Este municipio neoleonés es claro ejemplo de una zona dominada por la banda de La última letra, organización que manda sobre la polícía local y controla los caminos.
A Juárez, Nuevo León, se llega desde Monterrey por la carretera libre a Reynosa. Allí se observa una finca rodeada por un alto muro de sillar, piedra ligera que se usa como material tradicional de construcción en la región. En esa finca capturaron el 16 de enero de 1996, en un vistoso operativo, a Juan García Ábrego, hasta entonces líder del cártel del Golfo.
Abandonada desde entonces, la barda continúa como recio guardián de la morada de quien antecedió a Osiel Cárdenas, y como recordatorio de que la presencia del crimen organizado en este municipio no es nueva. Hoy domina aquí el ex brazo armado y actual rival del cártel del Golfo, Los Zetas, quienes tienen bajo su mando a la policía local.
Así lo comprobaron los militares que llegaron al cuartel general de la Policía de Juárez la tarde del primero de octubre, siendo su intención llevarse a los elementos para someterlos a pruebas de evaluación de confianza, y de paso detener a aquellos de quienes se sospecha su participación con el crimen organizado. La revisión incluyó la lista de detenidos; dos de ellos no tenían delito alguno, y estaban allí porque una célula de Los Zetas los llevó a que se los guardaran. “Los policías que estaban a cargo de esta sección o de esta área de la Policía se encuentran arraigados”, detalló el vocero de Seguridad, Jorge Domene Zambrano. “Tengo entendido que son cuatro (uniformados), y se liberó a las personas que estaban ahí retenidas. Se dice que estaban al servicio de la banda delictiva de Los Zetas, es parte de la investigación”. Las identidades de los secuestrados se reservaron por la investigación, aunque trascendió que podría tratarse de halcones (como se le llama a los vigías del grupo criminal) o integrantes de menor rango castigados por fallar en su encomienda.
Abundan los testimonios de secuestros realizados por policías y agentes de Tránsito en Juárez. El más reciente es el de Luz María Durán Mota, madre de familia que vino desde Veracruz a denunciar que hace cuatro meses desapareció su hijo, cuatro compañeros de trabajo y la camioneta en la que entregaban plantas a viveros de la región. El joven tiene 15 años de edad y acompañaba a Israel Arenas Durán, de 17 años; a Adrián Nava Cid, de 23; a Javier García Álvarez, de 20 y a Reynaldo García Álvarez, quien reveló los hechos porque escapó del secuestro.
La mujer se trasladó a Juárez y pasó días indagando por los muchachos en la corporación. Los uniformados al principio la ignoraron, pero después aceptaron que los tenían detenidos y que los estaban golpeando por haberse portado mal. Fue entonces cuando Durán Mota pidió ayuda al Ejército. Una unidad militar detuvo al policía de tránsito Juan Eduardo de León junto a un presunto ladrón de vehículos, Carlos Ochoa Bautista, hoy consignados al Juez Mixto con sede en Cadereyta, Nuevo León. Los jardineros desaparecieron.
CUARTA INTERVENCIÓN
La colonia Real San José, en Juárez, se ubica en el distribuidor vial de la autopista a Monterrey-Reynosa y la carretera Juárez-Apodaca. El 31 de agosto de 2009 unidades de la policía le cerraron allí el paso a un convoy militar que horas antes detuvo al entonces cabecilla de Los Zetas en esa localidad. Los soldados enfrentaron a los uniformados quienes, superados, bajaron de sus unidades y huyeron rumbo a las calles del fraccionamiento. El incidente, ocurrido hace tres años, confirma que los procesos de depuración de las corporaciones son como Disneylandia: nunca están concluidos.
El mismo gobierno del estado reconoce la gravedad del caso en Juárez. Sólo en 2011 han realizado cuatro incursiones para detener o investigar a uniformados con nexos con la delincuencia organizada. “Hay que recordar que en Juárez no es la primera vez que hacemos una intervención: en este último operativo se retuvieron 17 personas de las cuales nueve están arraigadas y ocho son evaluadas; esto en adición a este caso específico”, dijo Domene Zambrano.
