Cuando conocí a Félix Maradiaga, me encontré con un hombre cordial, analítico y brillante, que lucha por la libertad en Nicaragua y tiene sus propias cicatrices para probarlo.
Cuando le pregunté si corría algún riesgo personal al oponerse a las reglas impuestas por el Presidente Daniel Ortega, Félix se enrolló la manga derecha de su camisa y me mostró la impresionante cicatriz de nueve centímetros de largo que se extiende desde del antebrazo hasta el bíceps. Está herida es el resultado de una laceración que el recibió de un bravucón partidario del régimen, durante una demostración cívica en las calles de Managua el mes pasado. Lo mismo sucedió meses atrás con una joven a quien otro secuaz de Ortega le rompió el brazo en varios pedazos. Félix Maradiaga y otros valientes nicaragüenses están comprometidos en defender la democracia en Nicaragua y están arriesgándolo todo en el intento, incluso sus vidas.
Maradiaga estuvo en Washington DC recientemente representando a la coalición “Acción Cívica por una Nicaragua Democrática.” Esta es una iniciativa de tres de los grupos de sociedad civil pro-democracia más respetados en Nicaragua, como son Movimiento por Nicaragua, Comisión Permanente Pro Derechos Humanos y Movimiento Juvenil Nicaragüita. Acción Cívica fue recientemente creada para aumentar la conciencia ciudadana y la opinión pública internacional ante las consecutivas amenazas a la democracia hechas por Ortega. En sus exposiciones, el objetivo de Maradiaga ha sido el de exponer con luz clara, la situación de asfixia gradual que sufre la democracia en Nicaragua. La foto que acompaña este artículo fue tomada durante su reunión con el congresista Republicano de la Florida, Mario Díaz-Balart. Detrás de ambos se puede apreciar el retrato con la mirada fija del presidente Ronald Reagan que supo algo de la lucha por la libertad en Nicaragua. Pero lo que una vez fue una cuestión implacablemente partidaria ahora congrega tanto a Demócratas como a Republicanos. Ambos lados del Congreso están unidos en alerta ante el deterioro de la democracia en Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega. El demócrata de mayor rango en el Comité de Asuntos Exteriores Howard Berman (D-CA) escribió recientemente que podíamos estar siendo testigos de “un golpe electoral en cámara lenta” por Ortega quien violó la Constitución de su país al lanzar ilícitamente una candidatura presidencial para un segunda mandato consecutivo en las elecciones del Noviembre próximo del 2011.
Félix Maradiaga es un orador suave y cautivante que creció en modestas circunstancias. Como un joven de trece años, hijo de una maestra y de un trabajador social y viviendo en la vorágine que fue Nicaragua en los años 80, al igual que muchos otros nicaragüenses fue obligado a salir de su país en busca de seguridad y libertad. Su largo camino como indocumentado le llevó a Texas y posteriormente a la Florida, donde fue acogido por algunos años por un hogar substituto. Pero él nunca olvidó su familia ni a su país y en 1990 volvió a Nicaragua a realizar sus estudios universitarios y luego a participar en la reconstrucción de Nicaragua como parte de los gobiernos de reforma (1997-2006). Con el retorno al poder de Daniel Ortega en 2006, Maradiaga se unió a los movimientos de la sociedad civil que ahora alzan su voz y son, quizás, la última barrera que detiene a Ortega en sus intentos de perpetuarse en el poder. Los partidos políticos de oposición están en un completo caos. Ortega está despilfarrando el apoyo financiero que la Venezuela de Hugo Chávez—que se estimada en más de medio billón de dólares al año—para comprar más de la mitad de los medios de comunicación en Nicaragua. Talvez con nuestro apoyo, Félix y otras personas como él podrían preservar la tambaleante democracia en Nicaragua. El unirnos contra Ortega es algo que le debemos a ellos y a nosotros mismos.
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