Cualquier encuesta donde se le pregunte a los simpatizantes de la izquierda (electores que se identifican con el PRD, el PT o MC) a quién prefiere como candidato presidencial de estos partidos, López Obrador le gana a Marcelo Ebrard. En la última encuesta de Consulta Mitofsky (CM) de octubre, 71% se inclinó por el tabasqueño mientras que 18% lo hizo por el jefe de Gobierno capitalino. Por su parte, en la encuesta de BGC, también de octubre, 68% respondió que AMLO y 32% que Ebrard. Es muy claro: si sólo se toma en cuenta a la población de izquierda para elegir al candidato presidencial de los partidos de esta corriente ideológica, será López Obrador.
Ebrard anunció ayer, sin embargo, que se tomará en cuenta la opinión de todo el electorado para definir al candidato. Esto quiere decir que se encuestará no sólo a los simpatizantes del PRD, el PT o Movimiento Ciudadano sino también a los que se identifican con el PAN, el PRI, el PVEM y Nueva Alianza, así como al electorado independiente (aquellos que no simpatizan con algún partido político). Y ahí los resultados pueden diferir.
En la última encuesta de octubre de CM, 31% del electorado total se inclinó por AMLO y 24% por Ebrard. Tomando en cuenta que el error teórico de esta encuesta es de 3.1 puntos porcentuales, el intervalo de confianza permite decir que el favorito es López Obrador.
No así en la encuesta de BGC que reporta que 50% del electorado general quiere a AMLO y el otro 50% a Ebrard. Este resultado, reportado de esta manera, me llamó la atención. ¿Así de empatados están? Le pregunté a Ulises Beltrán, director de BGC, cómo era posible esto. Me contestó que así lo informaron porque el resultado real está tan cerrado entre AMLO y Ebrard que “it is too close to call” como se dice en la jerga de los encuestadores en inglés, es decir, el encuestador no puede decir quién es el candidato ganador.
Así que Roy Campos, director de CM, trae arriba a AMLO y Ulises Beltrán, de BGC, los tiene empatados. Ambos son encuestadores del mayor prestigio profesional. Y lo mismo podría suceder con las dos encuestas que levantarán los partidos de izquierda, a partir de este fin de semana, para escoger a su candidato presidencial. Todo depende, claro, de si no se movieron estos días las preferencias electorales entre la población general.
Los dos posibles candidatos de la izquierda ya anunciaron a las casas encuestadoras que levantarán los sondeos. López Obrador escogió a la encuestadora que trabajó para él durante la campaña de 2006: Ana Cristina Covarrubias. Se trata de una mujer profesional. El 2 de julio de 2006, aunque su encuesta de salida fue la única de todas que traía arriba a AMLO, luego le reportó al candidato que el conteo rápido mostraba una elección empatada. No obstante que recibió dicha información, AMLO salió a decir que las encuestas demostraban que él había ganado. Una de las primeras mentiras que empezó a decir a partir de aquella jornada para vender la idea de que le habían robado la Presidencia. Pero la culpa de esta falsedad no la tuvo la encuestadora que sí reportó la verdad.
Ebrard escogió a otro encuestador con prestigio: Luis Woldenberg. Interesante selección ya que, a diferencia de AMLO, Ebrard nunca ha trabajado con este encuestador, según lo han revelado tanto el jefe de Gobierno como el empresario. Ayer también se anunció que habrá un tercer encuestador que fungirá como supervisor de las encuestas. Yo no dudo que estos tres encuestadores harán su trabajo lo más profesionalmente posible. Si hay un problema no será por ellos sino por alguno de los candidatos que desconozca los resultados. Muchos, en este sentido, dudamos de López Obrador. No es gratuito. A lo largo de su historia siempre ha demostrado que, si los resultados le favorecen, los acepta, pero si no, los desconoce. ¿Por qué tendría que ser diferente en esta ocasión?
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