30 octubre, 2011

Alfredo Astiz, verdugo cruel con cara de niño

Alfredo Astiz, durante el juicio en 2010. / JUAN MABROMATA (AFP)

Fue identificado y desenmascarado porque la prensa británica publicó una foto en la que se veía a un capitán de la armada argentina rendirse y entregarse, con cara compungida, a sus enemigos. Aquel hombre joven, rubio y con cara de niño, era el responsable de haber enviado a la muerte a tres mujeres cuyo único delito era manifestarse con un pañuelo blanco en la cabeza solicitando información sobre el paradero de sus hijos desaparecidos.

Aquel joven, reconocieron espantadas otras Madres de la Plaza de Mayo, era el amable muchacho que se había acercado a ellas para expresarles su solidaridad, el simpático rubio que se ofrecía a llevarlas de un lado para otro, sin que ellas sospecharan que estaba simplemente marcándolas para que otros compañeros de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada las secuestraran e hicieran compartir el destino de sus hijos.

Astiz fue también acusado de participar en la tortura y asesinato de dos monjas francesas, delitos por lo que Francia solicitó su extradición, denegada por Gran Bretaña en virtud de la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra. Igualmente fue el responsable de la desaparición de una adolescente, hija de padre sueco, Dagmar Hagelin, por cuya vida llegaron a pedir expresamente el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y el Papa. Testimonios de testigos presenciales aseguran que Astiz disparó contra la joven, que había ido a visitar a una amiga, y que huyó despavorida al encontrarse con hombres armados. Herida y viva, la introdujo en el maletero de un coche y nunca más se llegó a saber nada de ella.

Soy un bruto pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida. Meterme en la Armada”

De regreso a Argentina, Astiz se mantuvo en libertad hasta 2006 en que fue procesado, inicialmente, por el caso de las monjas francesas.

Durante el juicio ante el Tribunal Oral número cinco, Alfredo Astiz, que cumplirá 60 años este mes, entregó una copia de la Constitución argentina a los tres jueces que presiden la sala y reclamó ser tratado como “un perseguido político”. Astiz proclamó: “Yo cumplí y cumplo la Constitución. He dado al combate lo mejor que pude”. En unas declaraciones recogidas en su día por una periodista argentina, el marino afirmó: “Lo digo siempre: soy un bruto pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida. Meterme en la Armada”

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