Emilio J. González
El 20-N puede marcar el final de una etapa en la historia reciente de España, porque lo que tendrá que hacer Mariano Rajoy desde el momento en que llegue al poder va a ser desmontar el sistema socialista erigido en los tres últimos decenios si quiere que salgamos de esta.
No nos llamemos a engaño. Zapatero tiene mucho que ver con el dantesco panorama socioeconómico que deja tras de sí. Pero lo que ha hecho ZP para arruinar España no hubiera sido posible si, previamente, el anterior Gobierno socialista de Felipe González no hubiera sentado las bases para ello. Las cajas de ahorros están en quiebra porque entre Zapatero y el Banco de España las han dejado acumular riesgos enormes en relación con la vivienda, pero también porque los políticos han hecho con ellas lo que han querido. Y eso ha sido posible porque González aprobó una ley de cajas que entregó a estas entidades crediticias a la clase política. Si autonomías y ayuntamientos tienen verdaderos quebraderos de cabeza para cuadrar sus cuentas y llenan los cajones de facturas sin pagar, no es sólo porque el Gobierno actual anulara la Ley de Estabilidad Presupuestaria; es, también, porque durante los largos trece años de mandato de Felipe González se acabó de un plumazo con todo el sistema de intervención de los gastos de la Administración para que los socialistas pudieran hacer de las suyas. Si en el sector público sobra personal a patadas, no es sólo porque con Zapatero las autonomías, los municipios y el propio Estado se hayan dedicado a colocar a los suyos; es, también, porque González se cargó todo el sistema de carrera profesional de la Función Pública para llenarla de amigos, familiares, correligionarios y comisarios políticos. Si el gasto público está desmadrado, no es sólo porque ZP haya tirado el dinero a espuertas; es porque Felipe González instauró en este país la cultura del subsidio y de que el dinero público no es de nadie. Si la educación en España es lamentable, no se debe únicamente a que Zapatero impusiera la dichosa asignatura de Educación para la Ciudadanía; es, también, porque con la Logse y normas similares se politizaron los centros educativos. Si la Justicia es un cachondeo, no es sólo por el sectarismo de la Fiscalía Anticorrupción, del Fiscal General del Estado o de algunos jueces; es porque, entre el cuarto turno y la politización de los nombramientos, Felipe González maniató la Justicia para que él y su entorno fueran intocables...
Todo cuanto ocurre de malo en España, en fin, se debe a que en los dos periodos de los socialistas en el poder, éstos se han dedicado a desmantelar el sistema constitucional, el Estado de Derecho y todos los controles propios de un sistema democrático para que su poder sobre la sociedad fuera absoluto, lo que ha llevado a España a la ruina y al PSOE, probablemente, a un final que se tienen bien merecido. Si Rajoy quiere sacar adelante al país, no sólo tendrá que acabar electoralmente con los socialistas; también tendrá que hacerlo con el sistema político que vienen montando desde 1982.
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