MÉXICO, DF.- Boca del Río. La habían matado antes. Por alguna razón, su muerte había adquirido rango de obsesión en Veracruz y Boca del Río, donde se había hecho de una cierta notoriedad, quizá hasta fama.
Con su minifalda y tacones transparentes había alcanzado el estatus de ser un referente de las noches porteñas.
De vez en vez, el rumor de su prematuro fallecimiento había recorrido el puerto, como si cualquier cabellera rubia hallada en circunstancias desafortunadas fuera la suya: fue encontrada muerta en una cuneta, en un apartamento, en un auto, en una casa de lujo...
Nunca, por supuesto, se confirmó su deceso. Siempre las noticias sobre su fallecimiento resultaron, como diría Mark Twain, terriblemente exageradas. "Me enteré porque mi mamá me fue a buscar muy asustada", dijo la última vez que se le envió tres metros bajo tierra, apenas el viernes de la semana pasada, poco antes de postear en su perfil de Metroflog, al pie de una foto en la que aparece en un jacuzzi, una sola palabra: "maniquí".
Hasta ahora. Parece que la historia por fin alcanzó a Brigeth, la rubia platinada que trabajó por seis años la esquina de Juan Pablo II y Costa Verde, a veces en un hotel, a veces en los asientos de piel de un Mini Cooper rojo. La dama que creó un sistema de pagos por entrevista a los medios --mil pesos por hora-- y que alguna vez amenazó con dar a conocer la lista de sus clientes si la policía local no le dejaba trabajar la calle en paz.
Un travesti VIP al que todo Veracruz parecía conocer y que llegó a anunciarse como garante de un servicio profesional y, sobre todo, discreto. Esta vez, es de suponerse, su efímera estrella se ha apagado: forma parte del multihomicidio que sacudió a esta ciudad el miércoles pasado.
Aunque a ciencia cierta no queda claro, en una vida anterior Brigeth fue identificada por el nombre de Iván Rivera Cuesta. Pero no fue sino hasta que asumió su otra identidad, la de una rubia nacida en Chihuahua, que permeó verdaderamente en Veracruz hasta asumir el papel de ícono pop, rechazada y al mismo tiempo admirada.
Ella ayudó en buena medida a la construcción de su imagen: el guardarropa atrevido; el largo cabello lacio teñido de rubio; las cirugías plásticas que tornearon su cuerpo; la personalidad de inocencia fingida y hasta la voz modulada. Pero sobre todo, el Mini Cooper rojo.
Porque contratar a Brigeth por una hora para ir al hotel de su predilección, La Cabaña --tarifa estándar full service, dos mil pesos-- implicaba también una vuelta en automóvil de lujo. Paquete completo, supuestamente para paladares finos y de sociedad.
"Caballeros únicamente", dice uno de sus anuncios que le sobrevive y que en cierta medida se refiere a uno de los principales escándalos protagonizados por la rubia.
Hace dos años, al decirse harta de ser extorsionada para trabajar su esquina, amenazó con delatar a todos sus clientes. La policía no volvió a inquietarla
Tomado por un estudiante de comunicación, un video subido a YouTube muestra una de las primeras entrevistas a las que Brigeth accedió, poco después de irrumpir en la escena nocturna veracruzana, en 2008-2009.
El video desnuda parte de su personalidad. Aunque finge no entender varias de las preguntas, reacciona a una con singular agudeza. "¿Cómo se dividen el territorio?", le pregunta el estudiante. La respuesta: "yo no me divido nada".
En un momento, la grabación es interrumpida por un grito, lanzado desde un automóvil en movimiento, fuera de cámara. "Brigeth, ¡te amo!"
Una noche, como cualquier otra, en la esquina.
--¿Qué se siente ser famosa?
--No se siente nada. No tengo ningún beneficio. Bueno, no. Sí. Se siente bonito.
Brigeth ya había muerto antes, sólo para poco después desmentir su fallecimiento. La refutación podía venir en la forma de declaraciones a los medios o presentándose en la esquina de Juan Pablo II y Costa Verde a trabajar, como todas las noches.
La última vez en que se decretó en la prensa su muerte fue la semana pasada, después de que un comando irrumpiera en una casa en el fraccionamiento El Farol en donde, se dice, vivía.
Una mujer rubia murió ejecutada. Las redes sociales y los diarios locales estallaron con la noticia: ¡Murió Brigeth! Un suceso que en Veracruz fue verdaderamente noticia durante varias horas.
Para el sábado dio señales de vida. En declaraciones a un portal de internet se limitó a señalar: "gracias a todos por sus llamadas de preocupación".
Con el lanzamiento de 35 cuerpos a la glorieta de los voladores de Papantla vino la revelación: Brigeth estaba en la pila. O al menos eso afirma un funcionario local. Pero las nuevas de su asesinato han prendido en las redes sociales. Ahora la especulación es si ofreció sus servicios a quien no debía o escuchó lo que no debía de quien no debía escucharlo.
De forma más amplia, no ha sido un tema ignorado. Los medios locales han dedicado párrafos a especular que, ahora sí, la rubia no escapó y yace en una de las planchas del Servicio Médico Forense. Fotografías de veladoras dejadas por transeúntes en su parada de camión, su oficina, circulan en distintos portales veracruzanos.
Ayer ya no estuvo en su lugar de trabajo. Pareciera entonces que las noticias de su muerte la habrían alcanzado y que la rubia por fin murió a la cuarta.
O quizá no. Y una de estas noches el Mini Cooper rojo aparecerá en la loma que divisa su calle, rodando lentamente hasta llegar a la esquina para que de su puerta abierta descienda un tacón dorado.
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