Un nuevo gobierno en la sombra, aunque bien visible por otra parte, ha tomado el timón de la Eurozona. Se formó casi por casualidad durante el acto de despedida a Jean Claude Trichet, ex presidente del BCE, en la antigua ópera de Frankfurt. Y por esa razón se le ha bautizado como Grupo de Frankfurt y es ahora quien toma las decisiones reales en la Unión Europea.
La lista de sus integrantes no es ningún secreto: la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy. Junto a ellos, conforman esta sociedad secreta la directora gerente del FMI, Christine Lagarde; el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el Comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, y el recién estrenado presidente del BCE, Mario Draghi.
Este grupo se reunió cuatro veces la semana pasada con motivo de la cita que celebró el G-20 en Cannes, en la que se dio un ultimátum a Grecia para aceptar los términos del segundo rescate a cambio de nueva ayuda y se determinó la supervisión, por no decir intervención, de Italia.
Muchos atribuyen su nacimiento a un renovado intento de dar una respuesta contundente a la crisis, ante la creciente presión del mercado. No en vano, se ha criticado desde muchos frentes que la incapacidad de los líderes políticos europeos para alcanzar soluciones suponía una amenaza mayor para el futuro de Europa que el propio endeudamiento de los estados.
Los primeros frutos
Casualidad o no, y trascurrido menos de un mes desde la puesta en marcha de este nuevo gobierno en la sombra, se ha cerrado un importante acuerdo europeo destinado a poner fin a la crisis de deuda, que incluye una quita del 50% a Grecia y la ampliación del fondo de rescate.
Además, está naciendo un nuevo gobierno en Grecia destinado a garantizar la permanencia del país en el euro y ha caído un peso pesado como Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia, que ha aceptado dimitir en cuanto el país otorge el 'sí' a los ajustes exigidos por Bruselas.
En una Unión Europea en la que a menudo las decisiones van por detrás de los acontecimientos y se coleccionan oportunidades perdidas, ya se ha logrado más en tres semanas que en un año entero.
Falta de legitimidad democrática
Muchos se refieren al nuevo grupo como Politburó y critican su falta de legitimidad democrática, pero lo cierto es que parece destinado a perdurar en un contexto en que ganan fuerza las especulaciones de una Europa a dos velocidades, con Alemania y Francia a la cabeza.
Fue precisamente en la reunión mantenida tras el acto de despedida a Trichet cuando París y Berlín limaron sus diferencias respecto a la relación que debe tener el BCE y el fondo de rescate de la UE. Francia defendía que el fondo de rescate tuviera licencia bancaria, lo que le permitiría apalancar su capital al BCE.
La medida fue finalmente rechazada ante la oposición germana y la del propio Trichet, quien alegó que por un tratado europeo el BCE tiene prohibido prestar dinero a los gobiernos.
Los franceses están convencidos de que Merkel piensa que el BCE tendría que tener un mayor papel protagonista en la lucha contra la crisis de deuda, pero necesita el apoyo de su gobierno de coalición, por ahora dividido.
¿Legitimidad o eficacia?
Los países acreedores del norte de Europa, como Holanda, Eslovaquia o Finlandia, donde la oposición pública a más rescates en la Eurozona gana fuerza, ya han empezado a quejarse de que muchas de las decisiones se toman a sus espaldas. Mientras, en países como Grecia o Italia, las críticas a la arrogancia de "Merkozy" con cada vez más evidentes.
¿Legitimidad democrática o eficacia? "Las instituciones de la Eurozona no fueron diseñadas para gestionar la crisis", apunta un funcionario de la UE familiarizado con el Grupo de Frankfurt. "Necesitamos soluciones innovadoras".
"Ante una situación de emergencia como la actual, necesitamos una estructura que funcione", apunta. A lo que añade: "La presencia del presidente de la Comisión Europea y la del Consejo Europeo ya sirve para garantizar que se tengan en cuenta los intereses de los estados miembros más pequeños".
En paralelo, la presencia de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, le da al grupo una mayor credibilidad de cara al mercado al tiempo que pone límites a su voluntad a la hora de apoyar la Eurozona.
Muchos se preguntan si el Grupo de Frankfurt va a servir para convencer a Alemania de que acepte un mayor papel protagonista del BCE en la lucha contra la crisis o, por qué no, ceda a la hora de apoyar la creación de eurobonos. Algo que está por ver. De momento, aún debe demostrar su capacidad para crear una conviencente solución a largo plazo.
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