Italia
Londres
"La ley es igual para todos." Frase en el muro de un juzgado de Milán.
El caso de Amanda Knox destaca uno de los muchos defectos del sistema judicial italiano: nunca ofrece certezas concluyentes.
Amanda Knox y Raffaele Sollecito han ganado su apelación contra su condena por el asesinato de Meredith Kercher en 2007. Pero si muchos dudaban del primer veredicto, otros tantos ponen en duda esta última sentencia. Es uno de los muchos defectos de la justicia italiana, que nunca dicta certezas concluyentes y definitivas. Lo que ocurre normalmente es que se deja la puerta abierta para llevar el caso al siguiente nivel, primero a la apelación y luego a 'cassazione', el Tribunal Supremo. En la imaginación pública, de momento, la puntuación es sencillamente de empate.
Siempre ha sido así. No existe ningún caso destacado desde los años de la posguerra que haya convencido al país de que realmente se haya hecho justicia: el asesinato del poeta y director de cine Pier Paolo Pasolini [1975], el accidente de Ustica [1980, 81 fallecidos], el atentado en la estación de ferrocarril de Bolonia [1980, 85 fallecidos], el atentado de la Piazza Fontana [1969, 17 fallecidos], los asesinatos del Monstruo de Florencia [1968-1985, 16 fallecidos], el asesinato del comisario Luigi Calabresi [1972], el "caso Cogne" [el asesinato de un niño de 3 años en su hogar, en 2002]… ninguno se ha resuelto de forma satisfactoria y convincente. En lugar de ello, el país parece dividirse entre innocentisti y colpevolisti (los que creen en la inocencia o la culpabilidad del acusado) y los acalorados debates prosiguen durante décadas.
Parte del motivo por el que el juicio a Knox haya captado la atención no es sólo el ingrediente de "Foxy Knoxy", es decir, el hecho de que Knox fuera atractiva y supuestamente intrépida sexualmente. No es sólo por el carácter cosmopolita del crimen, el hecho de que hubiera un víctima extranjera y, tal y como se pensaba, un asesino extranjero. El atractivo del caso, por truculento que sea el término, reside en el hecho de que existían suficientes dudas tanto sobre el caso de la acusación como sobre el de la defensa. Italia se ha dividido por la mitad, lo que significa que el caso en cierto modo es el elemento ideal para el circo mediático, para el debate y la deconstrucción. El caso Kercher hasta la fecha ya ha generado 11 libros y una película.
Las teorías de la conspiración, pasatiempo nacional
La dietrologia, literalmente la creación de teorías de conspiración, es un pasatiempo nacional precisamente porque los tribunales no dictan veredictos convincentes. Permite que cada periodista, magistrado o asiduo a los bares plantee su veredicto. El resultado es que todo el mundo con una imaginación activa tiene una respuesta que explica la verdad tras el misterio e inevitablemente la verdad queda cada vez más sepultada bajo tantas explicaciones agitadas.
Los medios de comunicación desempeñan una función clave para mantener en funcionamiento este circo: en ningún otro país las cronache nere, las "crónicas negras", están tan presentes en las noticias de la noche. Siempre hay algún caso activo. Entre 2005 y 2010, los siete canales nacionales emitieron, sólo en las noticias de la noche, 941 espacios sobre el asesinato de Meredith Kercher en Perugia, 759 sobre el asesinato de Garlasco [2007], 538 sobre el asesinato del pequeño Tommaso Onofri [2006] y 508 sobre el asesinato en Cogne. Los programas de la tarde a menudo hablan sobre los pormenores de estos casos durante horas, intercalando testimonios de testigos expertos con breves reportajes en el lugar de los hechos.
Y como en estos casos a menudo se celebra un juicio tras otro, son como historias interminables, de modo que la especulación y el espectáculo puede continuar libremente. Tal y como escribió hace poco un periodista en La Repubblica, estos casos son famosos porque "generan ansiedad, pero al mismo tiempo, tranquilizan. Nos llaman la atención, pero afectan a otros. Es como quedase al borde de un precipicio y luego dar un paso atrás en el último momento. Sientes vértigo. Ansiedad. Pero también alivio. Es un placer sutil".
Resulta imposible celebrar un juicio justo
Sin embargo, también existen muchos motivos mundanos por los que la justicia italiana nunca parece resolver nada. En parte es una cuestión de meritocracia: en un país en el que los nombramientos responden siempre al nepotismo en lugar de a las competencias de las personas, quizás sea inevitable que cualquier investigación presente lagunas y que los abogados decentes las encuentren.
En muchas ocasiones resulta imposible celebrar un juicio justo, porque no existe el concepto del jurado (al menos no en el sentido en que lo entendemos nosotros) ni el sentido del secreto sumarial: los detalles más jugosos siempre se filtran a la prensa mucho antes del juicio. Nadie duda de que el sistema judicial necesite desesperadamente una reforma. El problema es que el hombre que debería estar más desesperado por hacerlo, el primer ministro, es casualmente el hombre más desesperado por evitarlo.
Desde Italia
Un sistema judicial que falla, pero digno de respeto
En Italia, la decisión del tribunal de apelación de Perugia revocando la de la sala de lo Penal de 2009 ha reabierto el debate sobre la justicia y su funcionamiento.“Incluso si se hubiesen seguido las normas y la decisión fuese irreprochable, para la justicia italiana, en cualquier caso, no se trata de una victoria”, escribe en La Stampa el famoso abogado Carlo Federico Grosso, que defiende la decisión del tribunal de apelación. En la misma línea, Riccardo Arena, un especialista de prisiones, se refiere en Il Post a un “fracaso del proceso penal”, y reprocha a las partes haber dejado que transcurriesen cuatro años, durante los cuales los acusados han estado en prisión preventiva.
También en La Stampa, el jurista Vladimiro Zagrebelski defiende el sistema judicial italiano, que se asienta sobre sentencias motivadas y sobre la presunción de inocencia, en comparación con el modelo anglosajón, que considera como más sumario: “un sistema que tiene un precio. Inevitablemente hay casos cuyo delito queda impune”, pero reduce a un mínimo las posibilidades de que un inocente acabe siendo condenado. El aspecto deplorable del proceso de Perugia reside sobre todo en la intensa presión mediática: “el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha manifestado en varias ocasiones que el clamor externo y los ‘juicios paralelos en la prensa’ pueden influenciar a los jueces, y, particularmente, a los jurados y prejuzgar la equidad del proceso. Es lo que ha ocurrido en el caso del juicio de Perugia (y el hecho es frecuente en Italia) y está a años luz del mejor clima propicio necesario”.
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