11 octubre, 2011

El regreso del PRI

Superó las amenazas de fractura y está listo para retomar el poder. Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones pactan la unidad básica.

Ricardo Alemán

Al final de cuentas, el PRI restañó las heridas que amenazaban con una fractura —durante la renovación de su Consejo Político Nacional— y decidió cerrar filas en torno, no sólo a sus dos aventajados precandidatos —Enrique Peña y Manlio Fabio Beltrones—, sino del vapuleado presidente, Humberto Moreira, al que arropó el priismo en pleno.

Y es que la mañana y tarde de ayer, en la sede nacional del PRI, se vio no sólo a los nuevos cuadros —como el gobernador Eruviel Ávila, entre muchos “nuevos valores” del tricolor, que son parte del Consejo Político Permanente—, sino que reaparecieron dinosaurios que muchos creían sepultados, como Enrique Jackson —a quien nombraron nuevo jefe del Consejo Político Nacional— y “modernas” figuras de la Comisión Política Permanente; Eliseo Mendoza Berrueto, Alfredo del Mazo González, Pedro Ojeda Paullada y Gustavo Carvajal.

Pero además de que se incorporó a cargos relevantes a jóvenes figuras del tricolor —como Nubia Magdalena Mosqueda y Jorge Carlos Hurtado Valdez, responsables de las comisiones de presupuesto, fiscalización y contraloría—, también fueron rehabilitados reputados militantes de la última generación del PRI en el poder presidencial, como Fernando Ortiz Arana y Manuel Ángel Núñez Soto, éste último nombrado presidente de la poderosa Comisión Nacional de Financiamiento.

En suma, que en los reacomodos del viejo partido hubo lugar para todos, o casi todos, de tal suerte que a pocos les importó el escándalo mediático por el financiamiento desmesurado del gobierno de Coahuila y el priismo en pleno se mostró solidario con su presidente, Humberto Moreira, quien se aventó la puntada de acusar al gobierno federal “de emprender una guerra sucia contra el PRI”. Por eso, el coahuilense apeló “a la unidad”, ante lo que insistentemente llamó “guerra sucia” del gobierno de Calderón.

Acaso por eso, los mil 200 asistentes al vetusto auditorio Plutarco Elías Calles, no dejaron de corear —como en los viejos tiempos— las arengas de “¡Uni-dad!, ¡Uni-dad!”, que parecieron incontenibles cuando, en dos ocasiones, se abrazaron, en señal de unidad y para borrar todo signo de fractura, los presidenciables Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones.

En busca del PRI

El PRI —y su maquinaria invencible en por lo menos dos tercios del país— está listo para arrancar lo que —en los hechos— será mucho más que una elección interna. Es decir, que los señores Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones recorrerán todo el país, no en busca del voto de sus simpatizantes por ver quién es el candidato presidencial del tricolor; no para ganar uno al otro las preferencias de la militancia.

En el fondo, la fórmula de selección interna del candidato presidencial del PRI parece que será una justa, no por los votos de los priistas de todo el país, sino para encontrar al PRI y a los priistas; para preguntar a los ciudadanos —militantes o no— el tipo de partido que ellos quieren y que el priismo ofrecerá en la contienda constitucional.

Y es que, en la sesión de ayer del Consejo Político Nacional, confirmó que el partido tricolor ya tiene un candidato presidencial en Enrique Peña Nieto; tiene a un “plan b” en Manlio Fabio Beltrones y, por si existían dudas, tiene lista su maquinaria electoral. Por eso la gran pregunta. Si tienen partido, si tienen candidato y tienen la maquinaria lista, ¿qué es lo que significa la elección abierta, a todos los mexicanos, con más de 50 mil casillas que se instalarán en todo el país?

La respuesta parece elemental. En realidad, el viejo partido tricolor va a ensayar una suerte de refundación mediante una consulta a la sociedad toda —y no sólo a sus bases—, para que el candidato presidencial oficial se comprometa —una vez ungido— a llevar adelante la propuesta que surja de esa consulta y esa propaganda que se llevará a cabo por todo el país.

La unidad, como condición.

Está claro que esa singular clase política que se acredita como priista entiende que hay una condición insalvable para plantear su regreso al poder presidencial. Por eso, en el viejo auditorio Plutarco Elías Calles, las partes en conflicto —es decir, Peña Nieto y Beltrones—, enviaron los mensajes de unidad que todos estaban esperando.

Primero, el senador Beltrones acudió hasta donde se encontraba Peña Nieto, para extender la mano y focalizar un saludo simbólico, en medio de los mil 200 convocados. El gesto despertó los hervores del viejo PRI. Pero no fue suficiente. Más adelante, Peña Nieto repitió el gesto y reeditó el mensaje. Y de nueva cuenta el priismo reaccionó a la señal. “¡Uni-dad!, ¡Uni-dad!”, fue el coro.

Sin embargo, nadie fue capaz de explicar cómo se va a producir la unidad en una federación de partidos, en una feudalización del poder político en las entidades en manos del PRI. Y, al parecer, los mismos que dieron “el remedio”, también entregaron “el trapito”.

En efecto, el candidato presidencial del PRI será electo mediante una precampaña de un mes por todo el país, de una consulta y de foros de discusión —claro, al estilo del PRI—, que se extenderán a todos los sectores sociales, sean o no priistas.

Pero, si bien la selección del candidato presidencial será un proceso de búsqueda del PRI que se quiere; la otra parte del reparto del poder —la que involucra a candidatos a los gobiernos estatales, a las senadurías y diputaciones federales—, se hará mediante el método de convención. Es decir, mediante el reparto de cuotas y cotos. En otras palabras, a cada quien lo suyo.

De esa manera, los gobernadores salientes tendrán mano para la selección del candidato a sucederlos. La única regla obligatoria será que el elegido garantice la victoria. De la misma manera, los candidatos a diputados y senadores saldrán de la negociación entre comités estatales, distritales y sectores del partido. La condición, en este caso, es no dejar escapar uno solo que se pueda convertir en candidato de los opositores.

La maquinaria, como método.

No es casual que en la nueva estructura del PRI aparezcan figuras de ayer y hoy; los que —en su momento—, diseñaron, construyeron e hicieron operar la estructura de la llamada “maquinaria” del PRI, que será reactivada en todo el país, desde los comités de calle, cuadra, manzana sección, distrito.

Hoy, nadie sabe de dónde saldrá el dinero para mover esa estructura. Lo que todos saben es que el PRI tiene dos tercios de los gobiernos estatales en sus manos y que, desde siempre, esa es y ha sido la fuente de recursos para hacer política. Falta saber si ese PRI aguantará los misiles que vienen. Al tiempo.

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