En la actualmente maltratada economía de Estados Unidos, con alto desempleo y perspectivas sombrías de crecimiento, la política se ha convertido en un concurso de planes de trabajo opuestos: políticos de todo tipo tienen su propio plan. Su motivación puede ser sincera, pero su concepto es erróneo – y sólo sirve más que para perpetuar el mito de que el gobierno puede crear puestos de trabajo. No puede. El gobierno sólo puede mantener las condiciones propicias para el crecimiento económico. Ese es el verdadero motor de la creación de empleo y es donde las autoridades deben poner su atención.
La creación de empleo es una función de los productores para satisfacer la demanda de los consumidores para un mayor bienestar (los economistas llaman a esto “utilidad”) y ello resulta en el crecimiento del negocio, como nuevo capital y mano de obra. Eso es el crecimiento económico. Sin embargo, “los proyectos de ley para crear puestos de trabajo” son generalmente un paso contraproducente para el crecimiento económico.
Analice cómo el gobierno “crea puestos de trabajo”. Mueve capital y el trabajo producido por la economía privada hacia actividades que el gobierno determina que valen la pena. De hecho, si los políticos “crearan puestos de trabajo” para todo el mundo, la economía no produciría nada.
Muy común en los proyectos de ley para crear empleo, por ejemplo, es la idea de empleos en infraestructura, o “proyectos de rápida implementación”. Sin embargo, sólo son beneficiosos para la economía en la medida en que aumentan la productividad económica. Por ejemplo, la contratación de personas para construir un puente que nadie usa no beneficia a nadie. Sería igual de efectivo que contratar gente para que se pongan a mirar cómo se seca la pintura. Sin embargo, si se construye un puente que es realmente necesario, para que las personas puedan viajar más rápidamente ida y vuelta del trabajo, la productividad económica se incrementará. La gente pasará más tiempo trabajando y menos tiempo viajando ida y vuelta al trabajo.
Por tanto, la preocupación política debería ser: ¿cómo puede el gobierno motivar más trabajo y productividad económica?
En lugar de buscar elixires y soluciones milagrosas, los responsables políticos deberían mirar los incentivos. Los incentivos impulsan la productividad. La productividad impulsa el crecimiento económico. Una mala política dirigida a “crear empleo” descarrila el crecimiento económico y por lo tanto prolonga, e incluso agrava, la política del desempleo que busca combatir. Primero hay que enfatizar el crecimiento. La creación de empleo es producto de ese crecimiento.
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