Diez meses después del final de la primera Guerra Mundial, un veterano alemán que había participado en la contienda escribió cuatro carillas en las que daba fundamentos para tratar “la cuestión judía” desde un punto de vista racional. Tenía 30 años y la firmó de puño y letra en tinta negra, con su letra redondeada: “Respetuosamente, Adolf Hitler”.
El documento, escrito a máquina, está fechado en 1919 y constituye el primer registro histórico de las teorías que luego pondría en práctica, como políticas de estado, el líder del Tercer Reich.
Fue originalmente una respuesta a un colega en el comando militar, Adolf Geimlich, lo que le ha dado su nombre: la Carta Geimlich. Hallada casi 70 años después de haber sido escrita, ahora por primera vez se muestra al público en el Museo de la Tolerancia de la ciudad de Los Ángeles.
Los historiadores considera que es uno de los documentos clave para explicar la historia del siglo XX, que revela el espíritu del líder del nazismo de manera más acabada que su libro fundacional, “Mi lucha”, publicado seis años más tarde.
BBC Mundo le cuenta la historia detrás de estas cuatro páginas amarillentas: ¿qué dice y qué sugiere? ¿Cómo se comprobó su veracidad? ¿Y cuál es el valor documental que podría hacer revisar las teorías de algunos historiadores sobre el pasado reciente?
Hitler redactó la carta para Adolf Geimlich, un miembro del Aufklärungskommando, la oficina de inteligencia militar de Munich, como un intento de respuesta a una cuestión urgente: ¿cuál era la situación de los judíos en Alemania después de la derrota en la Gran Guerra y qué posición al respecto tomaban las fuerzas armadas?
Hitler se sentó en una máquina de escribir del ejército y redactó una suerte de ensayo de cuatro páginas, que fue recibido con beneplácito por sus superiores en el departamento de propaganda.
“Es su primer escrito político contando cuáles eran sus planes para los judíos. Es difícil que exista un documento más relevante para comprender la segunda Guerra Mundial: expone cuáles fueron las razones para llevar adelante esa guerra desde la cabeza misma de quien la impulsó, Adolf Hitler”, señaló a BBC Mundo Marvin Hier, decano del Centro Simon Wiesenthal, que adquirió la carta por US$150.000 y la ha puesto a la vista en el museo angelino.
Allí, el líder nacionalsocialista establece que “el antisemitismo es fácilmente caracterizado como un fenómeno emocional. Pero esto es incorrecto. El antisemitismo como un movimiento político no puede y no debe ser definido por impulsos emocionales sino por el reconocimiento de hechos”.
Esos hechos, dice, son postulados irrefutables, como que “el judaísmo es absolutamente una raza y no una asociación religiosa” o que los judíos responden al estereotipo de “acumuladores de riqueza” como un paso hacia la conquista del mundo a través del dinero.
“Todo hombre va detrás de un objetivo mayor, sea la religión, el socialismo, la democracia. Para los judíos éstos son sólo un medio para un fin, la manera de satisfacer su deseo por el oro y la dominación”, expresó quien sería luego la cabeza del brutal Tercer Reich.
Y agregó después: “el antisemitismo que se alimenta de razones puramente emocionales siempre encontrará su expresión en la forma de pogroms (ataques violentos contra judíos). Pero el antisemitismo basado en la razón debe llevar al combate y a la suspensión sistemática de los privilegios de los judíos… Su objetivo final, sin embargo, debe ser la eliminación sin compromisos de los judíos como tal”.
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