La semana pasada, el presidente del Consejo de Supervisores de China Investment Corporation (CIC), Jin Liqun, dio una entrevista al diario inglés The London Telegraph que ha despertado bastante controversia.
Antes de entrar en los detalles de la entrevista, vale la pena mencionar que CIC es un fondo soberano de inversiones propiedad del gobierno chino cuya función es administrar e invertir parte de los excedentes de reservas internacionales acumuladas por el banco central de China. El CIC fue establecido en el 2007 con un capital inicial de 200,000 millones de dólares y con el mandato de maximizar el retorno de estos activos mediante la inversión de sus recursos utilizando criterios estrictamente económicos y financieros.
Actualmente, el CIC cuenta con activos bajo administración por más de 400,000 millones de dólares. Jin Liqun es egresado de la carrera de Economía en la Universidad de Boston y ha fungido como Subsecretario de Finanzas de China y Vicepresidente del Banco de Desarrollo Asiático.
Durante su entrevista con The London Telegraph, Jin Liqun no disfrazó su gran preocupación por la situación que vive Europa y por la falta de acción tanto de sus líderes como de su población en conjunto.
Para Jin, la raíz del problema va mucho más allá de la arquitectura de la unión monetaria europea y su origen se encuentra atado al estilo de vida y de gobierno que varios países europeos han venido forjando desde el final de la Segunda Guerra Mundial. A decir de Jin Liqun, la mayoría de los europeos se ha malacostumbrado a vivir en un régimen asistencialista que no da incentivos a la creatividad industrial y fomenta una bajísima productividad laboral.
Jin Liqun argumenta que el problema de Europa no es uno de falta de recursos sino uno de falta de voluntad y conformismo en todos los niveles. Centró parte de sus críticas en un marco laboral totalmente paternalista que “propicia una ética de trabajo llena de pereza e indolencia” e incluso mencionó que los “europeos deben trabajar un poco más fuerte” si quieren ayudar a la eurozona a salir de la situación actual. Jin argumentó que Europa no puede competir si sus trabajadores no trabajan al mismo ritmo que el de China y otros países emergentes.
Para la visión asiática, los lujos de largos periodos de vacaciones -que en Europa llegan a alcanzar hasta ocho semanas- las jornadas laborales semanales de 36 horas y edades de retiro por debajo de los 60 años son simplemente incompatibles con el mundo actual.
Aunque Jin no habla a nombre del gobierno chino, difícilmente se hubiera atrevido a dar estas declaraciones a medios si no hubiera una visión común de Estado tan crítica sobre la situación actual. No podemos olvidar que China es el principal acreedor de Europa y que en ese sentido se siente con cierto derecho a expresar sus preocupaciones de manera directa y cruda.
La visión china de Europa está llena de verdad y debería de servir como una advertencia para los europeos en todos los niveles. Hasta ahora, lo más cómodo para Europa había sido mantener sus regímenes asistencialistas para mantener a los grandes grupos de interés contentos.
El problema es que el mantenimiento del statu quo se volvía cada vez más insostenible con el envejecimiento de la población europea y el deterioro de las finanzas públicas de varios de los miembros de la eurozona. El boom de crédito del 2003-2007 logró esconder el problema mediante un mayor endeudamiento pero el deterioro fundamental de la situación sólo se exacerbó.
Independientemente de lo que suceda esta semana en la cumbre de la eurozona, que busca definir un plan de acción definitivo a su crisis soberana, Europa tiene un reto descomunal para retornar a la senda del crecimiento.
La falta de reformas, aunada a una demografía cada vez menos favorable, ha provocado ya una baja permanente en la trayectoria de crecimiento potencial de la región. Además, la eurozona difícilmente podrá alcanzar su nivel de crecimiento potencial durante el próximo lustro.
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