El periodista y escritor infiltrado en organizaciones terroristas lamenta que los servicios de inteligencia descuiden a los grupos violentos ultraderechistas que alientan a personajes como el noruego Anders Behring Breivik.
El periodista de investigación que usa el seudónimo de Antonio Salas se entrenó en contraterrorismo y se infiltró durante seis años, bajo la identidad ficticia del activista Muhammad Abdallah, en organizaciones extremistas de España, Palestina, Israel, Marruecos, Túnez, Siria, Mauritania, Venezuela, Egipto, Suecia y Líbano (“Antonio Salas, seis años infiltrado en el terrorismo internacional”, M Semanal, núm. 705, nueve de mayo de 2011). Antes lo había hecho entre redes de prostitución y narcotraficantes, y como un “cabeza rapada”, alias Tiger_88, metido entre los ultraderechistas skinheads de España. El enigmático autor —de quien no se conoce rostro, nombre real ni domicilio—, embarcado en una nueva infiltración, ofrece a M Semanal su lectura del nuevo escenario global trastornado por los atentados terroristas del extremista Anders Behring Breivik, quien estalló un carro bomba en el centro de Oslo y abrió fuego a mansalva con un fusil de asalto contra una reunión de jóvenes socialdemócratas en la isla de Utoya, en Noruega. Así, Breivik se convirtió en el nuevo “héroe, ícono y modelo” del terrorismo contemporáneo, afirma Salas.
VFG: Usted se ha infiltrado en las redes del extremismo global: los cabezas rapadas neonazis de la ultraderecha en España, los islamistas fundamentalistas de varios países de Medio Oriente y África del norte y los ultraizquierdistas armados en América Latina. ¿Existe realmente algo que los hermane como una sola amenaza al mundo de hoy?
AS: Los extremos se tocan. Y aunque parezcan antinaturales, durante mi infiltración en el terrorismo internacional pude comprobar la relación de grupos de extrema derecha, extrema izquierda y árabes colaborando por objetivos comunes. En el fondo las ideologías son la excusa. Existe un tipo de personas seducido por la violencia que realmente cree que las armas son un lenguaje lícito. No importa su religión, ideología o raza. Los violentos son hijos bastardos de la intolerancia.
VFG: Usted ha analizado en detalle la Declaración de Independencia Europea, los videos y el “Manifiesto 2083”, que divulgó en internet Anders Behring Breivik. ¿Cómo fue el proceso que llevó a ese terrorista noruego, y a quienes piensan como él, a colocar a los musulmanes, los marxistas y una pluralidad de visiones del multiculturalismo en un mismo blanco?
AS: Tememos lo que desconocemos, y aunque el Islam, hoy por hoy, es la religión más extendida del planeta, en Europa es muy desconocida. Además, tras el 11 de septiembre de 2001 se sustituyó el temor ancestral al comunismo, con el que nos obsesionaron durante los años sesenta, setenta y ochenta, por el temor al musulmán. En Europa se satanizó a los árabes hasta convertirlos en sinónimo de terroristas. Pero el racismo no se limita a los orientales, sino también a los latinoamericanos, africanos, etcétera. En 2002, en mi libro Diario de un skin me atrevía a augurar que la extrema derecha crecería en Europa de forma proporcional a la inmigración ilegal, y las últimas elecciones europeas han arrojado un aterrador ascenso de la ultraderecha. Breivik se atrevió a hacer lo que muchos de mis antiguos camaradas neonazis fantasean…
VFG: Convivir por años con extremistas de ultraderecha, racistas, xenófobos y violentos le ha permitido a usted describirlos como personajes “educados, amables, integrados en su comunidad, vecinos ejemplares en quienes jamás intuiríamos a un psicópata asesino”. Hay respetables intelectuales europeos que trabajan en tesis originadas en la teoría del choque de civilizaciones y culpan al Islam de la violencia global. ¿Son ellos los nuevos ideólogos del terrorismo de ultraderecha?
