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Bogota -- Tras la muerte de Alfonso Cano, máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el presidente Juan Manuel Santos le envió el sábado un mensaje a la guerrilla: “la puerta del diálogo no está cerrada con llave”, pero condicionó el eventual establecimiento de diálogos a que cese el terrorismo y demuestren que desean dejar las armas.
“Es el momento de desmovilizarse. Es el momento de tomar la decisión de dejar las armas porque como lo hemos dicho tantas veces, la alternativa es una cárcel o una tumba”, expresó el mandatario en rueda de prensa para comentar la muerte en la víspera del líder guerrillero en una operación militar que comenzó el 15 de octubre.
“A las bases de las FARC les quiero decir: aquí hay una mano generosa que los recibe y los reincorpora a la sociedad como ya hay más de 20,000 desmovilizados de las FARC, mucho de ellos en trabajos formales, gozando con su familia… es un mensaje muy claro porque la alternativa a esa desmovilizaciones es una cárcel o una tumba y lo que Cano demuestra es que no hay ningún rincón de la patria adonde no lleguen nuestra fuerza pública”, reiteró.
“Pero insisto: necesitamos unas señales muy claras y necesitamos que cese el terrorismo y que nos demuestren a los colombianos” que desean dejar las armas, añadió Santos al hablar desde una base militar en Popayán, capital del departamento de Cauca y a 370 kilómetros al suroeste de Bogotá.
Cano cayó en una localidad del norte de Cauca.
“Si nos muestran real voluntad de llegar a un acuerdo, ese diálogo podría darse. Mientras, seguiremos insistiendo en el camino militar”, advirtió.
El jefe rebelde pereció de tres tiros de fusil, probablemente un Galil de las tropas de asalto del Ejército, que impactaron en el lado derecho del cuello, la ingle y la cadera, describió la directora nacional del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía (CTI), Maritza González.
Mientras tanto, el Ejército de Colombia dio muerte el sábado a alias “Tomás”, jefe del frente 43 de las FARC, y a otros siete guerrilleros de la misma organización en la serranía de La Macarena, informó Santos.
El mandatario felicitó a su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, al igual que a las fuerzas militares, “por el golpe que ustedes dieron el día de hoy en La Macarena [sur] al frente 43 ” de las FARC.
La muerte de Cano estaba entre los objetivos de las autoridades colombianas “desde que era yo ministro de Defensa en el año 2006, ese [Cano] era un objetivo de alto valor”, expresó Santos, quien confesó que al saber la noticia del deceso y reconocer la dimensión que tenía “se me aguaron los ojos, una que otra lágrima [salió] de la emoción”.
La jefa del CTI reveló que cuando llegaron al punto donde murió Cano, cuyo verdadero nombre era Guillermo León Sáenz Vargas, para identificarlo, “sabíamos que era él. Como [su muerte] no fue con bomba, el cuerpo no estaba destrozado”. Aunque estaba afeitado, sin la característica barba que usaba, confundió inicialmente a los soldados que lo buscaban, admitió.
Sin aportar más detalles, el presidente colombiano reveló que la cacería del máximo líder de las FARC comenzó el 15 de octubre con distintas incursiones en la zona del suroeste del país, en un operativo que se mantuvo bajo absoluta reserva.
Varias acciones ubicaron en el pasado el sitio donde estaba Cano pero fallaron por distintas razones. “Cano se escapó antes porque le favoreció el clima; esa época de invierno [de lluvias] fue fatal para nosotros; la suerte estuvo del lado de él”, agregó.
La buena estrella acompañó a Cano, de 63 años, hasta la mañana del 4 de noviembre, horas antes de ser eliminado. Cano sobrevivió a un bombardeo de la Fuerza Aérea porque “la bomba no pegó en la casa en donde él estaba”, dijo González.
El jefe guerrillero “salió sanito con otras dos personas” del bombardeo perpetrado por aviones Tucano.
“Todo parece indicar que se escondió todo el día”, narró González. Pero la buena suerte se le acabó.
