Los gobiernos de la zona euro sufrieron el martes un golpe por partida doble en sus esfuerzos por contener la crisis de la deuda soberana, cuando uno de los 20 bancos más importantes del continente se disponía a ser desmantelado y la calificación de crédito de Italia fue rebajada de manera drástica.
Ejecutivos bancarios y funcionarios de los gobiernos de Francia y Bélgica trabajaban en un plan para dividir Dexia SA, uno de los mayores bancos europeos en términos de activos. Entretanto, Moody's Investors Service redujo la calificación de la deuda de Italia en tres peldaños para dejarla en A2, y advirtió que pronto podría volver a rebajarla.
El gobierno italiano expresó en un comunicado que la decisión de Moody's era esperada y reiteró su promesa de equilibrar el presupuesto para 2013.
Por su parte, los ministros de Finanzas europeos concluyeron una reunión de dos días en Luxemburgo en la que analizaron el deterioro de las finanzas de Grecia y la posible imposición de mayores pérdidas a los tenedores de bonos del gobierno griego que lo que habían acordado en julio.
Dexia, un banco franco-belga, depende más del mercado interbancario que cualquier otra gran institución europea, lo que la coloca en la línea de fuego cuando los inversionistas, espantados por las carteras de los bancos de bonos de los países europeos en aprietos, han dejado de financiar a los bancos.
La probable división de Dexia constituye un nuevo dolor de cabeza para los gobiernos europeos que hacen frente al agravamiento de la crisis de la deuda soberana que ha dañado severamente la confianza en los bancos del continente. La crisis se ha intensificado en los últimos meses, cuando los gobiernos de la zona euro insistieron en que los tenedores de Grecia tendrán que asumir pérdidas como el precio a pagar por un futuro rescate del país.
Los temores de una diseminación de la crisis causaron el martes una nueva ola de ventas en las bolsas. Las acciones de la mayoría de los grandes bancos europeos cayeron varios puntos porcentuales. Las acciones de Dexia se derrumbaron más de 20%, lo que se sumó a un retroceso de 10% el lunes.
Bélgica y Francia, dos países que hasta el momento no han estado en el epicentro de la crisis, anunciaron el martes que garantizarán los fondos recaudados por Dexia a medida que resolvía su crisis. Como resultado, aumentaron los costos de endeudamiento para ambos gobiernos.
Una serie de bancos ya han sido víctimas de casi dos años de crisis financiera en Europa. Después de una burbuja en el mercado de bienes raíces de proporciones épicas, algunos grandes prestamistas irlandeses se fueron a pique, endilgando abrumadoras pérdidas al gobierno de Irlanda que forzaron al país a aceptar un rescate internacional el año pasado.
En España, el gobierno ha asumido el control, recapitalizado o reestructurado más de una docena de bancos de ahorro locales conocidos como "cajas", que sintieron los estragos de su exposición al deteriorado mercado inmobiliario español. Y en Grecia, cuyos problemas fiscales dispararon la crisis en la eurozona, los bancos locales están en terapia intensiva, donde dependen en gran medida de los préstamos del Banco Central Europeo (BCE) y otras fuentes para financiar sus operaciones diarias.
Lo que distingue a Dexia es que, hasta ahora, las víctimas habían provenido de los países en el corazón de la crisis.
De acuerdo con fuentes cercanas, el plan de desmantelamiento de Dexia busca colocar activos por al menos 125.000 millones de euros en un llamado "banco malo" que se beneficiaría de las garantías provistas por los gobiernos belga y francés. La entidad propuesta incluiría una cartera de bonos por un valor de 95.000 millones de euros (US$125.800 millones), y unos 30.000 millones de euros (US$39.800 millones) en préstamos considerados no estratégicos y el negocio de créditos municipales en Italia y España. Tales activos podrían llevar el valor total del "banco malo" a más de 200.000 millones de euros. El organismo también absorbería unos 21.000 millones de euros (US$26.800 millones) en bonos soberanos de las economías más débiles de la zona euro.
Se espera que Dexia también venda su negocio de administración de activos y DenizBank, su banca minorista de rápido crecimiento en Turquía.
"Será algo drástico", afirmó una fuente cercana a la situación. "Cualquier otra solución no será aceptada por los mercados financieros", añadió. No se espera que una disolución resulte fácil. La cuestión más difícil sería probablemente la forma en que se repartirán las garantías entre los gobiernos de Bélgica y Francia.
Dexia ha pasado los últimos tres años intentando dar marcha atrás después de una década en la que privilegió el crédito a gobiernos y autoridades locales de todo el mundo, a través de la volátil financiación en el mercado interbancario. El congelamiento de los mercados financieros a raíz del colapso de Lehman Brothers expuso profundas fallas del modelo de negocios de Dexia.
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