AS: Por supuesto. Antes del triunfo de Nicolás Sarkozy, Jean Marie Le Pen estuvo a punto de ganar las elecciones en Francia utilizando el lema “Francia para los franceses”, y aprovechando el descontento de muchos ciudadanos con el paro, la violencia y la delincuencia que la ultraderecha atribuye a los inmigrantes. Esa misma fórmula racista y simplista fue adoptada por la ultraderecha en España, Inglaterra, Italia, etcétera, con excelentes resultados electorales. Aunque durante mi infiltración yo adopté la identidad de un skinhead neonazi, y los partidos políticos en España oficialmente rechazan a los violentos para mantener su imagen pública, lo cierto es que muchos de nosotros hacíamos el trabajo sucio para los ideólogos del odio. Líderes políticos de partidos ultraderechistas como España 2000, el Movimiento Social Republicano, Democracia Nacional… todos ellos mencionados y elogiados en el Manifiesto de Breivik. A mí personalmente llegaron a ofrecerme dinero por dar palizas. Los skin éramos la tropa de base. Y nuestros votos, en una urna, valen tanto como los de cualquier otro ciudadano.
VFG: Usted afirma que terroristas como Breivik “necesitan desesperadamente un enemigo con el que reafirmar su identidad”. ¿Ocurre lo mismo con los Estados occidentales que buscan en el terrorismo y el narcotráfico la razón de ser de sus guerras?
AS: Ayer nos enseñaban a temer la amenaza comunista, hoy la amenaza árabe, mañana será la amenaza china. Nos han enseñado a unirnos contra el diferente como forma de reafirmar nuestra identidad. Si viajas en un compartimento de tren con un negro, un árabe, un blanco, un sikh, un árabe, ¿con cuál sentirás más empatía? ¿Y cómo sabes que esa persona no es la más peligrosa? Nos fiamos de las apariencias, y eso suele ser un error. Yo opino que la razón de las guerras no es luchar contra el terrorismo o el narcotráfico, porque he convivido con terroristas y narcos y conozco sus motivaciones. Pienso que la razón de las guerras, como la de casi todo en el sistema capitalista materialista, es el dinero. Lo demás son excusas para acceder a las riquezas del “enemigo”.
VFG: Breivik es el caso más mortífero de quienes han caído “rendidos ante la seducción de las armas, la erótica de la violencia”, como usted afirma. ¿Cómo fue posible que tras la fiebre antiterrorista desatada en 2001 por los atentados con aviones piloteados por suicidas contra Nueva York y Washington, y los bombazos en Madrid de 2004, los servicios de espionaje europeos bajaran la guardia ante la ultraderecha? ¿Han buscado con sus prejuicios en el lugar equivocado de los extremistas musulmanes, como ocurrió con usted al inicio de su larga investigación titulada El Palestino?
AS: Los servicios de inteligencia dependen de gobiernos gestionados por políticos, que pueden cambiar cada cuatro años. Y los políticos viven de los votos, y por lo tanto de las corrientes sociales. Cuando se produce una alarma social, como la que generó en España el 11-M (atentados del 11 de marzo de 2004), millones de euros que antes se dedicaban a la lucha contra el terrorismo de ETA (la organización separatista vasca) y miles de efectivos de los servicios de información españoles se concentraron en el yihadismo. Y todos olvidaron la creciente amenaza de la extrema derecha, que en Europa aumenta exponencialmente cada año. Ha sido un error que ha costado muchas vidas.
VFG: Manuel Cadauela, presidente del partido ultraderechista Democracia Nacional de España, es el único nombre español mencionado en el manifiesto de Breivik. Usted ha seguido de cerca a este cantante y a sus fanáticos del grupo de “rock patriótico” llamado División 250. ¿Cómo se infiltran en la vida cotidiana europea las redes de quienes llaman a convertir otra vez en un imperio a Europa, “tierra del honor, de la sangre y el valor”?
