05 septiembre, 2011

Tijuana: en la sombra del cartel

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Emilio Sn Pedro
Emilio San Pedro
Enviado especial de BBC Mundo a Tijuana

La ciudad fronteriza de Tijuana es uno de los focos centrales en la guerra contra el narco que libra el gobierno mexicano.

Centro de Tijuana (Foto: Emilio San Pedro)
Se estima que en la ciudad de Tijuana hay unos 200.000 drogadictos, la mayor cantidad per cápita en nuestro país
Víctor Clark Alfaro, activista de derechos humanos
Y salta a la vista: durante mi visita a la ciudad, percibo la continua presencia de las autoridades en las calles y, en particular, las tropas militares que patrullan los barrios en vehículos blindados.

Esos soldados forman parte de las 25.000 tropas que el presidente Felipe Calderón desplegó a lo largo del país a partir de 2006 para combatir a los poderosos carteles del narcotráfico, que controlan el flujo de drogas ilícitas -un negocio que le genera miles de millones de dólares en ganancias anuales a los narcotraficantes.

De hecho, según las autoridades estadounidenses, el flujo de narcóticos de México a los Estados Unidos tiene un valor estimado de US$14.000 millones al año.

Gran parte de esa mercancía ilegal pasa por Tijuana, uno de los puntos fronterizos más transitados hacia Estados Unidos, que es de por sí el mercado de drogas ilícitas más grande del mundo.

No obstante, las autoridades aseguran que la presencia de las tropas militares y los avances logrados en los controles fronterizos en los últimos años han contribuido a una disminución en la cantidad de sustancias ilícitas, como la cocaína y la marihuana.

Tienditas y conectas

Pero esos éxitos han tenido secuelas inesperadas y negativas para Tijuana y otras ciudades fronterizas. Viendo que se les complica cada vez más el flujo de drogas hacia el norte, los poderosos carteles del narcotráfico, como el de la familia Arellano Félix, han empezado a explotar de una manera más intensa su mercado interno.

Drogas incautadas
Según EE.UU., el flujo de narcóticos desde México equivale a US$14.000 millones al año.
"Ya hay más de 20.000 'tienditas', como le llamamos aquí a los puntos de venta clandestinos. Es un verdadero tsunami de drogas. Son las que los carteles no lograron colar en Estados Unidos y que ahora intentan vender aquí," dice a BBC Mundo el activista de derechos humanos, Víctor Clark Alfaro, quien se dedica a estudiar el impacto del narcotráfico en la población de Tijuana.

Recorro las calles con Clark. Lo que más me sorprende es cómo va por la vida acompañado de un guardaespaldas personal. Tuvo que acostumbrarse a ello en los años 90, cuando se convirtió en objeto de amenazas de muerte tras publicar un informe en el que señalaba la existencia de vínculos importantes entre algunos funcionarios del gobierno y los carteles de drogas.

De hecho, tuve la oportunidad de acompañarlo de su casa al trabajo en su coche, como él hace todas las tardes - un recorrido hermoso por las lomas de Tijuana.

Se me hace difícil explicar el miedo que experimenté durante esos 15 minutos de recorrido junto al activista.

Luego, me quedé pensando que había conocido, por sólo unos minutos, lo que para Víctor Clark y tantos más en México ya ha pasado a ser algo totalmente común y cotidiano.

Punto de venta

Sin embargo, para el activista de derechos humanos hay cosas que importan más que su situación personal.

"Se estima que en Tijuana hay unos 200.000 drogadictos, la mayor cantidad per cápita en nuestro país," señala.

José Ramon Arreola
Yo he visto un aumento de más de 300% en el número de niños que son enviados por los tribunales o que vienen voluntariamente a participar en nuestro programa de rehabilitación
José Ramón Arreola, CIRAD
Y de esas personas que se han convertido en drogadictos en los últimos años, miles son jóvenes. Algunos de los cuales llegan a colaborar en la venta callejera de narcóticos como la cocaína y la metanfetamina o cristal.

Ese aumento en la cantidad de drogadictos jóvenes se ha hecho sentir también en los centros de rehabilitación.

"Yo he visto un aumento de más de 300% en el número de niños que son enviados por los tribunales o que vienen voluntariamente a participar en nuestro programa de rehabilitación," contó a BBC Mundo José Ramón Arreola, del centro de rehabilitación de drogadictos de Tijuana, CIRAD.

