14 octubre, 2011

Su plan de empleo es un fracaso pero Obama no lo capta


Cuando el presidente Barack Obama comenzó su gira para promover su plan de empleo por el Medio Oeste americano el pasado agosto, él estaba decidido a hacer campaña para que se aprobara un plan aún por determinar entonces para solucionar el problema de la estancada economía nacional. Pero después de que se hicieran públicos los detalles del plan —más gasto de estímulo y mayores impuestos— y cuando el Senado, controlado por los demócratas, sometió a votación esta semana la medida, el plan del presidente no fue aprobado. Incluso miembros del propio partido del presidente se opusieron a más impuestos y más gasto como la forma de sacar a Estados Unidos de la mala situación de desempleo.

Fíjese en el senador Jim Webb (D-VA), por ejemplo. The Hill informa de que se opone a elevar los impuestos sobre ingresos ordinarios durante una época de recesión y que el gobierno federal debería alentar a la gente a invertir en la economía en vez de aumentar los impuestos sobre los ingresos. En las propias palabras de Webb:

Creo firmemente que la forma de traer de vuelta buenos empleos es mejorar nuestra economía en el sector privado y eso se traduce en más inversión de capital. Winston Churchill dijo una vez algo así como que uno no puede esperar salir de una crisis económica poniendo más impuestos de la misma forma que no se puede recoger un balde si uno está sentado sobre él.

Otros desde la izquierda también mostraron su oposición a la propuesta de ley. El senador Joe Lieberman (I-CT) criticó los nuevos gastos que proponía el presidente. “El asunto aquí es que no creo que el potencial de esta ley para crear empleos justifique añadir otro medio billón de dólares a nuestra deuda nacional de casi $15 billones”.

Hay buenas razones para estar en contra del plan del presidente. Para empezar, son cientos de miles de millones de dólares de nuevo gasto en más del mismo “estímulo” que ha dejado al país con prácticamente cero crecimiento de empleo y en continuo anquilosamiento económico. Y se pagará con una masivo aumento de impuestos sobre los creadores de empleo — la mismísima gente que invertiría su dinero en ampliar los negocios y poner más americanos a trabajar.

El presidente propuso aumentar permanentemente los impuestos en billón y medio de dólares en los próximos diez años, con la mayor parte de la carga recayendo sobre familias y negocios que ganan más de $250,000 por año, todo ello en nombre de la “justicia”. Curtis Dubay, de Heritage, explica que la supuesta “justicia” de las nuevas normas son cualquier cosa menos justas:

Para el presidente Obama, es “justo” subir los impuestos a las familias y las empresas que ganan más de $250,000 al año, elevando su impuesto sobre los ingresos y limitando sus deducciones. Eso también debe significar que el presidente cree que actualmente pagan muy poco en impuestos.

Sin embargo, los datos muestran que las familias de mayores ingresos y las empresas ya pagan la mayor parte de la carga de los impuestos federales sobre ingresos. Según el Servicio de Impuestos Internos (IRS), el 1% de los que más ganan –aquellos que ganan más de $380,000 en 2008— pagaron más de 38% del total de los impuestos federales, mientras que ganaron el 20% de todos los ingresos. El 10% superior ($114,000 o más) ganó el 45% de los ingresos y pagó el 70% del total de los impuestos federales. Al mismo tiempo, el 50% de los que menos ganan (hasta $33,000 anuales) ganó el 13% de todos los ingresos pagó menos del 3% en impuestos federales sobre ingresos.

Luego tenemos el plan del líder de la mayoría Reid (D-NV) que busca implementar un sobreimpuesto a los millonarios — una tasa suplementaria del 5.6% para parejas casadas que ganen más de $1 millón y se aplicaría a partir del 1 de enero de 2013, empujando así el tipo del impuesto sobre ingresos al 55%, un nivel mayor que en cualquiera, salvo dos, de los países económicamente avanzados del mundo. Dubay explica que el impuesto afectaría negativamente a la creación de empleo:

Los contribuyentes que ingresan más de $1 millón anual son inversionistas y empresas directamente responsables de crear empleo. Los inversionistas proporcionan el capital a negocios existentes y de nueva creación de forma que puedan ampliarse y contratar nuevos trabajadores. Subir los impuestos les privaría de los recursos que podrían invertir en negocios prometedores que están intentando añadir trabajadores. Subir su tipo impositivo provocará que eviten tomar riesgos para invertir.

Es la mentalidad de “exprimir a los ricos para que paguen por más gasto gubernamental dispendioso” lo que ha concitado oposición al plan del presidente. La Casa Blanca, sin embargo, no lo capta y está ignorando completamente a la oposición bipartita. El director de comunicaciones de la Casa Blanca, Dan Pfeiffer, culpó directamente a los republicanos y escribió: “No podemos aceptar un ‘no’ por respuesta”. El presidente también fustigó al Partido Republicano, describiéndolo como una minoría que “se unió como grupo e impidió que esta propuesta de ley de empleos se aprobase en el Senado”. El New York Times también se ha metido en esto, castigando a la derecha por su oposición sin reconocer la oposición al plan desde la izquierda.

En vez de este jueguito de repartir culpas, el presidente debería dar un paso atrás y mirar el panorama para así comprender por qué los miembros del Congreso de ambos lados del espectro político se oponen a su plan. Subir los impuestos para pagar por el gasto de estímulo que ha demostrado ser un fracaso simplemente no va a poner a la economía de nuevo por el buen camino.

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