AS: La música es un instrumento de difusión de la ideología. Es más fácil reclutar a jóvenes para la causa nacionalista a través de un concierto de rock patriótico, como el de División 250, que en un aburrido mitin político. Por eso muchos partidos políticos como España 2000, Democracia Nacional, etcétera, organizan conciertos. Otros canales para reclutar nuevos adeptos jóvenes son los gimnasios, los fanzines, internet, etcétera. Pero una cosa es verlo desde los titulares de prensa y otra vivirlo desde dentro. Para mí fue un shock, durante mi infiltración en las mafias de las redes de prostitución para mi libro El año que trafiqué con mujeres, descubrir que el líder de un partido que aboga por la expulsión de todos los inmigrantes sudamericanos, africanos o asiáticos, como España 2000, D. José Luis Roberto, era al mismo tiempo el impulsor de la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA), la federación de burdeles y prostíbulos de España. Y el 94 por ciento de las mujeres prostituidas en España son mujeres sudamericanas, africanas o asiáticas, traficadas por las mafias… Por lo tanto la ideología que venden esos grupos es un fraude.
VFG: Algunos analistas consideran que los sistemas políticos europeos lograron cooptar a los nuevos extremistas de ultraderecha y neonazis, que incluso han logrado representación parlamentaria, pero que fracasaron en poner bajo control a los más violentos y secretos. ¿Es posible que se llegue a abrir un espacio en las boletas electorales europeas a las que apela Breivik en busca de seguidores?
AS: Es terrorífico que el delirante manifiesto de Breivik ya pueda descargarse libremente en miles de páginas web, y que eurodiputados como el ultraderechista italiano Mario Borghezio se atreviese a elogiar las ideas de ese manifiesto. Durante mi infiltración en los skinhead les escuché muchas noches fantasear con ideas de exterminio de emigrantes, como la que materializó Breivik, pero sólo unos cuantos se atrevían a dar palizas a “sudacas”, “maricas”, “rojos” o “moros”. Y menos aún, afortunadamente, eran los que llegaban a cometer un asesinato. Últimamente los nazis han aprendido mucho: intuimos que los crímenes del odio se han concentrado en indigentes, vagabundos y personas sin familia o recursos, cuya muerte no generara una investigación en profundidad. Pero esos mismos nazis ahora tienen como un “héroe”, un ícono, un modelo, a Anders Breivik. Alguien que se atrevió a llevar a la realidad lo que ellos sólo fantasean.
VFG: En un artículo suyo publicado a principios de agosto en el diario El Mundo, de Madrid, afirma que los nuevos terroristas de ultraderecha odian a las mujeres. ¿De dónde procede esa misoginia?
AS: Recuerdo una anécdota con unos jóvenes skin que estaban organizando la primera delegación española del Ku Klux Klan. Estábamos reunidos con varios camaradas nacionalsocialistas en una cafetería, cerca de la frontera con Portugal. Entonces entró en el local una joven de raza negra, y uno de mis camaradas sufrió un ataque de rabia y empezó a insultarla. Yo llevaba la cámara oculta y tuve que calmarlo como fuese, ya que si nos detenían por un altercado público me descubrirían el equipo que portaba escondido. Mi camarada, que tenía ya más de 25 años, me dijo que él era virgen, pero que el día que perdiese la virginidad seria con una mujer de raza blanca pura. Estadísticamente los jóvenes que entran en el movimiento nazi con 15 o 16 años suelen dejarlo cuando tienen su primer trabajo estable, o su primera relación sentimental seria. Eso les ayuda a abandonar la violencia y encontrar otros valores. El problema está en que también existen grupos nazis femeninos, y organizaciones de skingirls tan racistas y violentas como sus homónimos masculinos.
VFG: Después de haber infiltrado como un “cabeza rapada” neonazi a los extremistas de ultraderecha y escribir Diario de un skin, usted declaró contra ellos como testigo en la fiscalía española en 2009. ¿Cuáles son las similitudes del manual de terrorismo “Resistencia sin líder” incautado a los hammerskin españoles con el manifiesto de Breivik?
AS: Soy consciente de que mi libro hizo mucho daño al movimiento neonazi en Europa, porque se sintieron desnudos. Y desde la publicación de Diario de un skin se cambiaron las medidas de seguridad en las organizaciones, en los conciertos, con el ingreso de nuevos miembros… Las repetidas detenciones policiales han terminado por enseñar a los criminales, y no sólo de ultraderecha, a organizarse en células cada vez más pequeñas, e incluso a fomentar el individualismo y las acciones personales independientes. El “Manual de Resistencia sin Líder”, como el Manifiesto 2083, intentan fomentar la imagen de una especie de guerreros templarios autónomos, cristianos, blancos y europeos, capaces de cometer acciones muy letales contra los inmigrantes que, según su simplista mentalidad, están invadiendo Europa… Enseñan a manejar armas, eludir a la policía, fabricar bombas… Pero no son tan diferentes de los manuales terroristas que conocí, en la extrema izquierda o en el yihadismo, durante la infiltración para mi libro El Palestino. Son los mismos perros con distinto collar.
