puntos de ventaja sobre sus oponentes, Otto Pérez Molina, de 61 años, lidera las encuestas gracias, entre otras cosas, a la impresionante cadena de simpatizantes que ha creado durante estos últimos cuatro años. Miles de jóvenes que no cobran un solo quetzal pero que llevan entusiastas su mensaje hasta el último rincón del país a través de una estructura piramidal que serían la envidia de cualquier movimiento religioso. A su consolidación contribuyó la anulación de la candidatura de Sandra torres y, sobretodo, la inseguridad, y los 18 muertos diarios que deja la violencia. "El Ejército es la única institución del Estado capaz de enfrentarse a los Zetas", suele decir El General, como es conocido en Guatemala. El propio Colom reconocía en entrevista con este periódico hace dos meses que Guatemala está a un paso de convertirse en un estado fallido.
El impulso definitivo para Otto Pérez Molina llegó cuando Sandra Torres quedó fuera de la elección por “fraude”, al interpretar la justicia que su divorcio del presiente Colom era sólo una maniobra para evitar la ley que impide a los familiares del presidente ser candidatos. Ella aglutinaba el voto de los que no quieren ver ni en pintura el regreso de los militares al poder. De paso ayudó al General a corregir errores del pasado. Ahora ya no hablaba de seguridad y “mano dura” sino que incorporó a los pobres a su discurso. Al hilo de la anulación ha crecido el populista Baldizón que, con un 18% en intención de voto, es capaz de prometer terneras, pena de muerte y becas, en el mismo mitin.
En la recta final todos los candidatos han garantizado la continuidad de programas como “mi familia progresa” con el que han salido del hambre miles de familias. Unos programas que puso en marcha el presidente Colom pero que monopolizó su ex esposa. Y es que Guatemala sigue un país de ofensivas desigualdades.
Mientras el 52 % de los habitantes vive en la miseria, es uno de los países con más aviones privadas de América Latina. Aunque el país crece al 3% anual, 2.000 niños murieron por desnutrición el año pasado. Mientras 6.000 personas murieron de forma violenta en 2010, una cifra similar murió de hambre, tal y como revela el diario digital Plaza Pública en su último reportaje sobre la crisis alimentaria.
Según las últimas encuestas Otto Pérez Molina llega a la recta final con un 48% de los votos. Su equipo de campaña confía en una buena movilización de sus simpatizantes el día de la elección para lograr los dos puntos que le faltan (50% de los votos válidos más uno, según la ley) para ganar el domingo.
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