La guerra contra Libia parece haber sido planeada desde tiempo atrás y preparada por la inteligencia estadounidense para agenciarse el petróleo de este país o estratégicamente dentro de la agenda política global
En materia de guerras, el ciudadano de este planeta ha perdido la inocencia y seguramente no puede ya creer en que estas recurrentes empresas bélicas son orquestadas, como retóricamente se sostiene, en pro de la democracia o de la ayuda humanitaria, como se busca suavizar en nuestros tiempos. Es una lástima perder la inocencia, pero acaso queda la posibilidad de la conciencia. Conciencia de que los conflictos bélicos que vemos en el mundo, actualmente Afganistán (y un poco Pakistán), Irak y ahora Libia son sofisticadas manipulaciones de la opinión pública que encubren oscuros intereses imperialistas, ocultas agendas geopolíticas o simplemente redondos negocios para grupos elitistas en el poder. El caso de Libia probablemente no sea distinto al de Irak, y Gaddaf, dentro del guión, es el nuevo dictador desequilibrado del cual las grandes potencias -como superhéroes- deben de proteger al pueblo de Libia y al mundo.
Existen numerosos factores que llevan a pensar que la guerra de Libia no se trata de lo que han manifestado la ONU y la OTAN: impedir que Gaddafi reprima un movimiento de protesta democrático y desencadene un río de sangre inocente. Habría que ser, no inocentes, sino totalmente ingenuos, para creer que el país del reciente Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, y sus aliados están dispuestos a gastar miles de millones de dólares an armas solamente para proteger a los desamparados ciudadanos de Libia, un país en el norte de África, que ha sido históricamente objeto de la explotación occidental (los generales de Mussolini cometieron sendas atrocidades en este país hace 90 años). Asimismo, es de una lógica perversa querer proteger a la población civil y luego arrojar mísiles y bombas a los lugares donde viven.
Libia es el país que más petróleo produce de África, lo cual le da cierta solvencia económica, siendo que es un país con un extenso territorio pero con poca población. La ONU coloca a a Libia como el país #53 en su índice de desarrollo, el primero en África, arriba de países como México y Brasil (sospechosamente, Bahrein, otro país donde se está gestando una revolución, antecede a Libia, en el lugar 39) . Gaddafi, pese a su incuestionable excentricidad y notable corrupción, ha hecho de Libia un país relativamente desarrollado, aprovechando sus enormes recursos naturales, que también incluyen grandes (y valiosas) reservas de agua (y un impresionante río artificial).
El movimiento de rebelión de Libia desde occidente es visto como parte del contagio revolucionario que se ha esparcido por el mundo árabe como fuego silvestre. Básicamente dentro de la diálectica polarizada de la democracia que vemos en todas estos movimientos de protesta (cuyo antecedente fallido es Irán en el 2009), donde existe un dictador maligno y un pueblo oprimido que busca liberarse utilizando las herramientas que occidente ha puesto en sus manos, clamando por ser liberado y conquistar la mítica democracia. Aunque uno se podría preguntar si este contagio revolucionario es un contagio orgánico o más bien un virus -un caballo de troya- diseñado en los laboratorios de inteligencia de la CIA y demás dependencias de este estilo. Una ola preparatoria para llegar al punto donde es necesario intervenir porque las condiciones así lo obligan (el Nobel de la Paz, Barack Obama, justificó su pronta intervención -posiblemente ilegal- diciendo que las circunstancias lo obligaban a intervenir).
El movimiento de rebelión en Libia -aunque sea editado bajo la la óptica polarizadora de los medios occidentales- no es en el fondo un movimiento del pueblo oprimido que busca liberarse a como dé lugar ( después de todo Libia es el país al que mejor nivel de vida tiene en África). Aunque existe un obvia rebelión y un resentimiento ante la dictadura de 40 años de Gaddafi que podría encendesre ante lo sucedido en su frontera este, en Egipto, el movimiento de protesta en Libia es más una guerra civil entre distintos grupos de poder. Hay que recordar que Libia había sido dividido en Tripolitana, con Tripoli como capital y en Cirenaica, con Benghazi como capital. Igualmente hoy el gobierno interino de los rebeldes ha hecho su capital en Benghazi y según diferentes analistas, entre ellos Alfredo Jalife-Rahme, lo que se está buscando es balcanizar a Libia. ¿Pero si lo que ocurre y preocupa es una guerra civili sangrienta, por qué Estados Unidos y la marioneta de la ONU no han intervenido antes en sangrientas guerras civilies en África, como las de Somalia o Rawanda?