VFG: Como resultado de su convivencia de seis años con nazis, ultras, fascistas, anarquistas, revolucionarios armados y yihadistas, usted es pesimista sobre la creciente capacidad de los terroristas para atraer la atención global. Los medios de comunicación actuales parecen rendidos ante ese fenómeno y corren a una cobertura frenética de cuanta sangre corra por el mundo. ¿Se puede escapar de ese espiral de locura?
AS: Desgraciadamente, en plena crisis económica, los medios de comunicación viven de las audiencias. Y la violencia y el terror generan audiencia. Ellos lo saben. Leyendo los razonamientos de Breivik en su manifiesto, me parecía estar releyendo a mi “padrino” en la infiltración de El Palestino, Ilich Ramírez, más conocido como Carlos El Chacal (20 años prófugo por atentados, detenido en Sudán en 1994 y ahora preso en Francia). Ilich escribió en su libro El Islam Revolucionario una sólida argumentación para defender los atentados terroristas como una forma lícita de atraer publicidad hacia su mensaje revolucionario. Una bomba, decía Ilich, es como un faro en la noche que centraliza toda la atención mediática en tu mensaje. Ilich era un musulmán comunista, Breivik un ultraderechista cristiano. Pero desde un extremo y otro del odio, ambos decían y hacían lo mismo.
VFG: En su libro El Palestino, usted acuñó el término spree-terrorist, o terrorista frenético. ¿Podría ampliar ese concepto y explicar cómo ha seducido a nuevos grupos de otros signos ideológicos?
AS: Fue la única definición que se me ocurrió para ilustrar un nuevo tipo de terrorista que encontré en mi investigación. Hay individuos como Hicham Doukkali, con quien compartí mezquita en Meknes, Marruecos, y que el 13 de agosto de 2007 se lanzó contra un autobús lleno de turistas canadienses en el centro de esa ciudad, golpeando una bombona de butano hasta hacerla explotar. Hicham se había creído las patrañas de Al Qaeda y estaba radicalizado en su odio contra los occidentales. Cogió lo primero que encontró a mano e intentó hacer el mayor daño posible. Pero no pertenecía a ninguna organización terrorista. Era un lobo solitario, como Breivik, pero con menos recursos económicos y psicopatía. Los spree-terrorist, como los spree-killers, operan solos, e intentan ejercer el mayor daño en el menor tiempo posible. Son un producto de la globalización del terror que nos obligarán a los analistas a olvidar la antiguas etiquetas y enfrentarnos a una nueva mutación genética en esa bestia que es el odio.
VFG: Como parte de su entrenamiento para infiltrar a las redes del terrorismo, usted fue alumno en cursos antiterroristas islamistas que tomó con los servicios secretos españoles. ¿Estaban preparados los servicios antiterroristas europeos para evitar ataques de los nuevos nacionalsocialistas, nacionalrevolucionarios, ultras de toda laya, fascistas, anti o filosionistas, o han sido tomados por sorpresa?
AS: Los servicios de inteligencia, como su nombre indica, son una élite en los servicios de información de cualquier país, con muchos más recursos, experiencia y capacidad que cualquier investigador privado como yo. Me consta que llevan muchos años luchando contra el terrorismo y vigilando muy de cerca las principales amenazas. Pero están sometidos al poder político, y cada gobierno que gana unas elecciones elige a un nuevo ministro de Defensa, y él es quien decide los mandos de la inteligencia. Así que en muchas ocasiones, cada cuatro años, se cambian los mandos de la inteligencia, y se pierde la experiencia y veteranía de profesionales que llevaban mucho tiempo haciendo ese trabajo. Por eso, y por otras muchas razones, aunque sean lo mejor que tenemos para luchar contra el terrorismo, no son perfectos.
