KABUL, 7 octubre 2011 (AFP) – Afganistán cumplió este viernes, en un ambiente sombrío y cargado de inquietudes, diez años desde la caída de los talibanes, década marcada por el fracaso de los occidentales en estabilizar el país, a pesar de cientos de miles de millones de dólares y decenas de miles de víctimas.
El 7 de octubre de 2001, menos de un mes después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, la aviación estadounidense comenzó a bombardear Afganistán después del rechazo del régimen talibán de entregar al jefe de Al Qaeda Osama Bin Laden.
Pero Estados Unidos, motor de la fuerza de la Otan, muy pronto ocupado en la invasión de Irak, dejó que los talibanes, refugiados sobre todo en el vecino Pakistán, se reconstituyeran.
Diez años después, esta guerra, una de las más largas de la historia estadounidense, incluso más prolongada que la ocupación soviética de los años 1980, se fue transformando en un atolladero cada vez más sangriento.
La Otan, que tiene previsto retirar sus tropas de combate del país de aquí a fines de 2014, sigue buscando una salida honorable de este conflicto que, según la universidad estadounidense de Brown, ha provocado unos 34.000 muertos y en el que sólo Estados Unidos ha gastado al menos 444.000 millones de dólares.
Ningún acto especial estaba previsto este lunes para marcar el aniversario.
Los responsables afganos anunciaron un refuerzo de las medidas de seguridad en la capital Kabul, recientemente blanco de varios ataques rebeldes que pusieron de manifiesto la fragilidad del gobierno, sostenido por 140.000 soldados de la Otan.
El jueves en Kabul, unos 200 manifestantes reclamaron la salida de la Otan y denunciaron las víctimas civiles de sus operaciones que alimentan el rencor de la población y nutren la insurrección.
En vísperas de este décimo aniversario, el jueves, el general estadounidense Stanley McChrystal, excomandante de las fuerzas internacionales en Afganistán, estimó que la Otan había logrado “un poco más de la mitad de sus objetivos militares”, reconociendo que Estados Unidos y sus aliados tuvieron “un enfoque simplista” de Afganistán y su historia.
La retirada occidental de 2014 abre la posibilidad de un retorno de los talibanes al poder, perspectiva inquietante para aquellos afganos que sacaron provecho de esta década de apertura, sobre todo los habitantes urbanos.
“La gente tiene acceso a todo lo que quiere, lo que no era el caso bajo los talibanes”, explicó así en buen inglés Hafizullah Ahmadi, un traductor de 33 años.
Pero la población, cansada de la violencia, reclama también y antes que nada la paz, que pocos imaginan pueda ser posible sin un acuerdo con los talibanes vistos como una fuerza, o sin una retirada occidental.
“Estaremos contentos cuando se vayan los estadounidenses. Entonces todo volverá a ser normal”, declaró a la AFP Khan Agha, un vendedor callejero.
“Bajo los talibanes, la vida era dura, pero al menos teníamos la seguridad”, añadió.
En septiembre, el ex presidente Burhanuddin Rabbani, encargado de negociar la paz con los talibanes, fue asesinado en Kabul.
Su muerte hizo alejarse las ya hipotéticas perspectivas de paz a corto plazo, con los rebeldes que rechazan negociar con el gobierno mientras los soldados extranjeros no hayan dejado el país.
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