Escuche: ex adicto y vendedor

Este hombre rehabilitado de una adicción a la heroína vive intensamente su realidad dentro de todos los "trastornos sociológicos" que forman parte del mundo fronterizo.

Pude comprobar esa intensidad y auténtica pasión por su trabajo durante la tarde que pasé con él visitando los distintos centros de CIRAD. De a ratos se le veía la frustración en la cara... salvo cuando le tocaba interactuar con los jóvenes durante la hora de descanso en el patio común, mientras ellos jugaban al baloncesto.

Los narconiños

José Ramón me contó que los menores, algunos de sólo ocho o nueve años, se han convertido en una parte importante del mercado interno para los carteles - y no sólo como consumidores sino también como vendedores.

"Los narcos utilizan a los niños para vender la droga en la calle porque llaman menos la atención de la policía."

Presidente Felipe Calderón
El presidente Felipe Calderón desplegó más de 25.000 soldados para combatir el narcotráfico.
En uno de los centros de CIRAD conocí a una joven que empezó a consumir drogas a los 13 años y poco después, a venderla. Antes de ser enviada al tratamiento de rehabilitación, era consumidora de marihuana, cocaína, metanfetamina y otras drogas ilícitas.

Me pidió que me refiriera a ella sólo como Nancy, un seudónimo, por temor a actos de represalia.

Se me hacía difícil entender cómo fue que esa joven de clase media acabó en esa situación. Ella me lo explicó en detalle.

Escuche el testimonio de Nancy

"Yo vendía drogas en la calle, pero no para ganar dinero sino sólo para poder adquirir y conseguir las drogas que necesitaba como consumidora", me dijo Nancy.

"Estuve expuesta a tiroteos y balaceras entre el traficante de drogas para el que yo trabajaba y grupos rivales que intentaban apoderarse de las zonas de la ciudad que él controlaba".

Según las autoridades, en lo que va del año han muerto cerca de 3.000 personas en actos de violencia como los que presenció Nancy, presuntamente relacionados con el narcotráfico. De esas muertes, más de 300 se registraron en la ciudad de Tijuana.

La prensa bajo amenaza

Los periodistas mexicanos que cubren día a día el narcotráfico y sus derivaciones también conocen el miedo.

La organización no gubernamental Periodistas Sin Fronteras, que defiende el derecho de los periodistas de informar libremente, ha calificado a México como el sitio más peligroso del mundo, después de Irak, para los que ejercen esta profesión.

Tropas patrullan la ciudad (Foto: Emilio San Pedro)
Tijuana es el punto fronterizo más importante hacia EE.UU., el mayor mercado de drogas ilícitas.
Durante mi visita a Tijuana conocí a varios reporteros locales que cubren muy de cerca estos temas.

Uno de ellos, Odilón García, me contó que ha recibido numerosas amenazas contra su vida durante sus 20 años como informador. Algunas, según él, provenientes del ámbito oficial.

García, quien trabaja para la cadena Televisa, dice que siente un auténtico repudio por la falta de respeto que muestran los narcotraficantes hacia las vidas humanas, y especialmente dice sentir malestar por el impacto que esa cultura de violencia tiene sobre los niños.

"¿Qué clase de jóvenes podemos esperar tener en este clima de violencia?", se pregunta antes de compartir conmigo una anécdota dolorosa sobre un encuentro que tuvo hace poco con un muchacho.

El joven se había entusiasmado por conocer a Odilón porque acababa de verlo pocos días antes en la televisión. Pero lo que más parecía entusiasmarle era el tema del reportaje: la horripilante decapitación de cuatro personas. El muchacho hablaba de ello como si se tratara de algo divertido.

Para Odilón García, esa reacción fue un signo de una preocupante pérdida de la inocencia, de ese joven y de toda una generación.

Sobre el despliegue de tropas para luchar contra los narcotraficantes, el periodista opina que es "una acción necesaria, pero que debería ser temporal y no permanente."

"La verdadera solución va a necesitar de un cambio importante de la forma en la que vivimos y vemos las cosas aquí en México", reflexiona García.

"Vamos a necesitar un conocimiento más profundo de nuestra realidad. Esa sí va ser una lucha importante", concluye.

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