29 octubre, 2011

Democracia y capitalismo

   Promotores de ventas hablan con visitantes en una feria del sector residencial celebrada en la ciudad china de Nankín a mediados de octubre. Pekín ha tomado medidas para evitar el crecimiento descontrolado del sector.
Promotores de ventas hablan con visitantes en una feria del sector residencial celebrada en la ciudad china de Nankín a mediados de octubre. Pekín ha tomado medidas para evitar el crecimiento descontrolado del sector.
AP

En un país democrático y capitalista, uno de sus hijos, nacido en un hogar de clase media, logró conformar un conglomerado de empresas privadas de inversión que lo catapultó a ser de los más ricos. Este hombre se desenvuelve magistralmente en las bolsas, ha forjado nuevas empresas que han generado millares de empleos y billones de dólares, ha salvado a otras de la quiebra, haciéndolas prósperas, y sus libros son biblias para los inversores. Pero resulta que a este representante por excelencia del capitalismo, por comentar que no le parecía justo que él pagara menos porcentaje de impuestos que su secretaria, lo acusan de socialista. Creo que a Julio Verne en 1860 y 70, le habrían dicho que estaba bien con las Veinte mil leguas de viaje submarino, con El viaje al centro de la tierra y La vuelta al mundo en ochenta días, pero con esta historia se había sobrepasado. Y sin embargo en el 2011, de eso acusan a Warren Buffet.

Cualquiera que pregunte por la eficiencia del actual sistema, una cantidad significativa de políticos, analistas y gerentes, lo llaman procomunista. Cualquiera que abogue por un sistema de salud más justo, le acusan de ¡tiránico! Cualquiera que critique que la clase dirigente gobierne para aquel que aporte más dinero a sus campañas, es llamado antiamericano.

Durante los últimos veinte años hemos sido testigos de la creación de tecnología insospechada, y sabemos que habrá más cambios, que los televisores serán mini teléfonos y los teléfonos mini cocinas, los robots actuarán como humanos, los autos serán más veloces y los aviones irán al espacio, hoy, mujeres que no podían tener hijos son fértiles, se almacenan bibliotecas en pequeños dispositivos, miles de canciones en aparatos diminutos, un papá puede saludar la imagen de su hijo en Atlanta desde Argentina, descubren más curas para las enfermedades, las cirugías son menos dolorosas, pero el sistema económico y político, no pueden cambiar, no pueden mejorar, no pueden tocarse.

Nadie puede negar que China sea ahora capitalista. ¿Cuántas veces leemos la frase Made in China? ¿Cuántas imágenes vemos de rascacielos monumentales en Shanghai? ¿Hacia dónde miran los que fabrican autos, jets, ropa, gafas y carteras, si no a la China? Y sin embargo, ¿es China una democracia? ¿Vota la gente en China? ¿Tiene derecho a protestar y opinar libremente la gente en China? ¿Es la prensa libre en China? No. Pero es capitalista. ¿Es entonces el capitalismo, sinónimo de democracia?

Según la Real Academia Española el capitalismo es el sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado. Y la democracia es la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos.

La piedra santa en la que se erige el culto que tiene enfermo a medio país, se basa en una idea equivocada. El capitalismo no es sinónimo de democracia.

Quizá que el capitalismo se convierta en democracia no sea beneficioso para las empresas, pero así, que la democracia se convierta en capitalismo, no es beneficioso para los estados. En la democracia los políticos elegidos gobiernan para lo que conviene a las mayorías, y velan por sus oportunidades y derechos. Las empresas en cambio están hechas para producir ganancias.

Imaginen un periodista que descubre un escándalo de corrupción que compromete a funcionarios de la ciudad, con funcionarios de una empresa privada, que es accionista de un grupo en el que el conglomerado dueño del noticiero donde trabaja el periodista, tiene intereses. La decisión democrática sería: Hay que revelarlo, la gente debe saber lo que está pasando. La decisión capitalista sería: ¿Publicar esta noticia nos traerá perdidas o nos traerá ganancias? ¿Pérdidas? No se menciona. ¿Ganancias? Va de primera abriendo el noticiero.

O esto. Los elevadores de un rascacielos se han averiado. En uno se encuentran noventa y nueve personas. En el otro, una. Solo hay dos opciones, salvar a los noventa y nueve, o salvar al que está solo. No es posible salvar a todos. ¿Cuál sería la decisión democrática? Porque la decisión puramente capitalista, partiría de una pregunta: ¿Qué generará más ganancias (o menos pérdidas), salvar al uno, o a los noventa y nueve? Y si la respuesta es al uno, a ese ascensor acudirán los bomberos.

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