Con Grecia al borde de la suspensión de pagos y una Italia que se une a la fila de países ricos con una calificación de deuda rebajada, Europa presenta un panorama económico lúgubre, pero para muchos economistas la raíz del problema es todo el entramado político que se esconde detrás.
En el corazón de la crisis parece estar un tira y afloja entre política y economía, que se encarna en diversas tensiones: lo que exigen los mercados y las instituciones financieras y lo que están dispuestos a hacer los dirigentes. Entre la disyuntiva de Grecia de si quedarse o salirse del euro.
A pesar de las exigencias del Banco Central Europeo para que estos países apliquen medidas de austeridad, analistas consultados coinciden en una cosa: a Grecia no se le puede recortar más. Y más austeridad en los países afectados tan sólo contribuye al decrecimiento, es decir, a debilitar las herramientas que estos países necesitan para salir del atolladero.
En este círculo vicioso es donde se encuentran hoy muchos gobiernos del sur de Europa, quienes a su vez se ven entre la espada y la pared, es decir, entre cumplir con los intereses de sus ciudadanos o satisfacer las demandas de una banca a la que se le debe mucho dinero.
Grecia no puede donar sangre
Según Robert Tornabell, profesor de finanzas de la escuela de negocios ESADE, Grecia debe ser rescatada y no se le puede exigir que recorte más.
"A un enfermo que necesita sangre no le puedes pedir una sangría", explicó.
"La políticas de ajuste que se hicieron en América Latina en los años 80 se están repitiendo en Europa"
Alberto Garzón, economista de ATTAC
Con un decrecimiento de su economía del 7% y una deuda acercándose al 180% de su Producto Interior Bruto, Grecia no podrá pagar ni las pensiones ni el sueldo de los funcionarios del mes de septiembre si Europa no le da los 8.000 millones de euros que quedan pendientes de su primer rescate, dice el profesor.
Pero la cosa no se queda ahí, todavía será necesario otro segundo rescate de unos 130.000 millones de euros para sobrevivir el año próximo.
"De no hacerse, la caída de Grecia supondrá el contagio y desconfianza sobre la deuda de Italia, España y Bélgica. También está muy castigada la deuda de Irlanda y Portugal. Esto representa el 32% de la eurozona (...) La UE tiene suficiente dinero para rescatar a Grecia, pero no para rescatar a Italia y a España".
Si la ayuda es tan urgente para sostener a una frágil economía europea muchos se preguntarán porqué países como Francia y Alemania son tan reticentes a tomar una medida de tal importancia.
Los bancos no quieren dejar de ganar
"Varios bancos europeos, principalmente alemanes y franceses, como Societè Generale, han ganado dinero con los altos intereses de la deuda griega", asegura Tornabell.
Lo que ahora se plantea a sus bancas es que acepten un recorte de estos márgenes de beneficio, con un régimen de quita, es decir, que al vencimiento del plazo de la deuda acepten recortar como mínimo un 30% de la misma y aplazar el pago del resto a 20 años.
"Hay una parte de estos bancos que están dispuestos a aceptar una quita y reciclar la deuda pública, a mediano y largo plazo. Pero esto no se firma en un pacto, son palabras. Lo que se necesita es transferir dinero, reducir intereses y establecer quitas", explicó.
Pero los gobiernos alemanes y franceses quieren evitar que su banca anote pérdidas y piden a países como Grecia e Italia que detengan el despilfarro en sus instituciones públicas.
"No es determinante"
Pero para economistas como Alberto Garzón, miembro de ATTAC, movimiento que promueve el control democrático de los mercados financieros, por mucho que se despilfarre en pensiones a políticos o en sistemas burocráticos poco eficientes, "a nivel económico no es determinante".
"El gasto en el sector público en los países mediterráneos es menor que otros países nórdicos que llevan la crisis mucho mejor", aclara Garzón.
"El problema en realidad está en la estructura de la Unión Europea actúa como una camisa de fuerza. Quizás merece la pena deshacerse de esa camisa y tener más margen de maniobra".
El ejemplo latinoamericano
Lo se propone desde ATTAC es que los países europeos afectados por la crisis, como Grecia, se arremanguen la camisa y sigan el ejemplo de América Latina.
"La políticas de ajuste que se hicieron en América Latina en los años 80 se están repitiendo en Europa", por lo que Garzón considera que Grecia tendría que seguir el ejemplo de lo que en su día hicieron los gobiernos de Argentina o Ecuador.
"Tiene que auditar su deuda, examinar los contratos con sus acreedores y declarar ilegítimos a los especuladores. De este modo, el estado se liberaría de cargas financieras y desactivaría el chantaje de los mercados. También podría salirse del euro".
Sin embargo, "no estoy seguro de que se desee hacer otra política", y por otra parte, "hay poca solidaridad en la Unión Europea, que fue constituida como una unión de bancos, no de pueblos".
La Unión no tan unida
Contrariamente a lo que pasa en Estados Unidos, cuya estructura política le permite balancear desajustes en algunos de sus estados de forma centralizada, transfiriendo ágilmente recursos de un estado a otro por el bien común, en Europa no existe ese espíritu.
De ahí que haya dos distintas concepciones sobre cómo lidiar con la crisis: la estadounidense basada en los postulados de John M. Keynes, es decir, aumentando el gasto público, generar empleo y así estimular el crecimiento, y el neoclasicismo al que se aferran los europeos con la reducción de tipos de interés y recorte del gasto público.
"El problema real es que nadie puede hablar por el bien común de Europa", concluye Laurence Night, reportero económico de la BBC.
Desde su creación en 1950, el proyecto europeo ha sido controlado por un club de gobiernos nacionales.
"El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, ha tratado de hablar por el interés común, pero ha sido ignorado por líderes nacionales y escasamente notado por la opinión pública, apuntó Night.
En este escenario podríamos decir que Europa vive un dilema político, ya que o se avanza en pro de una mayor integración política y económica de sus países miembros o para algunos de ellos la permanencia en el euro será un lujo que sus pueblos no se pueden permitir.
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