01 septiembre, 2011

Los reguladores de la comida están fuera de control


La obsesión de la primera dama Michelle Obama con la “obesidad infantil” ha molestado a muchos desde que comenzó hace dos años, especialmente a los que piensan que sermonear a los padres desde la Casa Blanca debe reservarse para asuntos más urgentes. Ahora se está volviendo algo más serio ya que los reguladores de alimentos están comenzando a violar la libertad de expresión de los anunciantes.

En la molestia más reciente, cuatro agencias federales conocidas como el Grupo de Trabajo Interagencias (IWG) han publicado un plan para censurar drásticamente a los anunciantes de alimentos cuyos productos se consideren “demasiado altos” en sodio, azúcar o grasas y que se dirijan a una audiencia que comprenda entre las edades de dos a once años. Estos anunciantes perderían secciones clave de la programación en algunos de los programas más populares de Estados Unidos, como American Idol, America’s Got Talent y Glee — simplemente porque al estado niñera ”no le gusta” lo que venden.

El IWG, creado a través de la Ley Ómnibus de Asignaciones Presupuestarias de 2009 para estudiar la obesidad infantil y ofrecer posibles soluciones, ha ido más allá de su alcance definido. Ahora se podrá multar duramente a compañías perfectamente cabales.

Los reguladores piensan salirse con la suya enmascarando sus normas como “directrices voluntarias”. En realidad, las directrices son cualquier cosa menos opcionales, según los fabricantes alimentarios afectados.

Como nos explica Diane Katz, de Heritage:

Las restricciones son voluntarias solo de nombre. Los fabricantes de alimentos difícilmente pueden hacer caso omiso de las “recomendaciones” provenientes de las mismas agencias federales que ejercen autoridad sobre cada uno de sus movimientos. Es como cuando un policía nos pide los papeles o revisarnos el auto: Aunque la ley trata tal cooperación ciudadana como voluntaria, la mayor parte de las personas no la ven así, ni la policía contemplaría con beneplácito que se niegue a sus peticiones.

Tampoco es que se vayan a ver afectados únicamente los Twinkies y las galletas. Cualquier producto que se considere que tiene mucho sodio o grasa será analizado según las nuevas reglas, incluyendo alimentos cuya producción exige un alto contenido de sodio (como los pepinillos) y los que son grasos por naturaleza (como el maní).

Como escribió Katz, “Productos nutricionales básicos como Cheerios, la mantequilla de maní y el yogur están prohibidos según los estándares propuestos, algo que en efecto constitutye una lista de las compras regulada por el gobierno”.

Las regulaciones propuestas afectan a alimentos muy populares justo allí donde más les perjudica. A su vez, el libre mercado y la elección del consumidor se manipulan solo para que encajen en una inapropiada agenda gubernamental que no soluciona el problema.

Incluso si el gobierno federal lo hiciera con buenas intenciones, su plan de actuación no se basa en investigaciones confiables. El objetivo final de esta regulación es ponerle freno a la creciente epidemia de obesidad infantil — pero el Instituto de Medicina no encontró vínculo alguno entre los comerciales y las opciones alimentarias de los niños.

Según Katz, los niños han visto un 50% menos de comerciales de comida en los últimos seis años que anteriormente — no obstante, los índices de obesidad han seguido aumentando. El ex comisionado de la Agencia de Medicamentos y Alimentos (FDA), Dr. Mark McClellan, atribuye el problema de la obesidad a la “inactividad física” — no a las calorías. De hecho, McClellan enfatizó que la cantidad de calorías que ingieren los niños ha sido la misma en los últimos veinte años.

Pero, las regulaciones no solo pone barreras al mercado y censuran la libertad de expresión sino que perjudican a las empresas detrás de la etiqueta. El director ejecutivo de la compañía Sara Lee, Christopher J. Fraleigh, habló recientemente de las extralimitadas regulaciones que perjudicarán especialmente a su empresa:

No se podrá hacer publicidad de un pan con pavo hecho con carne de pavo sin grasa de Sara Lee, ya sea durante el Superbowl o en cualquier programa que pueda tener una gran audiencia infantil porque el producto tiene un nivel poquito alto en sodio…. La actual regulación de publicidad dirigida a niños es el perfecto ejemplo de regulación que va demasiado lejos.

Los reguladores alimentarios de la administración Obama creen que si se les da la mano, pueden subirse hasta el brazo. Pero cuando la libertad de expresión está en peligro, tengan por seguro que el pueblo levantará la voz y no se lo tolerará.

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