El presidente palestino, Mahmud Abbás, se apresta a llevar la solicitud de reconocimiento como Estado de su pueblo ante la ONU con un discurso programado para este viernes y seguido poco después de una solicitud formal para convertirse en miembro de Naciones Unidas. Si Palestina tiene éxito en su intento unilateral, sería en detrimento de los intereses de Estados Unidos en la región, aislaría a Israel y supondría un importante revés en las perspectivas de paz palestino-israelíes.
La jugada palestina se produce a pesar de intensos esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos y de las palabras del presidente Obama advirtiendo de que “los intentos por deslegitimar a Israel terminarán en fracaso”. El presidente ha prometido vetar cualquier intento en ese sentido en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y, en un discurso ayer ante este organismo, Obama reafirmó su apoyo a Israel y a un proceso de paz que garantice su seguridad. Brett Schaefer, de Heritage, concluye que la atenuada postura presidencial respecto a Palestina estropeó las palabras del presidente.
El presidente Obama ofreció una defensa de Israel más sólida de lo que hubiera querido, quizá llevado por el deseo de mejorar el menguante apoyo que despierta entre votantes judío-americanos. Con todo, aún mantuvo una falsa equivalencia moral entre los palestinos e Israel al afirmar: “Esa verdad, que cada parte tiene aspiraciones legítimas, es lo que hace la paz tan difícil. Y el bloqueo solo se romperá cuando cada lado aprenda a ponerse en el lugar del otro”.
Las palabras presidenciales de ayer llegan tras casi tres años de debilidad sobre Israel y la incapacidad de condenar a los que amenazan la existencia del país y y su incompetencia a la hora de delinear claramente la diferencia entre una nación amante de la libertad y aquellos que la quieren borrar del mapa. Aquí en Estados Unidos, la debilidad del presidente en lo concerniente a Israel se vio fuertemente rechazada en las recientes elecciones especiales del 9º distrito electoral de Nueva York, donde un republicano derrotó a un demócrata en un bastión altamente judío y demócrata. Aunque cualquier palabra en apoyo del amigo y aliado de Estados Unidos es bienvenida, el presidente tiene mucho camino por recorrer a la hora de tender el apoyo que Israel necesita y merece.
El experto de Heritage James Carafano lo explica así:
El enfoque de Obama [al proceso de paz] no ha conseguido nada. A cambio, los palestinos le pagan el favor con una campaña en la ONU que parece diseñada para humillar a la Casa Blanca. Al igual que Jimmy Carter anteriormente, Obama está descubriendo que cuando los presidentes americanos sostienen una posición de acomodo y ambivalencia en asuntos internacionales, se aprovechan de ellos. La debilidad invita a la agresión.
La jugada palestina, como era de esperar, ha despertado dura oposición por parte de Israel y ve el intento palestino como una evasión del proceso de paz. La pasada semana, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu reaccionó a las noticias del intento de Abbás con una dura condena, diciendo que la paz solo se puede alcanzar mediante negociaciones:
Los líderes de la Autoridad Palestina ha evitado permanentemente las negociaciones de paz con Israel. Cuando la Autoridad Palestina abandone esas inútiles medidas unilaterales en la ONU, encontrará en Israel un verdadero socio para negociaciones directas de paz.
Si Palestina fracasa en su intento de forzar un voto para que se le reconozca la condición de Estado en el Consejo de Seguridad –lo que ocurrirá si Estados Unidos ejerce su veto— probablemente después proseguirá con una resolución de la Asamblea General que reconozca su carácter de Estado y eleve su estatus en la ONU, pasando de entidad observadora a Estado observador no miembro. Schaefer explica las ramificaciones de tal acción:
El éxito de cualquiera de los intentos actuaría en detrimento de los intereses de Estados Unidos e Israel e ilustraría la necesidad de una política menos flexible, en coordinación con el Congreso, para utilizar el peso financiero de Estados Unidos en la protección y promoción de los intereses nacionales en la ONU.
Las iniciativas de Palestina esta semana serán una prueba de la estrategia del presidente Obama en su intento de cautivar a la ONU en vez de hacer uso del poderío de Estados Unidos para favorecer los intereses nacionales. Pero si Palestina tuviera éxito y Estados Unidos fracasara, Schaefer explica que “ello crearía serias dudas sobre la profundidad de la buena voluntad reunida con su estrategia de “cautivar” y si Estados Unidos debería asumir una postura más dura en la ONU”.
Hay otras herramientas a disposición del presidente para tratar con la ONU – concretamente, el Congreso. Washington puede adoptar una posición firme y utilizar el peso financiero de Estados Unidos para promover sus prioridades de acción política. Y esto significa retener las contribuciones a la ONU, así como la ayuda exterior a países que voten contra los intereses de Estados Unidos.
La misma Palestina es uno de los mayores receptores per cápita de ayuda exterior en el mundo. Como James Phillips, de Heritage, explicó en su reciente testimonio ante el Congreso:
La ayuda de Estados Unidos a los palestinos tiene como objetivo apoyar las negociaciones de paz palestino-israelíes; fortalecer y reformar la Autoridad Palestina, que se creó a través de esas negociaciones; y mejorar el estándar de vida de los palestinos para mostrar los beneficios de la coexistencia pacífica con Israel. Estos son objetivos loables, pero desafortunadamente, las negociaciones de paz están atascadas. Incluso peor, la Autoridad Palestina ha llegado a un acercamiento con Hamás, la organización extremista islamista que ostenta un largo historial de terrorismo y que no solo se opone a las negociaciones de paz con Israel, sino que sigue implacablemente decidida a que Israel sea destruido.
Ahora no es el momento de que el presidente Obama le dé la espalda a la democracia más fuerte de la región. En vez de eso, Estados Unidos debería reafirmar su compromiso de fortalecer su alianza con Israel y seguir firme frente a las acciones en la ONU diseñadas para avergonzar a Estados Unidos y debilitar el proceso de paz.
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