Pero lo más interesante del asunto es que el noreste de Libia, donde se han resguardado los rebeldes y donde han recibido armas de Egipto, es la zona donde más terroristas de Al-Qaeda per capita fueron reclutados para luchar en la guerra de Irak, ciudades como Darnah y Benghazi siendo las que más aportaron, como queda constatado en el reporte del 2007 del Centro para el Combate al Terrorismo de West Point. Lo que significa que Estados Unidos, quien ha suministrado armas a este grupo rebelde a través de Egipto y Arabia Saudita, está armando a grupos extremistas islámicos relacionados con Al-Qaeda. Algo que parecería completamente equizofrénico, si no supieramos que Estados Unidos creó a este grupo en los ochenta bajo la batuta de Robert Gates y la CIA en Afganistán. Por lo cual valdría preguntarnos si Al-Qaeda no es el brazo militar secreto de Estados Unidos en el mundo. Los mercenarios del terror y el caos, cuya avanzada luego Estados Unidos se encarga de poner en orden.
El mismo Gadafi, según información de Reuters del 3 de marzo, culpó a Al-Qaeda de las revueltas en su país y a Estados Unidos de orquestar una conspiración para obtener su petróleo.
Inquietantes reportes de la inteligencia francesa muestran que el MI6 y la CIA pagaron a una célula de Al-Qaeda en 1995 para que matara a Muamar Gaddafi y obstruyeron intentos de llevar ante la justicia a Osama bin Laden. Pero al parecer Gaddafi, quien se sospechaba (o sabía) había tenido que ver en el bombardeo de Lockerbie, pactó con Estados Unidos y sus aliados, relativamente comportándose, hasta que decidieron que habían tenido suficiente.
El ex comandante de la OTAN, Wesley Clark, relata en la siguiente entrevista cómo apenas 10 días depués del 11 de septiembre del 2001 se le informó en el Pentágono que se iría a guerra contra Irak, sin habérsele dado una razón. Y un par de semanas también se le informó que se iría progresivamente a guerra con Libia, Sudán, Siria, Libano y finalmente Irán. Curiosa o sincromísticamente, la guerra contra Irak inició un 19 de marzo, al igual que la Operación Odisea del Amanecer contra Libia que también inició un 19 de marzo (una fecha que posiblemente este relacionada con Minerva, la diosa romana de la guerra simbolizada por un búho, el símbolo del Bohemian Grove y también del billete de 1 dólar).
El periodista Stephen Lendman hace eco de lo que se mencionó antes, la posibilidad de que se hayan infiltrado agentes de la CIA y que se haya fondeado a los grupos rebeldes para desembocar en la actualidad de la guerra y señala que Estados Unidos no salta a una guerra de improviso, prepara por meses, al menos, un conflicto así, pese a que supuestamente las fuerzas aliadas no tienen un plan sobre cuánto tiempo durará la operación o si el objetivo es solamente deponer a Gaddafi y si ocuparán el territorio de Libia. Por otra parte lo que está sucediendo en Libia podría verse como una insurrección, por lo cual no es soprendente que Gadaffi haya respondido con violencia a esa violencia, algo que haría cualquier país.
Es probable que Gadafi se haya salido fuera de control y se implementara el plan de su derrocamiento. Desde los documentos de WikiLeaks esto parece gestarse; unos de los cables más difundidos por los medios occidentales fueron los que hablaban de las delirantes extravagancias de Gaddafi -sus enfermeras ucranianas, su uso de botox, su corrupción – como si se estuvieran sentando las bases para construir de manera depurada el personaje del psico-dictador, al cual luego, después de este masaje mediático, podrían bombardear con la mínima legitimidad requerida.
Ya en esta conferencia de la ONU en el 2009, Gadafi había dado una muestra de estar fuera de control señalando que la gripe H1N1 es un arma de bioterrorismo artificial.
Michel Chossudovsky, director del Center for Global Reserach, menciona que los aliados han violado la resolución de las Naciones Unidas que ellos mismo han forzado a la mal llamada Comunidad Internacional. El artículo 19 de la resolución dice que se pondrá un embargo de armas a Libia al mismo tiempo que ellos mismos traen armas a Libia o suministran a los rebeldes con armas. La resolución especifica que ningún tipo de armas se deben meter al país.Por lo cual esta guerra sería un acto ilegal apoyado por los países de la OTAN, pero no por los países del BRIC.