“Anoche, a las ocho de la noche, salió solito” y caminó a un pequeño riachuelo. “El tipo parece que se desorientó y los centinelas [militares] que estaban haciendo el cubrimiento por tierra lo observaron” y hubo un combate entre algunos guerrilleros del cerco de seguridad de Cano y los militares y allí cayó el jefe rebelde herido de muerte, agregó la funcionaria.
El líder insurgente estaba desarmado, apuntó González.
Fueron cinco militares los que rodearon a Cano, explicó el comandante de la Aviación del Ejército, general Gabriel Rey. Pero en la zona estaban al menos 80 militares. El general Tito Pinilla, comandante de la Fuerza Aérea, declaró por teléfono desde Popayán que fueron usados muchos recursos en el operativo, desde visores nocturnos hasta aeronaves.
Junto a Cano cayeron otros tres rebeldes (dos hombres y una mujer), detallaron Rey y la directora del CTI. Inicialmente las autoridades habían informado de otro guerrillero muerto, pero los funcionarios aclararon que fueron sólo tres.
La más alta tecnología, trabajo de inteligencia, una milimétrica operación conjunta del Ejército y la Fuerza Aérea y “gente en el interior de las FARC” permitieron el viernes acabar con Cano.
Cuando hace tres años Cano fue designado a la jefatura de las FARC, la inteligencia colombiana comenzó a diseñar acciones para encontrarlo bajo un denominador común, el ahora presidente Santos, quien desde diferentes posiciones en el gobierno ha estado al frente de esas estrategias.
Ya en agosto del 2008, como ministro de Defensa en el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010), Santos dijo que el Ejército “adelantaba acciones concretas” contra Guillermo León Sáenz, verdadero nombre de “Alfonso Cano”, y otros integrantes del mando central de la guerrilla.
Así se fue cerrando el círculo en el que se movía “Cano” -de quien se llegó a decir que estaba en Venezuela-, con fuertes operativos en los que perdieron la vida numerosos integrantes tanto de las fuerzas militares como de las filas rebeldes.
El cambio a favor de las autoridades se produjo cuando el jefe guerrillero salió del Cañón de las Hermosas, uno de los más agrestes terrenos de los Andes colombianos, en el suroeste, y que comprende territorios de los departamentos del Tolima, Huila y Cauca.
Allí, a más de 4,000 metros de altura sobre el nivel del mar, en medio de la bruma, “Cano” se movía sin problemas, pues recibía suministros básicos para él y su más cercano grupo de seguridad, de unos 15 hombres.
Según fuentes de inteligencia, aunque “Cano” soportaba el acoso de las tropas, su situación comenzó a empeorar cuando le cortaron los suministros y lo obligaron a moverse de su santuario.
Entretanto, la inteligencia colombiana sabía que estaba en la zona, pero no disponía de coordenadas que permitieran una operación efectiva.
Esta situación cambió radicalmente hace unos tres meses, cuando fuentes de inteligencia, combinadas con elementos tecnológicos, ofrecieron informes certeros: “Cano” había salido de su madriguera y se movía hacia algún lugar de la cordillera Occidental, en el Cauca, con unos 15 hombres.
Una conversación entre los alias “Zorro”, “Patricia” y “Pacho Chino”, en la que hablaban de una próxima reunión con “Cano” en el Cauca, entregó más pistas.
La operación definitiva se perfiló dos semanas después al confirmarse que el líder guerrillero estaba en un pequeño campamento del Frente VI de las FARC.
El viernes, con toda la información disponible, se puso en marcha el plan, con la participación de 15 aeronaves, incluidos helicópteros “arpía” y un avión de inteligencia, así como otros sistemas de alta tecnología, entre ellos artefactos para el lanzamiento de “bombas inteligentes”.
Esta operación fue bautizada “Odiseo”, en honor al héroe mitológico griego, en la que, según el comandante de las Fuerzas Militares, general Alejandro Navas, “participaron unos 1,000 hombres en el terreno, hubo desembarco de tropas” y se inició hacia las 8:30 a.m. [hora local] del viernes.
