José Luis González (REUTERS).
En la escuela primaria Teporaca, al sur de Ciudad Juárez (México), centenares de niños han cambiado sus juguetes de guerra por dulces, según informan SDP Noticias y Somos Frontera. Se trata de una noticia pequeña, tal vez insignificante, en medio del mundo de violencia que tan bien describe Judith Torrea en su blog. El objetivo del programa Escuela Segura es llevar a 10 ciudades de México los valores de la no violencia a través de juegos sin pistolas y ametralladoras de plástico; educar en la paz a niños que crecen entre noticias de bandas y narcotráfico, explica la web Animal Político.
Violencia, 'narcos', frontera. The Washington Post publica un extenso reportaje sobre Tijuana en el que buscan luces entre tanta sombra: "Asumiendo el riesgo de dar una vuelta", y The New York Times otro sobre una patrulla nocturna en la limítrofe Arizona. El Telegraph informa de un descenso de un 70% de inmigrantes procedentes de México.
Mohammed Salem (REUTERS).
En Oriente Próximo, los adjetivos son armas de destrucción masiva, eje de propagandas y de la política. ¿Terroristas? ¿Luchadores por la libertad? ¿Torturas? ¿Interrogatorios a fondo? ¿Paz? ¿Ausencia de guerra? ¿Asesinatos? ¿Muertos? El acuerdo para liberar a Gilad Shalit a cambio de 1.027 presos palestinos choca con este lenguaje y con los estereotipos establecidos. La contradicción, la anomalía, afecta a titulares, crónicas y opiniones.
The Middle East Channel, el blog de Foreign Policy sobre la zona, analiza el pacto en 10 pasos. En el quinto dice: "Israel vuelve a elegir [como interlocutor] a Hamas", los terroristas en el lenguaje oficial. En el décimo trata sobre la persona clave, además de Shalit: Maruán Barguti.
¿Estará entre los 1.027 liberados? El Gobierno, la prensa y la radio israelí, afirman que no; fuentes de Hamas, que sí. La confusión es parte de la partida de póker que juegan ambos bandos. The New York Times ofrece detalles: algunos presos podrían ser enviados al exilio, algo que Hamas siempre rechazó. El diario no dice si los exiliados estarán entre los 1.027 o formarán parte de un segundo grupo, pero entre ellos podría estar Barguti.
Se trata del preso más importante, el alma de las dos Intifadas. Es el dirigente más popular de Al Fatah, el partido del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Para Hamas sería un doble éxito: liberar al hombre del pueblo, el que encabeza todas las encuestas, y demostrar la incapacidad de Abbas frente a Israel. La revista Time se preguntó en julio si Barguti era un nuevo Mandela o un nuevo Arafat.
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