El Presidente Calderón se encuentra en el fin de su período y Humala apenas lo inicia. Entonces, ¿qué tienen en común para reunirse?
El próximo 18 de julio el Presidente electo del Perú, Ollanta Humala, realizará una visita al Presidente mexicano, Felipe Calderón; asimismo, Ollanta se reunirá con distintos líderes y parlamentarios de la clase política y económica del país azteca. Un dato para tener en cuenta es la asimetría de los tiempos políticos de ambos dirigentes, el Presidente Calderón se encuentra en el fin de su período y Humala apenas lo iniciará en un par de semanas, entonces, ¿qué tienen en común para reunirse? La respuesta es sencilla, no hay un motivo exclusivo, en realidad les sobran los motivos en diversas materias: Narcotráfico, Inversiones mineras en el Perú, gobernabilidad, pactos económicos internacionales, son algunos de los temas que seguramente tocarán ambos mandatarios, pero la piedra de toque sin duda alguna será el acuerdo que el Presidente Calderón firmó el 29 de abril pasado con los Presidentes de Chile, Colombia y Perú (Alan García), que tenía como finalidad alcanzar y edificar un amplio marco de acuerdo que permita “armonizar en el futuro sus economías para elevar el intercambio comercial y encontrar nuevos mercados en la rica cuenca del Océano Pacífico”. Una propuesta loable para las partes firmantes que, sin embargo, tenía la intención de agrupar a los gobiernos neoliberales en un desesperado bloque político y económico que contuviera el avance de la izquierda en la región, justo en medio de la campaña electoral peruana para así darle de taquito un respaldo a los candidatos y candidatas a la presidencia en el Perú respaldados por Alan García—Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. El desenlace de esta historia es de todos conocido: Ollanta Humala ganó las elecciones y ya es hora de hacer las paces con quienes sin querer queriendo abonaron lo suyo al defender la continuidad del proyecto neoliberal en el Perú y en consecuencia se opusieron a su candidatura.
Ollanta tendrá que conversar seriamente este pacto con su homologo mexicano. Ambos tienen ideologías políticas divergentes y sus puntos geopolíticos van en sentido opuesto: mientras que Ollanta mira hacia la izquierda y se enfoca en el modelo brasileño, Calderón es un ferviente defensor del libre mercado y de sus alianzas con los Estados Unidos.
Al clarificar esta coyuntura se abren espacios y perspectivas para plantear la posibilidad de la existencia de una agenda de Ollanta Humala en México, agenda que tiene que ver también con otro eje común, la inversión minera del Grupo México en el Perú. Para muestra un botón: solo en el año 2007, «Southern Copper Corp., una de las mayores productoras de cobre del mundo, aprobó una inversión de 2 mil 108 millones de dólares en Perú para reemplazar proyectos de expansión que canceló en México». Este dato es de singular importancia debido a que los principales proyectos de dicha compañía se encuentran en Toquepala y Cuajone e Ilo, localidades ubicadas en el sur del Perú en donde se han realizado una serie de movilizaciones sociales en rechazo a la presencia de las mineras aztecas debido, sobre todo, a las condiciones de trabajo y la pequeñez de los impuestos que pagan al Estado peruano por extraer los minerales y dañar irreparablemente el medio ambiente de la zona andina. No es casualidad que al día siguiente de la victoria de Ollanta las acciones del Grupo México perdieran valor, según la publicación mexicana El economista: «Los títulos de Grupo México bajaban hasta 3.44% en la bolsa mexicana, luego del anuncio de Southern Copper, una de las principales productoras mundiales de cobre, de que “reanalizará” inversiones en Perú por 2,000 millones de dólares tras la victoria de Humala». Seguramente esta será una de las principales aristas por tratar en la agenda de Ollanta en México.
Otro punto de la agenda está relacionado con la seguridad y el narcotráfico. Perú es el tercer productor internacional de cobre pero también el primer productor de coca del mundo, y mucha de la cocaína peruana que transita por el mundo es negociada, producida y movilizada por diversos carteles mexicanos. Todo ello en un contexto signado por el creciente fortalecimiento de los restos de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso en la zona cocalera del trapecio amazónico peruano. Negocios sucios que ciertamente apuntalan las economías de los varones de la droga en México con quienes el Presidente Calderón lleva adelante una guerra que cuenta ya con cuarenta mil muertos.
Como vemos, ambos presidentes tienen mucho por conversar y en esta ocasión es Ollanta quien tiene la sartén por el mango, de su gobierno van a depender las inversiones mineras del Grupo México, el pacto firmado en Abril con Alan García y los convenios de seguridad relacionados con el narcotráfico. Como diría Pedro Navaja, la vida te da sorpresas.
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