09 septiembre, 2011

Lo bueno de todo esto, es que se pondrá peor; y en México, “más peor”

La estabilidad económica, debemos entender, es condición necesaria, mas no suficiente para crecer y crear empleos.

Ángel Verdugo

Creo que hoy, después de la entrevista que la señora Lagarde concedió a la revista alemana Spiegel, para nadie hay duda, ya que las cosas se han complicado, pues todas las soluciones intentadas a la fecha, no han dado los resultados esperados.

También, dados los elementos que en dicha entrevista enlista, el futuro pinta mal, pues al menos durante los dos años y medio que vienen, no se esperan cambios positivos que permitirían “cantar victoria” frente a la recesión, que para todo fin práctico, lleva más de tres años, pues en algunos países sigue ahí.

De tener interés en lo que respondió la directora gerente del FMI a los entrevistadores de Spiegel, puede usted leer la entrevista en esta dirección de libre acceso de ese medio impreso:

http://www.spiegel.de/international/world/0,1518,784115,00.html.

¿Qué lecciones podemos extraer de las respuestas de la señora Lagarde y cuáles, específicamente, serían para un país como México cuya dependencia de la economía de Estados Unidos, es muy elevada. La lectura cuidadosa de sus respuestas, debe poner a pensar seriamente a quienes toman las decisiones en materia de finanzas públicas, políticas monetaria y fiscal y son responsables de elaborar y aprobar leyes y reglamentos que dan sustento al crecimiento económico, la atracción de inversiones y la creación de empleos.

Debemos, los interesados en lo arriba señalado, dejar de lado esa afirmación parcial y, por lo tanto, errónea, de que la estabilidad económica es la panacea que cura todo mal. Tal parece que a fuerza de repetirlo, nos hemos creído esa media verdad. La estabilidad económica, debemos entender, es condición necesaria, mas no suficiente para crecer y crear empleos.

La actualización —urgente— del soporte jurídico de nuestra economía es el complemento indispensable de la estabilidad económica; sin aquélla, ésta no hace milagros. Revisemos con cuidado los años que llevamos con estabilidad económica y finanzas públicas en equilibrio, y veamos las cifras del crecimiento del PIB; no podemos ocultar el hecho: no hay correspondencia entre aquéllas y éstas.

¿Por qué es esto? Porque la primera —estabilidad económica— sin lo segundo —actualización del andamiaje jurídico—, jamás nos dará un crecimiento a tasas altas por periodos prolongados. Bueno sería, que después de leer la entrevista, revisáramos las antiguallas jurídicas que pueblan nuestra legislación en materia económica y finanzas públicas para ver si ahora sí, después de tanto intento, logramos concretar las reformas por tantos años pospuestas.

La situación está muy difícil; impactará los niveles de crecimiento de las economías de nuestros principales socios comerciales y, en consecuencia, la demanda proveniente de esos países sufrirá una caída que, inevitablemente, se verá reflejada en nuestra economía.

La caída del empleo, la baja en el consumo y la demanda de crédito, así como menores flujos de inversión extranjera entre otros efectos negativos, permiten dibujar un panorama nada halagador para los próximos dos años. La salida inteligente y única admisible por el efecto positivo en la estructura económica, es enfrentar y resolver nuestros problemas estructurales.

No lo es, en modo alguno, elevar el gasto público; no nos dejemos deslumbrar por el espejismo perverso que produce. Ya nos hemos equivocado muchas veces en esto, desde 1970; una equivocación más, sería imperdonable y sus consecuencias, difíciles de medir en estos momentos.

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