En los últimos meses se han publicado un sinfín de libros con trabajos periodísticos sobre el narcotráfico, muchos de ellos arrojan datos importantes para demostrar la complicidad que hay desde las altas esferas del gobierno de Calderón –y desde mucho tiempo atrás, incluidos los regímenes de Echeverría Alvares, López Portillo, Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y por supuesto Vicente Fox. De todos estos uno resalta por lo claro que es al afirmar, con datos en mano, las relaciones que se han tejido con casi todo el aparato estatal, partidario y empresarial con los supuestos “enemigos”, los narcotraficantes. El libro de Anabel Hernández, Los señores del narco, además aporta un elemento muy significativo para el análisis del desarrollo del narco en nuestro país. El apoyo con que contaron las insipientes bandas delictivas mexicanas y colombianas por parte de la CIA con tal que estas apoyaran a la Contra nicaragüense para echar a los sandinistas del poder en los años 80. La CIA apoyando el narcotráfico con fines políticos. No es la primera vez que escuchamos hablar de este tipo de actividades de la CIA para tratar de financiar, adiestrar o simplemente reagrupar a esbirros que le sirvan para impulsar una política imperialista en una zona determinada. En la lucha por la supuesta “liberación” de Afganistán de los soviéticos la CIA armo, financio y permitió el sembradío de opio por parte de los talibanes con tal de que estos sirvieran como brazos armados en contra sus enemigos políticos. Así podemos encontrar muchos otros ejemplos de cómo este órgano de inteligencia política norteamericana no ha tenido escrúpulos para utilizar todo lo que esté a su alcance para afianzar la dominación imperialista. Y por supuesto utilizar la droga para dominar voluntades o animar ejércitos reaccionarios. La operación Irán-Contra A principios de la década de los 80 se vivía el proceso de la guerra fría, los EEUU y la URSS luchaban palmo a palmo financiando y apoyando diferentes grupos para impulsar gobiernos afines, en América Latina se desarrollaban luchas muy importantes como la del Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua. Aunque este movimiento no era socialista si levantó un tumulto de apoyo pues planteaba en términos generales la necesidad de transformar la sociedad, mejorar los niveles de vida y que el pueblo nicaragüense fuera dueño de su destino. El movimiento de masas contagio rápidamente a otros países de Centroamérica en los cuales existían condiciones semejantes de explotación, había un riesgo latente de que el proceso revolucionario se extendiera como chispa en pradera seca. Los EEUU intervinieron financiando, en un primer momento de forma institucional (con apoyo del parlamento norteamericano) y después de forma “secreta” a la llamada Contra nicaragüense. Ronald Reagan y George H W Bush, presidente y el vicepresidente, pusieron en marcha el plan Irán – Contra (1981-1989). De forma demagógica el gobierno republicano presentó enmiendas y votó duras resoluciones para frenar el financiamiento por parte del estado a esta política, no obstante en el 84 se destinaron 24 millones de dólares para mantener la intervención, esto resultaba demasiado poco para armar, adiestrar y animar a sus perros de caza. El consejo de seguridad gringo alentó para que otros países pudieran financiar a la contra, sin embargo la respuesta no fue muy buena. En 1986 estalla el escándalo Irán-Contra, el cual consistía en que con el dinero de la venta de armas a Irán se financiaba la contra nicaragüense. Esto también implico que la CIA se tuviera que involucrar con narcotraficantes de países como México, Panamá, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Colombia y Guatemala para sacar recursos, espacios donde entrenarán a los grupos paramilitares y el transporte de armas. La CIA y el narco mexicano Así es como se entra en contacto con diferentes dirigentes del cartel del pacífico como por ejemplo Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, los cuales en ese entonces solo se dedicaban al trasiego de mariguana y heroína. En este momento, aunque ya existían sembradíos de mariguana, el gobierno era prácticamente el que administraba todo el traslado del enervante, el libro refiere que “no había cargamento que el gobierno no supiera de quién era y por donde tenía que pasar”. En pocas palabras podemos decir que era controlado el tráfico de las drogas y los narcotraficantes eran pequeños mafiosos que no tenían un poder fundamental en la sociedad, y no tenían prácticamente contacto con los carteles colombianos. La intervención de la CIA amplio el horizonte de estos delincuentes, gracias a narcotraficantes hondureños y estadounidenses se fortalecieron los vínculos con los colombianos, se revolucionó la forma del tráfico, las cantidades aumentaron significativamente y se estructuraron y reforzaron redes de soborno y corrupción a niveles desconocidos hasta esos días. A partir de este momento también se comienza a traficar con cocaína en grandes cantidades y la actuación de las pandillas mexicanas tienen un papel mucho más importante en toda esta estructura criminal. La participación del cartel de Guadalajara no solo era para dar apoyo logístico o dar dinero, apoyaba en el asesoramiento de los paramilitares, así, entre los narcotraficantes, la CIA y la DFS instalaron campos de adiestramiento armado por ejemplo en Veracruz, en uno de los ranchos de Caro Quintero. El fin de la operación y la reorganización criminal Después de que fue descubierto todo este escándalo, el gobierno de los EEUU formo diferentes comisiones para investigar a fondo estos actos de corrupción y el involucramiento directo de parte de la CIA en el asesoramiento, organización y desarrollo de los cárteles mexicanos y colombianos. En el libro se comenta casos en los cuales los aviones de la misma CIA regresaban bien cargados de droga colombiana y mexicana. Detrás de esta intervención también se dejo una estela de muerte, por ejemplo se dice que el asesinato del periodista Manuel Buendía, fue porque sabía los nexos entre el gobierno mexicano, el narco y la CIA. Algo similar se comenta en el caso del agente de la DEA en México, Enrique Camarena. Una vez que Violeta Chamorro llego al poder en Nicaragua y que el FSLN fue derrotado la CIA rompió la relación con los cárteles, sin embargo el camino ya estaba trazado, ahora aquellas pequeñas pandillas eran organizaciones que movían cantidad ingente de dinero, drogas y armas, toda su estructura estaba fortalecida y tenían vínculos entre los diferentes países. Nuevamente vemos que al imperialismo norteamericano no le importo meterle droga a su juventud o armar bandas criminales las cuales ahora mismo están azotando violentamente nuestro país, todo para no perder su hegemonía política en América Latina. Todos los discursos del imperialismo americano, igual que el del espurio Calderón, por terminar con esta plaga son simples mentiras, el negocio de las drogas está íntimamente ligado no solo con la derecha partidista, sino con empresarios que lavan, sobornan y mantiene a los que hoy están masacrando nuestro pueblo. Terminar con esta lacra es nuestra tarea, no podemos esperanzarnos que los mismos que dan protección a una de las bandas criminales nos ayuden a terminar con ella. |
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