En el caso de las ahora desmentidas declaraciones del ocupante de Los Pinos en las que dijo al The New York Times que hay muchos políticos priístas que quisieran pactar con la delincuencia organizada, resultan peor las “aclaraciones” que diera a conocer su vocería la noche de este último domingo.
Y es que en ellas Felipe Calderón dice –en la versión textual– a los periodistas que “…hay mucha gente en el PRI que piensa que los arreglos de antes funcionarían ahora, pues es el caso del ex Gobernador de Nuevo León, ¿no?, de Sócrates Rizzo, que tiene unas declaraciones maravillosas. Dice: ‘nosotros nos arreglábamos con los criminales y no pasaba nada’. Si eso lo pensaran aplicar hoy, el único arreglo posible es dejarles esta casa, y la única discusión es si se la dejan al ‘Chapo’ o a Los Zetas.”
Pero resulta que Rizzo no dijo lo que Calderón dice que dijo. Que el michoacano se va con la finta y sus referencias se dan en relación a lo que algunos diarios interpretan. Y, peor, lo que él interpreta de esas interpretaciones periodísticas.
Porque la mañana de ayer a mi correo electrónico llegó una misiva del ex mandatario neoleonés intitulada “lo que dije, cómo lo dije y las motivaciones en torno a mi charla en Saltillo realizada el 23 de febrero del 2011 en la Facultad de Jurisprudencia. Nunca propuse que hoy se debe negociar con los criminales”.
Y explica punto por punto:
1) El tema de mi conferencia fue “Federalismo y relaciones fiscales intergubernamentales” y el asunto del crimen organizado surgió en la sesión de preguntas y respuestas; siendo el propósito de mis comentarios destacar que los gobiernos anteriores mantuvieron la paz social en las ciudades, pues la población no se vio afectada por los efectos colaterales del combate al trasiego de la droga en términos de secuestros, extorsiones, cobro de piso, balaceras, narcomenudeo, robos de carros con violencia.
2) Antes de explicar lo que dije y como lo dije, me permito destacar que en múltiples entrevistas (Carmen Aristegui, Ciro Gómez Leyva, Índigo, Gregorio Martínez de Televisa Monterrey, Benavides de Multimedios, Radio Red, TV Azteca) empecé subrayando que “No conozco ni conocí de ningún gobierno que hubiera hecho pactos con los narcotraficantes y mucho menos algún presidente de la república”. Estos comentarios fueron destacados en Reforma y Milenio con encabezados tales como “Desmiente Sócrates Rizzo que gobiernos priistas pactaran con el Narco” (Milenio 25 y 26 de febrero), “Endereza Sócrates los pactos con narcotráfico” (El Norte 25 y 26 de febrero).
3) Rechazo además categóricamente el que haya propuesto que se debe aplicar hoy una estrategia de negociaciones con los traficantes de droga. Esto sería inviable y contraproducente. El gran pacto debe ser de la clase política para combatir la inseguridad.
4) Ahora entro en materia. Para contestar las preguntas que mi hicieron sobre el crimen organizado en Saltillo, utilice dos palabras claves: Control y Negociación y cuestioné las opiniones del español Carlos Resa y del mexicanólogo John Bailey que estudian la relación entre el poder político y el crimen organizado.
5) Les dije que hablar de Control significa que los gobiernos federales, en eficaz coordinación con los estatales y municipales, mantenían un blindaje o protección de la población de las ciudades para que el combate al trasiego de la droga no se convirtiera en la violencia urbana. Insistí en que, mientras existiera el gran consumo de droga en EEUU resultaba difícil que el combate al narcotráfico se terminara en el corto plazo, sobre todo si no había una corresponsabilidad por el lado americano; pero enfaticé que se protegía a la población, pero en esos tiempos no había un mercado interno de droga.
6) En cuanto a la segunda palabra, Negociación, dije que el blindaje de las ciudades se sustentaba en un sistema político, fincado en una negociación política eficaz, que resultaba en un presidente fuerte y con gran influencia política con los gobernadores y alcaldes que, sin celos partidistas, se coordinaban con el poder ejecutivo federal en algo que sería como una política unitaria de seguridad, como si hubiera un mando policíaco único nacional.
7) Finalmente: ¿Cómo lo dije? Con el fin de enfatizar y poner en términos más coloquiales la tesis la eficacia de la protección a las ciudades usé una metáfora comentándoles que el Control se hacía como si los operadores de la seguridad le hubieran dicho a los que hacen el trasiego de la droga: ustedes irán por allí o por acá pero no me tocan las ciudades, y esta desafortunada metáfora dio pie a las cabezas de algunos periódicos, las cuales he desmentido en múltiples ocasiones.
Que dijeron los periódicos: Reforma/Norte comentan (sin comillas) que dije que los Presidentes marcaban antes las rutas del tráfico de drogas y después los periódicos entrecomillan que dije “Lo que controlaban los gobiernos priistas era que ese tráfico no perturbara la paz social… de alguna manera se tenía resuelto el problema del tránsito… pero había un control, y había un Presidente fuerte y una Procuraduría fuerte y un control fuerte del Ejército” (24 de febrero)
9) En mis entrevistas de radio, televisión e Índigo, destaqué que en mi charla de Saltillo dije que hace falta un gran pacto político nacional en torno al tema se seguridad el cual debe ser liderado por el Presidente Calderón, pero comenté que para que se concrete el Presidente debe “guardar una sana distancia” de su Partido para generar confianza en todas las fuerzas políticas que facilite una acción colectiva eficaz para el combate al crimen organizado
10) En algunos medios se dijo que había ratificado lo que decían las cabezas de algunos periódicos en el sentido que los gobiernos priístas fijaban las rutas del trasiego de la droga. Quizás esta interpretación parte de alguna entrevista en la que dije que “…no te puedes desdecir de lo que no dijiste, pero si debe uno aclarar lo que realmente dijiste y porque lo dijiste…”.
Leyendo lo anterior vale la pena reiterar: ¡con qué ligereza, sin pruebas, sin información, habla Calderón!
Índice Flamígero: Fue mi maestro en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Con él cursé las materias Sociología de la Comunicación y, claro, Régimen Legal de la Prensa en México. Me invitó como su estudiante a hacer una suerte de interinato en Excélsior, donde al lado de Miguel López Azuara redactaba los editoriales del diario. Y a través de su Plaza Pública siguió siendo mi maestro muchas más décadas. Se extrañará su voz. Descanse en paz Miguel Ángel Granados Chapa.
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