El mismo Vladimir Putin llamó a esta guerra una cruzada, haciendo veladamente eco de la teoría de que se está librando una guerra santa contra el mundo árabe por parte del cristianismo y el zionismo; Fidel Castro y Hugo Chávez, predijeron semanas antes de la guerra que Estados Unidos invadiría Libia para obtener el petróleo de este país (el 3.5% del petróleo de todo el mundo). El ejército de Rusia señala que los ataques aéreos que supuestamente perpetró Gaddafi a los rebeldes el 22 de febrero, reportados por la BBC y Al Jazeera, no sucedieron, así como varios ataques más que los medios han reportado, esto monitoreando satélites. ¿Estaremos viendo un nuevo simulacro, como el que denunciaba Jean Baudrillard en la Tormenta del Desierto?
Juan Chaneton escribe en el sitio Red Voltaire:
“Samira Rajab, diputada de Barhein, entrevistada por la RIA Novosti, declaró el miércoles en Manama, capital de aquella base estadounidense que los medios insisten en llamar Barhein, que “las protestas en los países árabes, por las que ya cayeron los regímenes en Túnez y Egipto, son una etapa de realización del plan estratégico de EE.UU. conocido como Nuevo Oriente Próximo”. Agrega la legisladora que su primera fase fue Iraq y que luego siguió el Líbano. Desde 2011 comienza una nueva etapa, cuya realización llevará al menos un decenio”, —reafirmó Rajab—. En su opinión, EEUU pretende debilitar a los regímenes dictatoriales de la región e introducir grupos opositores en los gobiernos. La inestabilidad política de la región es su negocio. El negocio del imperio”.
Aunque se puede argumentar que los costos de la guerra son demasiados simplemente para obtener el petróleo de un país, este argumento generalmente se esgrime desde la perspectiva de que los intereses que se están manifestando al buscar obtener ese petróleo son los de un país -una entidad hasta cierto punto abstracta- por ejemplo Estados Unidos buscando el petróleo de Libia y no desde la noción de que un gobierno y todo el aparato militar, mediático y político esté trabajando para los intereses de unas pocas personas de ese país o incluso de otros países -donde los potentados británicos, estadounidenses e isarelíes trascienden sus fronteras georgráficas- o de una serie de corporaciones controladas por un reducido grupo de personas. En Libia, compañías chinas tienen la mayor participación en la industria petrolera de este país, tal vez un reacomodo beneficie a las petroleras de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. O, si hay que reconstruir el país ¿qué constructoras recibirán los contratos?
El antecedente de la administración Bush y los vínculos de Dick Cheney con compañías que se beneficiaron de la guerra no debe de obviarse -particularmente Halliburton-. En este sentido a estos individuos poco les importa su país o la economía de este, lo que importa es mantener el estado de las cosas en el que se pueda seguir controlando el mundo y beneficiando a ciertas familias empostradas en lo más alto de la pirámide. Que la guerra contra Libia o Irak sea un mal negocio para Estados Unidos -para los contribuyentes, para la macroeconomía- poco importa si es un buen negocio para los banqueros, petroleros, y los fabricantes de armas y fármacos que desde hace décadas controlan los gobiernos del mundo. Y sobre todo si sirve para avanzar esa oscura agenda que parece guíar al poder político en el mundo y llevar a los ciudadanos al abismo.
Queda por verse si los aliados logran agenciarse el petróleo o el agua de Libia -recursos que, ante su escasez, cada vez más pueden otorgar hegemonía- o si la guerra tiene como fin desencadenar otros conflictos. Lo que seguramente si podemos concluir es que los aviones bombarderos de los aliados no están ahí para salvar a los civiles y que cada vez más, pese a la manipulación de los medios, las personas del planeta dejan de creer en este teatro bélico que convierte a la muerte en un simulacro a través del cual se oculta el Plan que atraviesa toda la historia.
William Burroughs: Political conflicts are merely surface manifestations. If conflicts arise you may be sure that certain powers intend to keep this conflict under operation since they hope to profit from the situation. To concern yourself with surface political conflicts is to make the mistake of the bull in the ring, you are charging the cloth. That is what politics is for, to teach you the cloth. Just as the bullfighter teaches the bull, teaches him to follow, obey the cloth.
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