Se sigue hablando profusamente sobre “el modelo de China”. Se supone que ese modelo es una forma superior de organizar la economía, especialmente en una economía en desarrollo, que el modelo americano u occidental de capitalismo competitivo. Hay muchas partes importantes en este debate, pero en él ha pasado desapercibido un punto crítico: Hay dos modelos en China, no uno.
El primer modelo brindó notable éxito a China y debería emularse en el desarrollo. Ahora está siendo ignorado en gran medida. El segundo modelo en realidad ha debilitado la economía de China y, probablemente, está perjudicando a la economía mundial. Desafortunadamente, es este último modelo del que se habla.
Modelo 1: China se reforma
A finales de 1978, el Partido Comunista chino nacionalizó un programa iniciado a nivel local en todo el país para conceder ciertos derechos de propiedad a los agricultores. Ese programa hizo que la productividad agrícola y los ingresos rurales se dispararan, lo que permitió la migración masiva a las ciudades chinas y proporcionó la base indispensable para la explosión industrial de China.
Se lanzó una segunda ola de reforma en 1992, reduciendo al Estado, la comercializando la economía urbana, y, finalmente, permitiendo que China se uniera a la Organización Mundial del Comercio (OMC). En 1978, el PIB per cápita se estimaba en 381 yuanes, mientras que ya para 2003 era más de 10,000 yuanes. Este es el modelo que sacó a más gente de la pobreza que cualquier otro programa en la historia humana.
Modelo 2: China revierte
Alrededor de 2003, las cosas empezaron a cambiar. Un nuevo gobierno reemplazó a los reformistas especialmente escogidos por Deng Xiaoping. Este gobierno reviró, se detuvo y luego dio marcha atrás a las reformas de mercado en favor de una política de desarrollo dirigida por el Estado con préstamos de bancos estatales y con la producción a cargo de empresas estatales. Los resultados parecen impresionantes, pero en realidad son perjudiciales.
El desequilibrio sin precedentes de la inversión china sobre el consumo se creó durante este período. Muchas industrias han visto cómo se acababa con pequeñas empresas privadas eliminándolas en nombre de los poco acertados “campeones nacionales” que son mucho menos capaces de verdadera innovación. A fin de garantizar la primacía de estos gigantes, se ha ampliado el apalancamiento monetario de forma espectacular. Obviamente, esto no tiene nada que ver con mejores derechos de propiedad, la reducción del Estado y el cumplimiento de las normas de la OMC.
Mientras que China ahora es indudablemente más grande y más apreciable en la escena mundial que en 2003, no es más próspera. Es como si la economía se hubiera hinchado por comerse demasiados recursos y ahora está obesa.
La supresión del consumo en aras de la inversión es perjudial para la prosperidad individual y no es sostenible. Una producción industrial mucho más allá de la demanda del mercado perjudica el medio ambiente y no es sostenible. Un espíritu innovador cada vez más dependiente de empresas estatales es un error a largo plazo como lo demuestra la historia.
El modelo de “China se reforma” representa más derechos para las personas, un Estado más pequeño y la liberalización del comercio – una guía excelente para el desarrollo en cualquier etapa. El modelo “China revierte” es centralización disimulada con gasto, algo que puede ser atractivo hasta que se acaba el dinero y lo que queda es estancamiento y la destrucción del medio ambiente. Estos dos modelos se han entremezclado en el debate y en la política. Por el bien del desarrollo económico, deben verse por separado.
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