El temor a un impago desordenado de Grecia es una herida que sigue sin cerrarse en la eurozona, y que cada vez que sangra provoca caídas en los mercados como las que se han visto en los últimos días.
Después del crash visto en agosto tanto en Europa como en EEUU, le siguió una tímida y brevísima recuperación de la que desconfiaron las casas de análisis, augurando -y acertando- que el rebote no aguantaría. En este tiempo las bolsas del Viejo Continente se han abaratado hasta alcanzar niveles próximos a marzo de 2009, la fecha en la que las bolsas hicieron suelo tras las caídas continuadas a raíz de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.
Ahora, como entonces, la pregunta es si ya se han abaratado suficiente los valores como para poder comprar otra vez. Pero los mercados no se están moviendo con racionalidad, por fundamentales o por recomendaciones del consenso, sino que está movido por la irracionalidad del sentimiento del inversor, que -como se ha visto en anteriores ocasiones- se muestra muy sensible a la publicación de cualquier dato macroeconómico o a cualquier indicio de que Grecia pueda caer en un default, arrastrando con ella al resto de los PIIGS.
Las fases de la psicología financiera
Este fenómeno, también llamado Behavior Finance o psicología financiera, ha llevado a cada vez más gestores a efectuar sus recomendaciones siguiendo los dictados del sentimiento del inversor antes que por análisis técnicos o fundamentales.
De acuerdo con esta teoría, el comportamiento de los inversores traza una curva que va desde el punto más alto (euforia) hasta el más bajo (desaliento, tocar fondo) y durante esa fase de caída atraviesa los siguientes estadios: ansiedad, negación de la evidencia, miedo, desesperación, pánico y capitulación ("puede que los mercados no sean para mí"). Se considera que el punto de desaliento es el que ofrece la máxima oportunidad financiera, pues será cuando el inversor puede comprar más barato. Y al haber más compras, el mercado volverá a subir, atravesando primero la fase de esperanza y después las de alivio y optimismo... volviendo así a la primera parte del ciclo, el punto de euforia.
Según la última encuesta sobre el sentimiento del inversor que se efectuó en elEconomista, fechada a 25 de febrero de 2009, en aquel momento el estado de ánimo más votado fue el de pánico (21,16%), seguido por el de miedo (18,96%). Es decir, que incluso a escasos días de que las bolsas hicieran suelo (el Ibex en los 6817,4 puntos), a pesar de la preocupación evidente en ningún momento se habló de capitulación ni desaliento.
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