Esta es la fotografía que plasma el analista de UBS Paul Donovan, quien asegura que la divisa comunitaria no debería existir en su formato actual, pero a la vez descarta que se vaya a producir una ruptura de la zona euro.
Las consecuencias sociales de un desmembramiento serían tan negativas que, según indica en su informe recogido por el Financial Times, el coste económico debería ser "la última de las preocupaciones de los inversores".
El detonante
El proceso que lleva a un gobierno a decidirse a abandonar un modelo de divisa único conlleva un "gran estrés" y provoca un "trastorno extremo" y daños económicos "severos".
Pero hay algo más. Un factor que marca la diferencia y añade el componente social al caos económico. Un problema que afecta sobre todo a los países periféricos y, con especial virulencia, a España: el paro. "Cuando se tiene en cuenta el impacto del desempleo, es virtualmente imposible plantear un escenario de ruptura sin serias consecuencias sociales", explica.
Y prosigue. Una vez que se alcanza este punto de ebullición no hay vuelta atrás, lo que justifica con ejemplos históricos que reduce a dos opciones "poco atractivas". La primera supone la entrada en escena de un gobierno más autoritario que "contenga o reprima el desorden social", mientras que la segunda representa la división de los ciudadanos y el enfrentamiento directo.
"Merece la pena observar que casi ninguna unión monetaria moderna se ha disuelto sin alguna forma de gobierno autoritario o militar, o guerra civil", apunta.
El desenlace
El economista apunta a que no se trata de desenlaces inevitables, pero cree que en algunos países podrían llegar a "sufrir", por lo que la cuestión de una posible ruptura de la zona euro debe dejar de ser tratada con la seriedad que le corresponde.
Y, pese a la imagen de separación que transmiten debido a las dificultades para lograr un consenso, los países de la UE son conscientes del elevado coste que tendría el fin de Eurolandia. Por este motivo, Donovan afirma que la única dirección posible es una integración fiscal, hacia la que ya se mueven "lenta y dolorosamente".
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