En su discurso de la pasada semana ante una sesión conjunta del Congreso, el presidente Barack hizo un llamamiento para que se haga otro gasto federal de $477,000 millones el cual, dijo él, daría esperanza y dignidad a cientos de miles de jóvenes con problemas a la vez que daría a sus padres de bajos ingresos “escaleras para salir de la pobreza”. Y hoy, la Oficina del Censo de Estados Unidos publicó su informe anual sobre la pobreza que establece que 46.2 millones de personas, o aproximadamente uno de cada siete americanos eran pobres en 2010. Lo que el presidente Obama no le dijo al país al tiempo que pedía más gasto –y lo que la Oficina del Censo no informó– es lo que realmente significa ser pobre en Estados Unidos.
En un informe de Heritage, Robert Rector y Rachel Sheffield, exponen lo que los propios hechos y cifras del gobierno de Estados Unidos realmente dicen sobre la pobreza en la nación. Los resultados lo podrían sorprender, especialmente si su idea de la pobreza es la convencional, esa que los medios de comunicación perpetúan — a saber, estar privados de vivienda y sufrir hambre. En realidad, sin embargo, las condiciones de vida de aquellos definidos como pobres por el gobierno son muy diferentes de la imagen general. Los siguientes son datos factuales sobre las personas definidas como pobres por la Oficina del Censo:
- El 80% de los hogares pobres tiene aire acondicionado.
- Casi tres cuartas partes tienen auto o camioneta y el 31% tiene dos o más autos o camionetas.
- Casi dos tercios tienen televisión por cable o satélite.
- Dos tercios tienen al menos un aparato de DVD y el 70% tiene un aparato de video.
- La mitad tiene una computadora y uno de cada siete tiene dos o más computadoras.
- Más de la mitad de las familias pobres con hijos tiene un sistema de videojuegos como la Xbox o la PlayStation.
- El 43% tiene acceso a Internet.
- Un tercio tiene un televisor de pantalla gigante, sea de plasma o LCD.
- El 25% tiene un sistema de grabación digital de video, tal como TiVo.
En lo referente al hambre y a la falta de vivienda, Rector y Sheffield señalan estadísticas de 2009 del Departamento de Agricultura que muestran que el 96% de los padres pobres dijeron que sus hijos nunca pasaron hambre en ningún momento del año porque no pudieran comprar alimentos. El 83% de las familias pobres informaron tener suficiente alimento para comer y en el curso de un año, solo el 4% de los pobres estuvieron temporalmente sin vivienda; un 42% de hogares pobres en realidad son propietarios de sus viviendas. ¿Quiere Ud. una comparación internacional? El americano pobre tiene, como promedio, más espacio en su vivienda que el sueco o alemán promedio.
Nada de esto quiere decir que los pobres lo tengan fácil. Es triste, pero uno de cada 25 estará temporalmente sin vivienda durante el año y uno de cada cinco adultos pobres experimentará en algún momento del año escasez temporal de alimento. Pero exagerar las condiciones de pobreza no hace ningún bien a Estados Unidos, como Rector y Sheffield explican:
El pobre que ha perdido su casa o que en ocasiones experimenta hambre no hallará consuelo en el hecho de que su condición ocurre raramente en la sociedad americana. Sus dificultades son reales y deberían constituir una importante preocupación para los políticos. Sin embargo, la política antipobreza necesita estar fundamentada en información precisa. Las burdas exageraciones sobre la extensión y severidad de las dificultades en Estados Unidos no serán de beneficio para la sociedad, los contribuyentes o los pobres.
Esas exageraciones sobre los síntomas de la pobreza tampoco sirven para resolver la raíz del problema. Como escriben Rector y Sheffield, “Entre las familias con hijos, el hundimiento de la institución matrimonial y la erosión de la ética de trabajo son las principales causas a largo plazo de la pobreza”. Para verdaderamente beneficiar a los pobres, nos dicen los autores, la política de asistencia social deberá exigir a los receptores de ayuda físicamente aptos que trabajen o que se preparen para trabajar como condición para recibir ayuda. Y esa política debería buscar fortalecer la institución matrimonial en comunidades de bajos ingresos, en vez de ignorarla o penalizarla”.
La pobreza es un serio problema que exige soluciones serias. Pero los responsables políticos y el público necesitan información correcta sobre lo que verdaderamente significa la pobreza en Estados Unidos. Solo entonces pueden poner en marcha las políticas adecuadas para ayudar a esos americanos que verdaderamente lo necesitan.
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