Por Roberto Cachanosky
Primero, una reflexión sobre la inconsistencia argumental y demagógica del Gobierno al momento de opinar sobre la corrida cambiaria. Dijo Boudou que la demanda de dólares se origina en un "golpe especulativo", advirtió que existen "sectores que buscan apretar", y cargó con dureza contra el diario LA NACION, al que acusó de "intentar generar nerviosismo". La verdad es que no se entiende semejante argumentación porque, cabe recordar, que el fallecido Néstor Kirchner, cuando era gobernador de Santa Cruz, fugó del país más de U$S 1.000 millones de los cuales nunca se tuvo información precisa sobre qué había pasado con esos fondos públicos.
Pero lo cierto es que en ese entonces, el gobernador de Santa Cruz hizo lo mismo que puede hacer cualquier persona que hoy quiere comprar dólares. Fugó capitales por miedo a que pasara algo. ¿Por qué cuando el kirchnerismo fuga capitales en otro gobierno está bien y cuando se lo fuga en su gobierno está mal? ¿La situación es tan distinta? En rigor, en aquellos años, había miedo a una confiscación o a que algo pasara. Hoy ocurre algo parecido. Todos saben que hay distorsión de precios relativos, la gente percibe que el tipo de cambio está barato en relación a lo que puede llegar a pasar y tiene miedo a un gobierno que ha demostrado fuertes inclinaciones confiscatorias (ahorros en las AFJP, intento de la resolución 125, uso de las reservas del BCRA deteriorando su patrimonio neto, etc.) Es decir, el gobierno ha hecho lo imposible por generar desconfianza. Aquí no hay teorías conspirativas que pretendan generar pánico. Aquí hay un gobierno que hace lo imposible por generar desconfianza. Sus medidas conspiran contra la tranquilidad del mercado.
Cabe recordar, que el fallecido Néstor Kirchner, cuando era gobernador de Santa Cruz, fugó del país más de U$S 1.000 millones de los cuales nunca se tuvo información precisa sobre qué había pasado con esos fondos públicos
En efecto, si como dice el Gobierno, el Central tiene tantas reservas, no se entiende por qué tuvieron que realizar tantas ventas a futuro, sacar la Gendarmería y la Prefectura a la calle y mandar a la AFIP al microcentro. Estas medidas solo han dado la señal de que el Central no está en condiciones de dominar el mercado porque no tiene tanta pólvora en la santabárbara para dominar el mercado sin recurrir a mecanismos policiales.
Se argumenta que la medida de tener que pedir permiso a la AFIP para comprar dólares es para evitar que los evasores compren dólares. El mismo argumento se usó en el 2001 para establecer el corralito. Como no podían parar la incontenible corrida financiera, argumentaron que era para bancarizar el sistema y forzar a que la economía trabajara en blanco. Hoy usan la misma línea de argumentación que en el 2001.
Si sacar la Gendarmería, la Prefectura y la AFIP a la calle fue una decisión que creó más pánico que tranquilidad, la decisión de obligar a que la AFIP autorice la compra de dólares es una especie de corralito cambiario, una jugada muy peligrosa porque esa medida genera la incertidumbre sobre si en el futuro, ante una corrida bancaria, algo en que puede derivar la corrida cambiara, no llevará al Gobierno a adoptar medidas restrictivas. Desde el Gobierno podrán argumentar que el párrafo anterior es una operación para generar temor, pero la realidad es que han tomado medidas tan arbitrarias que se han ganado la desconfianza de la gente, en el sentido que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de no reconocer la realidad del mercado y luego "venderla" como una nueva política social.
Desde el punto de vista del mercado de cambios, lo que ocurre no es una novedad. Desde 2003 hasta el primer semestre de este año se han fugado U$S 75.000 millones. El mercado cambiario no estalló porque los ingresos de dólares comerciales financiaban la fuga de capitales. ¿Cuál es la novedad? Que los dólares comerciales ya no financian la fuga de capitales. El saldo de balance comercial baja continuamente y, este año, el saldo de balance comercial será positivo en unos U$S 11.000 millones, frente a una fuga de capitales de no menos de U$S 23.000 millones. La demanda supera a la oferta.
¿Qué dice la ley de la oferta y la demanda? Que cuando la demanda crece más rápido que la oferta el precio tiende a subir. Así de claro. ¿Qué parte de la ley de la oferta y la demanda no entendió el gobierno?
¿Qué dicen los manuales de introducción a la economía? Que cuando el Gobierno pone un precio máximo lo hace por debajo del precio del mercado. El tipo de cambio, de acuerdo a las expectativas de los agentes económicos, está por debajo del precio del mercado. Si no fuera así, el Gobierno no hubiese establecido una batería de medidas para frenar la demanda de dólares: a) restricciones a las importaciones, b) obligación de exportar un dólar por cada dólar que se importa, c) cambiar las reglas de juego, obligando a petroleras y mineras a traer todos los dólares exportados, d) obligar a las compañías financieras a traer los dólares que tienen en el exterior, e) regulaciones para liquidar en el mercado local la compra de inmuebles por parte de no residentes y f) ahora pedirle autorización a la AFIP para comprar divisas entre otras.
Todas estas medidas intentan frenar la demanda de divisas y aumentar la oferta con el objeto de mantener el tipo de cambio por debajo del nivel que establecería el mercado frente a una inflación creciente. El resultado de poner un precio artificialmente bajo es que aumenta la demanda y se contrae la oferta. Por eso, el BCRA tuvo una sangría de reservas. Al establecer este corralito cambiario, los manuales de economía enseñan que aparece el mercado marginal, negro o cómo quieran llamarlo. La historia de los controles de precios es categórica al respecto.
El punto es que si aumenta el precio del mercado negro comenzarán la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones y ni Moreno podrá frenarla, con lo cual, el problema cambiario se agravará.
Lo peor que está haciendo el Gobierno es actuar sobre las consecuencias y no sobre las causas de la corrida cambiaria. La causa es la desconfianza que generan sus arbitrariedades económicas, la inflación, sus tendencias confiscatorias, una emisión monetaria del 40% anual de moneda por parte del Banco Central y la fenomenal distorsión de precios relativos que ha generado para financiar el populismo.
No hace falta ser economista para advertir que los billetes de $ 100 se evaporan en dos pavadas que uno compra. La gente percibe que la inflación se acelera por más que el gobierno se empecine en negarla y no quiere que los pesos que tiene en el bolsillo se le derritan como una barra de hielo. Por lo tanto, compra dólares que es la moneda de refugio que el argentino ha adoptado ante la falta de una moneda propia que sirva como reserva de valor.
En síntesis, la corrida cambiaria tiene su explicación en gruesos errores de política económica y en un Gobierno que ha generado desconfianza por la arbitrariedad de sus medidas. Aquí no hay teorías conspirativas. Hay desconfianza en el Gobierno, porque una cosa es emitir un voto y otra muy diferente dejarse cobrar el impuesto inflacionario y perder parte de los ahorros por efecto de la inflación.
El riesgo que se corre es que, mientras más arbitrarias sean las medidas que adopte el Gobierno para tratar de frenar la corrida cambiaria, el pánico aumente en la gente y puede llevar a que esa corrida cambiaria se transforme en un problema de corrida financiera.
Si no quieren agravar la situación, lo mejor es que den marcha atrás en esta batería de medidas que solo asustan a la gente.
Roberto Cachanosky es economista y director de www.economiaparatodos.com.ar.
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