Otto Granados
Con algunas excepciones en el campo de la cultura, las artes o el deporte, México es poco propenso a reconocer sin regateos los méritos de sus buenos ciudadanos. Aunque éstos son, pienso, los que cotidianamente practican los valores que cohesionan y nutren a una sociedad que aspire a ser civilizada, quienes además han aportado su creatividad, energía y liderazgo a hacer de éste un país mejor merecen por ello un homenaje.
Creo que es, sin duda, el caso de Rafael Rangel Sostmann, quien hoy termina un notable y fecundo período de 26 años como rector del Sistema Tecnológico de Monterrey.
A lo largo de ese tiempo y bajo su liderazgo, el Tec —es decir, la comunidad entera que la integra y sus consejeros— ha protagonizado el proceso más vibrante y exitoso en la historia de la educación superior en México hasta convertirse, tanto por su implantación territorial como por su contribución al conocimiento, la innovación y el emprendimiento, en la universidad genuinamente nacional. No es un resultado menor.
El Tec, por ejemplo, pasó de ser en 1985 una sola organización a integrarse, ahora, por otras tres instituciones más, como la Universidad Virtual y TecMilenio, dos modelos de vanguardia en educación, y TecSalud, que agrupa los institutos y centros médicos.
Pasó de 31 mil alumnos a 132 mil, de los cuales 92 mil cuentan con algún tipo de beca o apoyo financiero; de 3 mil 500 profesores, 19% de los cuales tenía un posgrado, a 8 mil 500, todos posgraduados y una cuarta parte de ellos con doctorado. Fue probablemente la primera universidad que, como política deliberada, sometió la mayoría de sus programas a los procesos de evaluación y acreditación nacional e internacional.
Sus 15 campus iniciales se convirtieron en 31 del Tec de Monterrey y 33 de TecMilenio. De ser una universidad prácticamente sin presencia internacional hoy tiene 22 sedes y oficinas en el mundo. Cada año más de 6 mil de sus estudiantes hacen una estancia en algunas de las mejores universidades del extranjero y casi 5 mil extranjeros vienen a sus aulas.
De un grupo de apenas 25 investigadores que tenía en 1985 y en muy pocas especialidades creció a 2 mil 300 investigadores en 2010 que han generado casi mil 150 publicaciones en revistas académicas arbitradas y han permitido que el Tec sea la institución universitaria mexicana, pública o privada, que más patentes solicita por año.
Hacer todo esto, además, en medio de crisis políticas y económicas, globalización, inseguridad, apertura comercial o cambios tecnológicos inéditos, supone en efecto haber tenido la posibilidad de hacer inversiones estratégicas e inteligentes, pero también y sobre todo demostrar que es posible construir, en México, instituciones prestigiadas y altamente competitivas a nivel internacional y darle un potente valor agregado a la educación como un instrumento eficaz para la vida.
Por muchas razones, morales y psicológicas entre otras, México necesita recuperar, contar y celebrar sus buenas historias. Y la de Rafael Rangel es una de ellas.
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