José López Portillo envió esta carta el 18 de noviembre de 1999, instando a la ciudadanía estadounidense a darle su "reconocimiento y el apoyo oportunos" al precandidato presidencial Lyndon H. LaRouche.
A través de los años he visto, desafortunadamente, confirmarse que, sin la introducción de un principio superior de Justicia —por el que pugné durante mi período como presidente de la República de México—, que reordene el actual sistema financiero, monetario y económico internacional, la civilización, y con ella decenas de naciones y millones de seres humanos se ven precipitarse en una vorágine de calamidades y caos, en sí mismos injustificados e innecesarios, que no sólo ofenden y atropellan pertinazmente la dignidad humana sino que ponen continuamente en peligro la paz internacional.
Sólo la transformación del actual orden mundial por uno que coloque en el centro de las decisiones fundamentales los derechos inalienables de las personas qua individuos y de las naciones, podrá abrir una nueva era de prosperidad, paz y felicidad. Derechos como el de gozar no sólo de la libertad para crear las condiciones materiales de su existencia, sino a partir de ello, desarrollar al máximo sus potencialidades culturales, científicas y humanas en general. Un cambio así sólo puede fundarse en la plena confianza de lo superior en el hombre, de la razón y las virtudes de las que sólo es capaz de desarrollar la especie humana.
En la batalla por un orden semejante, quiero reconocer los incansables y generosos esfuerzos llevados adelante por Lyndon H. LaRouche, a quien como precandidato a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica espero lo mejor. Deseo que su voz sea escuchada y seguida por quienes en el mundo tienen la grave responsabilidad de impedir que esta situación siga su calamitoso curso, y espero que sus conciudadanos norteamericanos, quienes eligirán a su presidente en las próximas elecciones, le proporcionen el reconocimiento y el apoyo oportunos.
—José López Portillo, ex presidente de México (1976-1982)
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