18 octubre, 2011

El 'padrino de las pizzas': el anti-Obama del Tea Party

Afroamericano, del Tea Party y anti impuestos. Es Hermann Cain, que aspira a competir con Obama por la Casa Blanca.

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Hermann Cainn | Efe
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LIBERTAD DIGITAL 7

El de Hermann Cain es uno de esos casos de ascensión fulgurante, en el que un completo desconocido asciende al estatus de protagonista en un tiempo que suele antojarse escaso. Y también, como este tipo de historias de éxito, la de Cain ni es tan espontánea, ni tan sorpresiva.

Cain llevaba tiempo preparándose para dar el estoque definitivo dentro del Partido Republicano: se le conocía en los círculos más conservadores del partido, y recientemente se había dejado oír por varias radios, donde iba desgranando sus propuestas políticas. Además, le avalaba su impecable historia de éxito al frente de la cadena de pizzerías de la que es consejero delegado: 'Godfather’s Pizza' (La pizza del padrino).

Este hombre de 65 años y origen afroamericano tuvo su plataforma definitiva de lanzamiento la pasada semana, en el debate de New Hamsphire de los precandidatos republicanos. Con su profunda voz radiofónica, su tono bromista, y la contundencia de sus propuestas consiguió equilibrar la balanza en su favor, y restar protagonismo a Mitt Romney y Ricky Perry. Pero, ¿cómo ha conseguido tumbar en las encuestas a estos dos peces gordos del republicanismo? Sin duda, una de las claves de su éxito fue su estudiado plan económico, llamado "9-9-9", repetido como un mantra hasta la saciedad: "nineninenine". Este se basa en desterrar el código fiscal actual de EEUU – lo considera la "escalvitud del siglo XXI"- para aplicar exclusivamente un impuesto del 9% sobre la renta, a las empresas y las ventas. Es decir: bajar radicalmente los impuestos a las rentas más altas y a las empresas y subirlos para el consumo, aprobando un IVA nacional, inexistente hasta ahora.

"Nineninenine. Pensaba que era el precio de una pizza", le espetó otro de los candidatos republicanos en el debate televisado con el presentador Charlie Rose. La respuesta del magnate de las pizzas es una síntesis de su personalidad y carisma político: "No es el precio de una pizza, va a ser aprobado. A diferencia de tus propuestas, empieza con eliminar el código fiscal actual", contestó a su rival Jon Hunstman, con gesto triunfalista.

Y es que hace una semana que el plan económico ha despertado la atención de todos los analistas: un plan radical que sólo producirá frutos a largo plazo, pero ambicioso y perfectamente coincidente con las reivindicaciones del Tea Party, del que forma parte. Tanto ha llamado la atención que incluso el Hufftington Post ha intentado dar con el origen de su teoría y su propuesta: y ha llegado hasta los Sims. El diario ha descubierto que el juego de ‘SimCity’ usa una correlación parecida para gestionar los impuestos y la economía de sus ciudades ficticias, y no ha tardado en acusarle de ‘plagio’.

Son muchas y variadas las virtudes de este candidato sorpresa, que consigue conectar con la gente gracias a su discurso anti-impuestos y a su inexperiencia en la arena política: Cain no usa jerga política, no usa discursos demasiado manidos, y no teme las repreguntas. Además, tiene carisma y sabe venderse. A sus espaldas cuenta con orígenes humildes como aval de honestidad, -baza muy válida en la política estadounidense- y su historia empresarial de éxito: el hombre americano hecho a sí mismo.

Pero quizás sus inconvenientes para continuar con esta fulgurante carrera sean más abultados que sus atractivos. El primer escollo es su color de piel, ante el que tendrán menos problemas los americanos blancos que los negros. Porque serán los americanos negros quienes más difícil se lo pondrán a Cain, ya que rápidamente ha sido acusado de racismo con su propia comunidad. Entre otras causas, está su discurso, que (intencionadamente) mal entendido puede llevar a equívocos de esta naturaleza. Cain asegura en su libro This is Herman Cain que los negros han tenido un "victimismo" histórico en la tierra de las oportunidades, lo que les ha llevado a ponerse límites a sus sueños. Él opina que en la América de hoy el racismo es prácticamente imperceptible, pero muchos ya le han tachado de un "traidor a la comunidad". La izquierda se ha encargado convenientemente de jalear este eslógan.

Entre otros inconvenientes está su disponibilidad de ingresos para costear la campaña. Hasta el momento, Cain insiste en que "lo importante es el mensaje" y que ya solventará la abismal separación que amplía la brecha entre Perry y Romney. ¿Estrella fugaz o promesa sólida de futuro? El tiempo -y los avales- lo dirán.

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