VFG: Uno de los nuevos templos del terrorismo de ultraderecha donde usted actuó como periodista infiltrado fue la librería Europa, de Barcelona, que durante años ha sido la mayor distribuidora europea de literatura neonazi y ultraderechista. Usted dice que ahora esa librería alberga a otros extremistas de todo signo: musulmanes radicales, ultraderechistas, sudamericanos de izquierda, y que han fracasado los viejos modelos de los expertos en contraterrorismo. ¿Cuáles son las recetas fallidas basadas en las viejas etiquetas ante lo que define como “sincretismo del odio”?
AS: Yo había frecuentado la librería Europa con la identidad de Tiger_88, el skinhead nazi que encarné durante la infiltración de Diario de un skin, y para mí fue sorprendente y peligroso volver seis años después como Muhammad Abdallah, pero es que en esa librería se reunían ahora neonazis ultraderechistas con árabes revisionistas, como Ahmed Rami, algo que nos podría parecer absurdo y antinatural. En el siglo XXI las antiguas etiquetas de los manuales de contraterrorismo se han quedado obsoletas. El Chacal, que es un ícono del comunismo internacionalista, me confesó en una de nuestras muchas conversaciones grabadas que toda su vida había colaborado con los nazis... Vivimos la era de las redes sociales, la globalización y el mestizaje cultural e ideológico, y los analistas y expertos en terrorismo deben reciclar sus antiguos conceptos y enfrentarse a las nuevas formas de violencia que ha engendrado este siglo. Breivik es sólo uno de esos nuevos monstruos.
VFG: Usted escribió hace unas semanas que fue testigo, hace pocos meses, en la Academia de Policía de Ávila, España, en la Academia de Inteligencia Global Chase que forma espías, y hace pocos días en el curso de verano del español Centro de Estudios e Iniciativas sobre Discriminación y Violencia (Ceidiv), de una alarma lanzada ante la radicalización de la violencia urbana de la ultraderecha en Europa, la propagación y mutación de su ideología a través de internet. ¿Podría explicar cómo se explica en esos foros la mezcla, las mutaciones del terror y sus nuevos escenarios?
AS: Con todo el respeto que merecen quienes saben más, yo llevo muchos años dando conferencias en academias de policía, como la de Ávila, o academias privadas de inteligencia, como Globalchase, y he coincidido, lógicamente, con muchos policías, académicos, espías… y una de las cosas que siempre me decepcionó un poco es que la inmensa mayoría de expertos en terrorismo jamás habían visto o hablado con un terrorista, igual que la mayoría de expertos en neonazismo jamás habían tratado con los neonazis. En el ámbito universitario y académico, en mi humilde opinión, existe demasiada teoría y poco trabajo de campo. Te aseguro que la técnica de la infiltración te da una perspectiva muy diferente sobre el mundo de la violencia o la criminalidad, de aquel que puedes encontrar en los libros de texto. Aun así todos los expertos son ya concientes de que la inmigración, el blanqueo de capitales, el fin de las fronteras tradicionales, etcétera, implican nuevos modelos de criminalidad, y por tanto obligan a replantearse las técnicas de lucha contra esa criminalidad.
VFG: ¿Considera que los servicios de seguridad cometen el mismo error de Breivik al meter en el mismo saco bajo la etiqueta de “mestizaje del odio” a ultraderechistas e ultraizquierdistas, como los que usted infiltró en Venezuela, Marruecos, Palestina, Líbano, Siria, Egipto, Suecia?
AS: Yo no he trabajado nunca para ningún servicio de inteligencia, y no conozco cuáles son sus actuales niveles de información, pero si he coincidido con agentes de inteligencia en varias de mis infiltraciones, y he visto cómo trabajan, y creo que, en general, son profesionales muy preparados y con muchos recursos, así que confío en que hacen lo mejor que saben. Por desgracia, a veces son sus superiores, sometidos a los intereses políticos, quienes instrumentalizan a los servicios de inteligencia a su conveniencia. Todavía estamos buscando las armas de destrucción masiva que la CIA aseguró que existían en Irak…
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