Tras el bombardeo al campamento, enclavado en la parte alta de una montaña cercana a la represa de la Salvajina, en el Cauca, “Cano” escapó con vida junto a 14 de sus hombres.
En la huida perdió sus gafas, su billetera, su pistola, una computadora y otras pertenencias que permitieron confirmar a los soldados que el guerrillero estaba en el área.
En ese momento, las tropas estrecharon el círculo, supieron que “Cano” huía con poca escolta, simularon llegar a la zona, realizaron una aparente búsqueda rápida y se retiraron.
“Cano”, oculto entre la vegetación, creyó que las tropas se habían retirado, como lo había hecho otras veces; pero, los soldados regresaron y se inició un combate. Al caer la tarde, “Cano” estaba muerto.
“Fue una operación muy bien planeada, bien diseñada e impecablemente ejecutada”, afirmó Santos, al confirmar que “gente dentro de las FARC” ayudó.
Finalmente, el cadáver del jefe guerrillero fue encontrado: lucía un pantalón deportivo negro, botas y no tenía barba, la que se había cortado tres días antes para evitar ser reconocido.
Para la historia queda que “Cano” murió en el Chirriadero, cerca de La Salvajina, entre los municipios de Suárez y Morales, a una altura de 2,100 metros sobre el nivel del mar, en la cordillera occidental de Colombia.
En el área donde estaba el jefe rebelde las autoridades encontraron siete computadoras, 39 memorias USB y 194 millones de pesos (unos $102,000), según ha dicho el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, al resaltar que todas las operaciones contra Cano fueron planeadas y ejecutadas por personal colombiano. La información contenida en los dispositivos de almacenamiento electrónico y las computadoras es mantenida en secreto.
En un informe sobre Cano divulgado por la Fiscalía es descrito como un hombre de 1.72 metros de altura, 75 kilos de pesos, miope, y que antes de su ingreso a las FARC, cuya fecha exacta se desconoce, “abandona a su esposa y dos hijos”.
Según la Fiscalía, en los tiempos actuales, Cano tenía una compañera sentimental en la guerrilla llamada Patricia González Calderón.
“Es dado a los lujos, es el único que dispone de baño privado en los campamentos, tiene preferencia por la utilización de ropa civil, más que por el uniforme, monta en cólera si le faltan las verduras, frutas o papel higiénico”, describió la Fiscalía en el reporte de inteligencia.
La funcionaria del CTI relató que los esfuerzos, finalmente exitosos para dar con Cano, datan de hasta hace dos años cuando, con información de guerrilleros desmovilizados, interceptaron al menos 300 líneas telefónicas que eran usadas por los colaboradores de Cano, pero no del líder rebelde que escasamente usaba celulares o teléfonos satelitales.
El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, había dicho desde el viernes en la noche que la fuerza pública tiene infiltrados en las filas rebeldes, pero no ofreció más detalles.
Uno de los cinco hermanos de Cano, Carlos Roberto Sáenz Vargas, informó a la Fiscalía que reclamará la entrega de su cadáver. La Fiscalía advirtió que lo hará si presenta toda la documentación que acredite el vínculo de consanguinidad.
Respecto a lo que viene, Santos señaló que “no es el momento de [actuar con] triunfalismo. Es el momento de perseverar aquí no vamos a bajar la guardia”.
“La sucesión de Alfonso Cano y qué vamos hacer, pues le digo con mucho cariño que usted sería el último en saber. Esas estrategias no se divulgan, no sabemos quién va a ser el sucesor, realmente hay mucha especulación”, respondió Santos a un reportero que le consultó sobre el reemplazo del líder rebelde muerto.
Lo que sí sabemos, dijo el mandatario, es que “quien lo reemplace no va a tener esa capacidad de mando y control sobre las FARC”.
El ex alto comisionado para la Paz, Camilo Gómez, dijo en diálogo telefónico que “para las FARC este es simplemente un hecho más de la guerra”.
Pero para Fernando Londoño, ex ministro del Interior (2002-2003), “las FARC se acabaron, este es el golpe definitivo… como institución con algún espíritu político”.
En su concepto, “no es posible que las FARC consigan un nuevo líder”.
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