03 octubre, 2011

Para crear empleos, reduzcan los aranceles

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por Daniel J. Ikenson

Daniel Ikenson es Director Asociado del Centro de Estudios de Política Comercial de Cato Institute.

En su discurso al congreso a principios de mes el Presidente Obama ofreció un respaldo poco entusiasta a la idea de que reducir las barreras comerciales podría ayudar a crear empleos en EE.UU. Pero si el presidente en realidad quiere crear empleos, debe tomar acciones más decisivas para fomentar el comercio y la inversión y rechazar el proteccionismo. Eso significa convencer a los demócratas hostiles al comercio de los méritos de los acuerdos comerciales —pendientes desde hace mucho— con Corea del Sur, Colombia y Panamá, los cuales él planea enviar al congreso este mes o el próximo. También necesitará convencer al congreso de no provocar una indeseable guerra comercial con China.

El acceso a los mercados extranjeros es importante, no obstante, algunos de los obstáculos más importantes al éxito de las exportaciones estadounidenses no están en el extranjero sino en casa. Si el presidente de verdad está comprometido con fomentar el crecimiento económico y la creación de empleos, deberá promover la reducción o la eliminación de los aranceles que los productores estadounidenses pagan por la importación de materias primas crudas y componentes que necesitan para manufacturar. Esto aumentaría instantáneamente la competitividad de los productos estadounidenses tanto en casa como en el extranjero.

La misma demografía que ha creado crecientes mercados extranjeros también significa que hay más proveedores extranjeros de materia prima, insumos industriales y otros bienes intermedios utilizados por los productores estadounidenses en sus propios procesos de producción. El año pasado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. recaudó $30.000 millones en aranceles sobre importaciones de $2 billones, 55% de las cuales eran ingredientes para la producción estadounidense —tales como químicos, minerales y partes de maquinaria. La compra de insumos importados constituyó más de $1 billón de los costos de producción en EE.UU., un precio que fue alrededor de $15.000 millones más alto de lo que hubiese sido sin los aranceles a las importaciones.

¿Cuál es la finalidad de negociar una reducción de 5% en un arancel extranjero a favor de ciertos exportadores estadounidenses mientras se ignora que para producir esas exportaciones como productores domésticos se les requiere que paguen un impuesto a la importación de 50% sobre las materias primas más importantes? Reducir las barreras a las importaciones tiene el mismo efecto sobre las ganancias que mejorar el acceso a mercados extranjeros, pero con el beneficio agregado de aumentar la competitividad de EE.UU. Y esto podría lograrse sin esperar el consentimiento de los extranjeros.

El presidente Obama entiende esto. El año pasado, cuando firmó la Ley de Fortalecimiento a las Manufacturas de 2010 (una ley para reducir o eliminar temporalmente los aranceles sobre algunas materias primas crudas importadas) el presidente reconoció que la nueva ley “reducirá considerablemente los costos para las empresas estadounidenses alrededor de todas las industrias de manufacturas —desde los carros hasta los químicos; desde los equipos médicos hasta los productos deportivos” y “aumentará la producción, respaldará buenos empleos en casa y reducirá los precios para los consumidores estadounidenses”.

Ahora el presidente debería presionar al congreso para reducir o eliminar, de manera permanente, todos los aranceles sobre los insumos industriales para que los productores estadounidenses sean más competitivos en la economía global y para que EE.UU. sea una destinación más atractiva para la inversión extranjera directa. Esa estrategia ha producido buenos resultados en Canadá, donde el gobierno ha estado reduciendo los aranceles sobre los insumos de manufacturas durante los últimos años.

Mientras tanto, algunos aranceles a las importaciones pueden ser eliminados con una firma del presidente. Primero deberían eliminarse los aranceles antidumping impuestos sobre insumos requeridos por los productores estadounidenses. La ley antidumping supuestamente penaliza a los productores extranjeros acusados de perjudicar a las empresas estadounidenses por vender en EE.UU a precios más bajos que en su país. Algunas industrias estadounidenses cabildean de manera vigorosa para que tales aranceles existan simplemente porque obstaculizan a la competencia del extranjero.

Aún así más de 80% de casi 300 medidas antidumping de EE.UU. vigentes hoy restringen las importaciones de materia prima y bienes intermedios, penalizando de esta manera a los productores estadounidenses. Los aranceles antidumping sobre el magnesio o el cloruro de polivinilo o el acero laminado en caliente puede que permitan que los productores domésticos de esos insumos eleven los precios y consigan mayores ganancias. Pero perjudican a un grupo mucho más numeroso de productores en EE.UU. de partes de autos, pinturas y aplicaciones, quienes consumen esos insumos en sus procesos de manufacturación y quienes tienen mayor probabilidad de exportar y crear nuevos empleos que las empresas que buscan restricciones al comercio.

A principios de este año el Representante Comercial de EE.UU., Ron Kirk, inadvertidamente argumentó a favor de reformar el antidumping mientras que describía las consecuencias de las restricciones de China a las exportaciones de nueve materias primas. El indicó que “estas medidas distorsionan el mercado en contra de EE.UU. y otros países al crear beneficios competitivos sustanciales para los productores chinos que utilizan estos insumos en la producción y exportan numerosos productos de acero, aluminio o químicos procesados y un amplio rango de productos todavía más procesados”.

Lo que Kirk no dijo es que el gobierno estadounidense mantiene restricciones antidumping sobre tres de esas materias primas, lo cual eleva los costos de producción de la misma manera que él lo describió pero también expulsa hacia el extranjero a los productores estadounidenses, donde esos insumos están disponibles al precio de los mercados globales (Mi reciente estudio, “Economic Self-Flagellation: How U.S. Antidumping Policy Subverts the National Export Initiative”, explica cómo las restricciones antidumping sobre el magnesio y el metal de silicona están promoviendo industrias de valor agregado alto en el extranjero).

Mejorar el acceso a los mercados extranjeros, mediante los acuerdos comerciales y otras medidas, será esencial para un continuo crecimiento económico en EE.UU. Pero para obtener un efecto mayor, el presidente debería promover firmemente la eliminación de aranceles sobre las importaciones de insumos de manufacturas y otros impedimentos domésticos a la competitividad de EE.UU., tanto en el extranjero como en casa.

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