En forma simultánea al proceso de implementación, será necesario potenciar un buen aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el Tratado de Libre Comercio, especialmente entre el sector privado.
El pasado miércoles, luego de un arduo debate, el Congreso estadounidense aprobó el Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos.
Este sí representa el triunfo ante la adversidad de las voces en Bogotá y en Washington que por casi una década abogaron por un instrumento que traerá ventajas y beneficios económicos a estos dos países.
Dichos beneficios son significativos y permitirán a Colombia ser mayor partícipe del creciente proceso de integración global y regional.
Por un lado, el tratado consolida las preferencias que ya le han sido acordadas a través de la Ley de Promoción Comercial Andina y de Erradicación de Drogas (Atpdea).
Esto garantiza, de manera permanente y no sujeta a la renovación continua del Atpdea, el acceso libre de aranceles a más de 6.000 productos a EE. UU., brindando con ello estabilidad a más del 50 por ciento de las exportaciones colombianas anuales hacia ese mercado.
Asimismo, el TLC aumenta la presencia comercial colombiana en este importante mercado, reduciendo así la desventaja comparativa frente a competidores directos que ya tienen un acuerdo preferencial con EE. UU.
El TLC representa también una herramienta importantísima para complementar las políticas públicas orientadas a promover el desarrollo económico del país.
Varios análisis estiman que el tratado contribuiría hasta un 4,2 por ciento al crecimiento económico, lo que ayudaría a reducir la tasa de desempleo en unos dos puntos porcentuales mediante la creación de unas 380 mil plazas de trabajo en un periodo de cinco años.
Además, servirá para atraer mayores flujos de Inversión Extranjera Directa (IED), al brindar reglas claras, potenciar las economías de escala, y una mayor participación de Colombia en las cadenas globales de valor.
Es por ello que el BID apoya al Gobierno colombiano en este proceso de internacionalización y, en particular, facilita el aprovechamiento oportuno y equitativo de las oportunidades y beneficios ofrecidos del TLC en todos los sectores.
El BID cumple esta labor en vista de su misión de contribuir al desarrollo económico y a la reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe.
Estos objetivos se enmarcan dentro de nuestra Estrategia de Integración Competitiva Mundial y Regional, recientemente aprobada en el marco del noveno aumento de capital, y la cual demanda la acción simultánea en el software (las políticas y marcos regulatorios) y el hardware (integración física).
Si bien con la aprobación del TLC por el Congreso de EE. UU. culmina un periodo muy importante para la entrada en vigencia de este acuerdo, también abre paso a una nueva etapa de implementación, la cual será no menos compleja e importante que la negociación misma.
Por un lado, será necesario concertar una hoja de ruta para implementar el TLC en conformidad con el marco regulatorio colombiano en áreas prioritarias como facilitación del comercio, propiedad intelectual, reglas de origen, estándares laborales, etc.
En este contexto, el BID ha sido instrumental para impulsar una serie de programas que buscan sentar las bases de la institucionalidad requerida para agilizar el proceso de implementación.
En particular, el Banco ha servido como intermediario en un proceso de intercambio de experiencias con otros países de la región en la implementación de sus respectivos tratados con EE. UU., para así poder extraer las mejores prácticas.
Por otro lado, y de forma paralela, hemos venido apoyando temas claves como la reforma institucional del Ministerio de Comercio, el desarrollo de herramientas innovadoras para el seguimiento y monitoreo de los TLC (tanto el de EE. UU. como los recientemente aprobados con Suiza y Canadá, y otros que el país tiene en vigencia), el fortalecimiento de la Ventanilla Única de Comercio Exterior (Vuce), capacitación en temas como reglas de origen, estándares técnicos, incluidas medidas sanitarias y fitosanitarias, solución de controversias, entre otros.
En forma simultánea al proceso de implementación, será necesario potenciar un buen aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el TLC, especialmente entre el sector privado con un enfoque en las pequeñas y medianas empresas.
Para este fin es fundamental contar con una estrategia de diseminación de los beneficios asociados al TLC y la capacitación necesaria para que estas compañías puedan prepararse de manera adecuada y estar listas para utilizar el TLC tan pronto como entre en vigencia.
De igual manera, será imperativo redoblar los esfuerzos para promover la adopción de políticas de fomento de la competitividad, mejorar los procesos de logística para reducir los costos de transporte y desarrollar el potencial de sectores de exportación en los cuales Colombia goza de ventajas comparativas, como lo es el de servicios.
Para ello el Banco ha puesto a disposición de Colombia recursos de asistencia técnica y financiera con el objetivo de maximizar las posibilidades de Colombia de aprovechar esta gran oportunidad que representa el tener un acceso preferencial a un mercado como el de EE. UU.
Finalmente, el Banco está comprometido a seguir en su labor de análisis de impacto y diseño de políticas para maximizar los beneficios del acuerdo en temas de generación de empleo y políticas sectoriales.
De la misma forma, el BID continuará promoviendo un transparente intercambio de información dentro y fuera de Colombia con los sectores público y privado, y la comunidad no gubernamental.
* Javier León es representante del BID en Colombia.
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