14 octubre, 2011

Libertad económica en el mundo: Lecciones para EE.UU.

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por James D. Gwartney, Robert Lawson y Joshua Hall

James Gwartney, Robert Lawson y Joshua Hall son co-autores de Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual publicado conjuntamente por el Fraser Institute y el Cato Institute.

La libertad económica en EE.UU. viene menguando. De ser el ejemplo histórico de mercados más libres, EE.UU. ha visto su puntaje de libertad económica disminuir durante la última década de acuerdo al último Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual, publicado por una red mundial de institutos. En el 2000, EE.UU. se ubicaba en la tercera posición, solamente detrás de Hong Kong y Singapur, mientras que en el informe más reciente, EE.UU. se encuentra en la décima posición detrás de países como Canadá, Chile, Australia y el Reino Unido.

El informe mide el grado en que las personas en un país son libres de perseguir sus propios objetivos económicos sin impuestos o regulaciones del Estado, así como también el grado en que el Estado protege los derechos de propiedad privada y provee un ambiente monetario sólido. El declive de EE.UU. es el resultado de un gasto y endeudamiento público considerablemente más altos, más regulaciones y especialmente derechos de propiedad menos seguros. Los abultados déficits presupuestarios están desplazando el crédito privado causando que el puntaje de este componente caiga de 9,3 a 0,0 (sobre una escala de 10) desde el 2000. Las leyes de confiscación de bienes, el abuso de las expropiaciones, las guerras contra la droga y el terrorismo, la Administración de la Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés) y las grabaciones telefónicas sin una orden judicial aparentemente han afectado negativamente la seguridad de los derechos de propiedad privada.

El tal llamado Consenso de Washington de los noventas —libre comercio, dinero estable y privatizaciones— parece estar muerto. Las burbujas de bienes raíces, las crisis financieras, las bancarrotas, los salvatajes, los estímulos, las crisis de la deuda y los mercados erráticos de los últimos años parecen haber conducido a un nuevo consenso. Los políticos ahora nos dicen que los mercados han fracasado y que el estímulo por parte del Estado, los subsidios y las nuevas regulaciones son necesarios para poner las cosas en orden.

Al evaluar tales aseveraciones es importante recordar la verdad fundamental de la vida económica: los mercados funcionan. Cuando la gente es libre de comprar, vender, producir, comerciar y moverse, la gente desempeña relativamente bien la tarea de mejorar su situación y haciéndolo, mejoran también la de otros. Esto no es simplemente sentido común o una teoría irrelevante —hay evidencia sobre esto es abundante.

Las naciones que obtienen un puntaje más alto en el informe suelen ser más ricas, crecen más rápido, tienen menos pobreza, una población más educada, entre otras cosas. En casi todas las mediciones de lo que es una buena vida, vemos que más libertad económica deriva en mejores resultados. Otras investigaciones concluyen que la libertad económica está relacionada con menos guerras, más derechos humanos, más equidad de género, menos desempleo, una democracia más sólida, más confianza y menos corrupción. Los resultados del proyecto de Libertad Económica en el Mundo y del análisis académico que este ha facilitado son simplemente abrumadores. La libertad económica funciona.

Durante la última década, el puntaje de EE.UU. ha caído casi un punto entero en la escala de libertad económica. Investigaciones anteriores indican que un descenso de esta magnitud reducirá la tasa de crecimiento a largo plazo de un país en al menos un punto porcentual entero. En el caso de EE.UU., esto significará un crecimiento anual promedio del PIB real de 2 por ciento en vez de nuestro promedio histórico de 3 por ciento.

Mientras que la libertad económica ha caído en EE.UU., hay buenas noticias en los países anteriormente comunistas. Una serie de economías que antes eran planificadas centralmente han logrado un progreso notable hacia economías más libres durante la última década. Ocho de estos, la República Eslovaca, Estonia, Hungría, Lituania, Bulgaria, Albania, Mongolia y Georgia ahora se ubican entre las 40 economías más libres del mundo. A manera de comparación, solamente tres países latinoamericanos —Chile, Panamá y Perú— se ubican en el top 40. Todos estos países ahora están en una mejor posición que Suecia y Francia, por ejemplo.

Con la libertad económica, las ganancias y las pérdidas dirigen los recursos hacia actividades socialmente benéficas. Cuando demasiados recursos son asignados mediante el proceso político, un sistema de “capitalismo de compadres” emerge, sistema en el cual los políticos pueden recompensar a los que tienen poder político. A diferencia de los empresarios, las personas que participan en el capitalismo entre compadres no crean riqueza; en cambio, saquean la riqueza de los contribuyentes y demás ciudadanos.

EE.UU. históricamente ha prosperado porque hemos elegido la libertad económica por sobre la asignación política de los recursos y por sobre el capitalismo de compadres. Mientras más nos alejemos de la libertad económica, más disminuirá nuestra prosperidad.

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