El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, anunció su renuncia el martes después de que la coalición gobernante de Italia perdiera su mayoría en la Cámara Baja. Aunque el parlamento votó a favor de aprobar una ley de austeridad presupuestaria clave exigida por la Unión Europea, el gobierno sufrió una serie de deserciones que convirtió en insostenible la posición de Berlusconi a largo plazo.
Como informó el London Daily Telegraph:
Más de la mitad de los miembros de la Cámara Baja italiana se negó a tomar parte en la votación dejando así expuesta la falta de apoyo a Berlusconi en el parlamento a medida que la presión financiera de la crisis de la deuda de la eurozona siguió centrándose en Italia.
Los partidos de oposición exigieron de inmediato que Berlusconi renunciara para así calmar a los mercados de bonos, diciendo que, después de haber ganado sólo con 308 votos en una Cámara Baja de 630 miembros, él no tenía mayoría o mandato para gobernar.
Se espera que Berlusconi deje el cargo la próxima semana y ya hay varios líderes políticos italianos que compiten por reemplazarlo, incluyendo al sucesor favorito Angelino Alfano, y en el otro lado del espectro político, el excomisario europeo Mario Monti. A la edad de 75 años, es muy poco probable que Berlusconi protagonice una reaparición política. Logró un récord de tres períodos en el cargo convirtiéndose así en el primer ministro que ha servido durante más tiempo en Italia.
Berlusconi será recordado en Estados Unidos en gran parte por su apoyo inquebrantable al presidente George W. Bush en la guerra de Irak, así como la guerra más amplia contra el terrorismo y durante su segundo mandato, su envío de 3,000 soldados italianos a Medio Oriente en 2003 en apoyo de las operaciones de la coalición en la posguerra. Junto con el primer ministro británico Tony Blair y el presidente del Gobierno español José María Aznar, fue un fuerte aliado de Washington en momentos en que gran parte de Europa le dio la espalda a Estados Unidos, entre ellos, Francia y Alemania. Se le otorgó el honor de poder dirigirse a una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos en 2006.
En última instancia, la caída de Berlusconi fue el producto de la creciente crisis en Italia, debida a años, si no décadas, de mala gestión económica. Italia se enfrenta a una crisis masiva de deuda que, si no se trata con rapidez y decisión, podría conducir al colapso de la tercera economía más grande de Europa. Italia ocupa actualmente el puesto 36º de libertad económica de entre 43 países de Europa, detrás de exnaciones comunistas como Rumania, Georgia, Letonia y Lituania y ocupa el puesto 86º en el mundo.
Cerca de la mitad del total de la producción nacional de Italia se compone de gasto público y la economía ha sufrido déficits crónicos, exceso de regulación, altos impuestos y corrupción endémica. En su rumbo actual, Italia va por el mismo camino que Grecia y el sucesor de Berlusconi se enfrentará a un desafío de enormes proporciones si ha de restablecer la salud de la economía italiana.
En última instancia, Roma deberá recortar el gasto decisivamente y poner en práctica las muy retrasadas reformas reguladoras, incluyendo una mayor flexibilidad del mercado laboral. Puede que la era Berlusconi haya terminado, pero los críticos problemas financieros y fiscales de Italia probablemente continuarán durante muchos años.
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