Ante todo esto, el edil de Juárez, Luis Alberto García Garza, se limitó a responder días después que desconocía el uso que sus uniformados daban a las celdas, así como que éstos estuvieran al servicio del crimen organizado; en una entrevista para un noticiario radiofónico justificó la tardanza en responder porque “estaba inaugurando una plaza y pavimentando una calle”. Además, la semana del incidente coincidió con el cumpleaños del munícipe, quien se festejó dos veces: una en un restaurante de carne asadas y cabrito, en Monterrey, lejos de su municipio, y la otra en una quinta, ésta sí en Juárez, con residentes de zonas populares.
En las primeras dos semanas después del incidente fuerzas federales, apoyadas por la Agencia Estatal de Investigaciones, realizaron operativos en los municipios de Santa Catarina, Juárez, Pesquería, Linares y Villaldama, donde han retenido a 307 policías. Durante 2011 han arraigado a 108 elementos de los municipios donde se han realizado operativos.
ES LA GEOGRAFÍA, ESTÚPIDO
La ubicación de Juárez, en la salida a la carretera y la autopista que lleva de Reynosa y Matamoros a la frontera, es una de las razones de la alta actividad delincuencial de Los Zetas, consideró el diputado local del Partido Revolucionario Institucional (PRI), César Garza Villarreal. “La ubicación estratégica, geográfica de Juárez lo pone en una situación comprometida, siempre ha sido así”, mencionó. De paso, el legislador justificó al alcalde, con quien comparte militancia en el PRI, en cuanto a sus declaraciones de ignorar lo que sus policías hacían. “Él tiene asignado un secretario de Seguridad, tiene asignado personal a cargo; él les delega la confianza, y si no le están respondiendo él tiene que sustituirlos por personas que sí cumplan”, expresó.
La zona de Juárez tiene grandes áreas agrestes donde abundan los ranchos para descanso y de uso agrícola. Muchas de éstas tienen años expropiadas por el grupo criminal para ser usadas como casas de seguridad. En una de ellas fueron enterrados 150 cuerpos en una fosa, la mayor que se ha descubierto en Nuevo León, donde de 2006 a la fecha se han localizado al menos otras 20 fosas.
En otra finca rupestre, el Ejército detuvo el cinco de diciembre de 2009 a Ricardo Almanza Morales, El Gori 1, jefe de plaza de Los Zetas en Monterrey, quien se refugiaba en Juárez, municipio donde los retenes del grupo criminal o de los policías a su servicio son frecuentes en las carreteras: son ellos quienes deciden si quienes circulan puede seguir su camino o merecen ser secuestrados.
Presentan a La Rana, número tres de Los Zetas
Personal del Ejército Mexicano detuvo el 12 de octubre pasado en Saltillo, Coahuila, a Carlos Oliva Castillo, La Rana, quien presuntamente ordenó a Francisco Medina Mejía, actualmente prófugo, que perpetrara el ataque al Casino Royale, el 25 de agosto pasado en Monterrey, Nuevo León, donde murieron 52 personas.
Durante la presentación del detenido, realizada el pasado 13 de octubre en la Ciudad de México, el vocero de la Secretaría de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla Trejo, indicó que este sujeto es el presunto encargado de Los Zetas en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, y que debido a la afectación provocada al grupo delictivo por su captura, sus cómplices intentaron sin éxito atraer a las tropas del Ejército hacia otros puntos para llevar a cabo un posible rescate, lo que generó varias horas de balacera en distintos puntos de Saltillo. De acuerdo con las investigaciones, Oliva Castillo es considerado uno de los líderes más importantes de la mencionada organización delictiva, sólo por debajo de Heriberto Lazcano, El Lazca, y de Miguel Ángel Treviño Morales, también llamado El 40.
Trevilla Trejo precisó que Oliva Castillo fue detenido con su escolta, Juan Carlos Garza Rodríguez, así como con su pareja sentimental, Irasema López Garza.
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